WAYZATA, Mineápolis, EE.UU. —La laberíntica mansión de estilo francés en este arbolado suburbio de Mineápolis perderá a sus famosos ocupantes cuando los ejecutivos de Cargill Inc. dejen las escaleras de espiral y las chimeneas chispeantes para mudarse a oficinas más monótonas en un lugar cercano.
El presidente ejecutivo del conglomerado agroindustrial, David MacLennan, y su equipo se convertirán en los primeros en siete décadas en dirigir una empresa que por mucho tiempo ha sido una fuerza global dominante en el procesamiento de cultivos, carne y otras materias primas desde una sede diferente a la oficina de 85 años frente al lago. El traslado también refleja cambios más amplios en la mayor compañía de Estados Unidos por ventas que no cotiza en bolsa.
MacLennan, de 56 años, está reconfigurando Cargill tras dos años de ganancias en declive. El jueves, la empresa reportó un alza de sus utilidades trimestrales, pero advirtió que es poco probable que la época de vacas flacas en la agricultura termine pronto ya que el mundo sigue inundado de granos y los precios de los cultivos siguen bajos.
Cargill, que a sus 151 años aún es de propiedad familiar, ha navegado con anterioridad auges y caídas del mercado agrícola. MacLennan, sin embargo, se enfrenta ahora a unos consumidores en los mercados occidentales que se están alejando de las marcas de alimentos masivas que dependen de ingredientes de bajo costo y que son la especialidad de empresas como Cargill.
"Quieren saber qué hay en su comida, quién la hizo, qué tipo de compañía es, ¿son éticas?, ¿cómo tratan a los animales?", dijo el ejecutivo en su primera entrevista extensa sobre los cambios. "Eso es lo que América del Norte y Europa y luego, pienso, cada vez más otras economías van a querer".
Fundada como una casa de almacenamiento de granos en Iowa, Cargill emplea a 149.000 personas en 70 países (28.000 en América Latina), con operaciones en casi todas las categorías de producción de alimentos.
Cargill opera barcazas que cargan fertilizantes para los agricultores, compra sus cultivos y los procesa para convertirlos en aceite para freír, malta para cervezas y endulzantes para gaseosas. Produce pienso para animales que cría y luego sacrifica para suplir con carne molida y nuggets de pollo a clientes como Wal-Mart Stores Inc. y McDonald’s Corp.
Un desplome global de los precios de la energía, los metales y los cultivos ha profundizado los desafíos en el ya volátil negocio de los commodities. El año pasado, Cargill facturó US$120.000 millones, un declive de 11% frente a los resultados del año previo debido al impacto del alza del dólar y las turbulencias del mercado de materias primas en las ventas.
La ganancia de US$1.580 millones de Cargill en 2015, 41% menos que el máximo registrado en 2011, "no cumplió las expectativas", dijeron ejecutivos a accionistas en el reporte anual de la empresa.
MacLennan, quien se formó en el piso de la bolsa de futuros de Chicago antes de incorporarse en 1991 a la división financiera de la empresa, está cambiando la posición de Cargill en la cadena alimentaria.
El año fiscal de 2016 será su mayor período de desinversiones en la última década y al menos el segundo mayor en adquisiciones.
Luego de vender el año pasado sus plantas de cerdo, Cargill hizo una apuesta a largo plazo en pescado de criaderos como una fuente de proteína alternativa que puede requerir menos recursos que el ganado porcino y vacuno, con la compra del productor noruego de alimento para pescado EWOS, por US$1.200 millones.
En Estados Unidos, Cargill empezó a hacer productos de maíz y soya no transgénicos. También está expandiendo un negocio de una década de alimentos para pollo orgánico, donde las ventas en el año fiscal 2016 han saltado hasta el momento 50% frente al año previo.
"Están buscando arreglar cosas que pueden ser reparadas y luego tomar una decisión sobre si encajan o no dentro del portafolio", dice John Rogers, analista de Moody’s Investors Service Inc. "Es un cambio empresarial, así como de cultura, que la gente adopte una mentalidad de mejorar año tras año".
En los últimos ocho meses y para acelerar la toma de decisiones, MacLennan ha reducido a la mitad el número de gerentes en la cúpula, ha reorganizado las líneas de negocios y ha eliminado cerca de la mitad de los comités de la empresa, reduciendo la burocracia que algunos ejecutivos señalaban como contribuyente al declive de las ganancias.
Para MacLennan, parte de la reforma significa cambiar comedores privados por cafeterías comunitarias, a medida que ejecutivos se trasladen en los próximos años a un centro de oficinas contiguo. El ejecutivo dice que mide "el pulso de lo que está pasando" en el día a día al codearse con unos 2.000 miembros del personal.
MacLennan, que en septiembre fue designado presidente de la junta directiva, también está patrocinando cambios en el directorio. A medida que los miembros de mayor edad se retiran, una nueva generación de las familias Cargill y MacMillan ocupan las sillas en la junta. Las dos adiciones más recientes al directorio, Andrew Cargill Liebmann y Richard Cargill, son menores de 40 años y no han trabajado en la compañía, dijo MacLennan.
Parte del desafío de Cargill es su compromiso de seguir siendo una empresa familiar, lo que requiere financiar el crecimiento a través de la venta de bonos y sus propias ganancias.
Las familias Cargill y MacMillan poseen cerca de 90% de las acciones de la empresa y casi 80% de las ganancias son reinvertidas en la compañía. Los miembros de la familia reciben dividendos; ninguno de ellos trabaja actualmente en Cargill.
Unas ganancias más bajas significan menos reinversión en negocios más rentables y mantener una calificación de crédito sólida es necesario para continuar financiando las operaciones de corretaje de Cargill, dicen analistas.
Para empapar a la nueva generación con su legado, MacLennan los lleva a viajes en los que recorren las plantas de procesamiento en la región central de EE.UU. y los criaderos de pollo en China. Semanalmente, responde a preguntas de un grupo pequeño de familiares y los miembros más jóvenes han tomado cursos de gobierno corporativo. "Nuestro papel en esta transición es preparar a la próxima generación para gobernar y entender la compañía", señaló.
Aunque miembros de las familias Cargill y MacMillan se ubican con regularidad en la lista de multimillonarios estadounidenses, trabajar en la empresa tiene su atractivo. A mediados de año, uno de los jóvenes del clan planea empezar a trabajar en las operaciones de pavo de Cargill en EE.UU.
"Va a empezar literalmente desde abajo", manifestó MacLennan. "Es la mejor forma de aprender sobre el negocio".
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