"Saludemos la enseña inmaculada/ que heroica tremoló en Curupaytí/ cuyo cerro regaron con su sangre/ Rivas, Díaz, Charlone y otros mil", dice la hermosa Marcha de Curupaytí, que tiene música de Cayetano Silva y letra de Carlos Benielli, los mismos autores de la Marcha de San Lorenzo. Evoca la guerra del Paraguay o de la Triple Alianza, en la que la Argentina, el Brasil y el Uruguay unidos derrotaron al Paraguay después de cruentas batallas entre 1864 y 1870.
En las tropas argentinas fueron al frente gauchos y paisanos "conchabados" aunque también soldados de toda laya, hasta "niños bien" y el hijo de un presidente, Dominguito Sarmiento, que murió en esas trincheras. Y entre los que derramaron su sangre ante la inexpugnable fortaleza paraguaya de Curupaytí estaba un joven pintor y fotógrafo que se había enrolado en el Batallón San Nicolás, que fue diezmado. No murió, pero perdió su mano derecha destrozada por una granada. Dramas de la guerra. Antes de esa desgracia él que era diestro, en ratos libres había dibujado con lápiz croquis de la campaña militar, y volvió lisiado y sin futuro.
Pero unos años después fue el propio Bartolomé Mitre, que había sido presidente de la Argentina y simultáneamente generalísimo de la Triple Alianza, quien lo alentó para que adiestrara su mano izquierda y pintara escenas de esa guerra. Mitre ya lo conocía de mucho antes, cuando tenía su mano derecha y le había pintado un retrato de cuerpo entero.
Cándido López ejercitó con ardua paciencia su mano menos hábil durante dos años, y en base a sus antiguos croquis y a sus nítidos recuerdos personales comenzó a pintar la guerra del Paraguay. No completó tantas obras como se había propuesto, pero alcanzó a terminar nada menos que cincuenta y ocho cuadros sobre el tema.
Pintados con calidad pictórica y gran originalidad, con los conocimientos que solo podría tener quien hubiera estado allá, participando en las batallas. Son óleos de buen tamaño, de formato muy horizontal, coloridos, y que muestran espacios amplios y la vez abundantes en detalles minuciosos. Él comentó: "Es la verdad de los hechos y de los detalles, salvados del tiempo para servicio de la historia y de mi patria." Paisajes bellos y quizás idealizados, donde se remarcan las escenas militares pero no se dramatiza la parte oscura de la guerra. Y de este modo, así como antiguas campañas quedaron en la historia por relatos notables, Cándido López documentó la guerra del Paraguay con sus pinturas, hoy patrimonio de los argentinos.
Tuvo una familia con doce hijos y pasó apremios, pero el Estado lo ayudó comprándole obras. Muchas de ellas se conservan en el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de la Casa del Acuerdo de San Nicolás, la ciudad desde donde partió un día hacia la guerra, el sufrimiento, la superación y una fama imperecedera.
Son cuadros que al mirarlos se vive la historia, y al fondo a uno le parece oir lejanamente un clarín y aquella marcha: "Gloria eterna bandera azul y blanca,/ gloria eterna a los bravos que por ti/ inmolaron sus vidas en los campos/ de Tuyutí, Humaitá y Curupaytí".
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