La empresa La Quimera sale del modelo corriente de producción del norte de Córdoba, que incluye distintas proporciones de agricultura y ganadería. Por el contrario, la firma desarrolló un planteo de producción porcina de ciclo completo, con 1000 madres, integrado con un frigorífico que faena y desposta la producción propia y de terceros. Los cortes producidos son vendidos a supermercados, distribuidores y comercios de varias provincias.
En su afán de agregar valor, la empresa desarrolló embutidos con marca propia y producción de energía. También avanza en la construcción de una segunda granja con 1000 madres más y está generando acuerdos asociativos con otros productores de cerdos con los que compartirá instalaciones para aumentar la escala.
En 2006, Luis Picat, productor agropecuario socio gerente de La Quimera, decidió reducir la agricultura en campos de terceros por la caída de rentabilidad de ese negocio y volcó el capital del alquiler a una granja porcina que agregaría valor al maíz. Fue así como desarrolló un planteo de 250 madres inicialmente en San José de la Dormida, a 150 kilómetros de la ciudad de Córdoba, que creció hasta 1000 madres en la actualidad.
En el establecimiento, que se dedica a la cría y el engorde de cerdos, se cumplen cuatro etapas: gestación, maternidad, recría y engorde. Cada etapa tiene un manejo específico en la alimentación, instalaciones, sanidad y manejo. Esto le da un carácter industrial al sistema y permite la salida semanal de capones, lo que asegura un flujo constante de fondos a la empresa.
El porcentaje de parición de las cerdas en jaulas es del 90%, con un promedio de 28 lechones por año por madre instalada. La recría de aquellos va de los 7 a los 30 kilos, en salas acondicionadas. La etapa de engorde, en galpón, los lleva a 120 kilos.
El aumento de peso es del orden de los 850 gramos por día, con una conversión de 2,7 kilos de alimento por cada kilo vivo producido. La producción de carne por año alcanza los 3,1 millones de kilos vivos. Las razas empleadas son híbridas, porque aseguran una mayor prolificidad y carne magra. La sanidad es controlada mediante un protocolo.
Frigorífico
A partir de 2008, Picat desarrolló la idea de avanzar en la cadena comercial y construir un frigorífico en Colonia Caroya, una zona reconocida por los embutidos y que puede funcionar como trampolín para distribuir cortes en el norte del país.
La planta Qualita SA arrancó en 2012 con una inversión de siete millones de dólares y permite la faena y el desposte de cerdos. "Tiene una capacidad de procesamiento de 9000 cabezas por mes, de las cuales el 25% son de La Quimera y el resto es comprado o propiedad de terceros que contratan el servicio de faena como usuarios", indicó Picat.
El frigorífico rápidamente pudo completar la dotación de personal calificado, a partir del cierre de una planta local de la firma JBS dedicada a la exportación.
El funcionamiento de la planta generó nuevos desafíos para Picat, que debió incursionar en el mundo de la comercialización y desarrollar clientes, abrir carpetas de crédito y luchar contra la competencia desleal. La respuesta se respaldó en la certificación de calidad del producto vendido, que se distribuye en varias provincias.
En Qualita SA no venden medias reses sino cortes anatómicos (matambre, asado, por ejemplo); pulpa, a las industrias que elaboran jamones, y menudencias, patas y orejas, que se exportan a Hong Kong.
"El 30% de la carne producida se vende a la industria, otro 30% a supermercados y grandes operadores, el 20% a distribuidores y comercios minoristas, y el resto se exporta", detalló Picat. "Los márgenes del frigorífico son muy ajustados, alrededor del 10%, pero la planta da seguridad de comercialización, agregado de valor y creación de puestos de trabajo", apuntó.
El frigorífico tiene una cartera de alrededor de 400 clientes en Córdoba, Santa Fe, La Rioja, Catamarca y Mendoza, y también brinda financiación a los operadores de mayor respaldo. El año pasado participó de una experiencia de envío de los primeros embarques argentinos de carne porcina al mercado de Hong Kong.
La seguridad en la comercialización a través del frigorífico impulsó al empresario a poner en marcha un nuevo emprendimiento productivo con 1000 madres más en Candelaria Sud, a 70 kilómetros de la ciudad de Córdoba, con una inversión de 3,5 millones de dólares, que permitirá abastecer el 50% de la faena de la planta.
Con la idea de capturar más valor de la cadena comercial, Picat también desarrolló la producción de embutidos frescos con marca. Para eso preparó una sala especial con picadora de carne, embutidora y escaldadora, complementadas con equipamiento para el packaging.
En la planta trabajan 102 personas, que conforman un equipo muy integrado, que busca alcanzar los objetivos que se plantean. No obstante, todo el complejo agroindustrial no deja de ser una empresa familiar, en la que Picat se respalda con integrantes de su grupo para los puestos claves.
Producción de biogás
Picat también construyó una planta productora de biogás a partir de los purines porcinos. Consiste en un tanque con capacidad para recibir 100 metros cúbicos de efluentes por día, que permiten generar 140 kilovatios por hora, lo que posibilita cubrir hasta el 75% del consumo de energía eléctrica de la granja.
La instalación completa tiene el tanque con estructura de hierro, ladrillos y piso de hormigón; una membrana de aislación por dentro de la pared y cierre superior con una membrana resistente a rayos ultravioletas. Además, cuenta con dispositivos de entrada y salida de efluentes y de ingreso de oxígeno, removedores, visores, cámaras y cañerías de agua caliente, que elevan la temperatura del caldo de efluentes, un aspecto fundamental para el desarrollo de las bacterias encargadas de producir metano.
El gas producido sirve de combustible para poner en marcha un motor de seis cilindros que puede generar 220 kilovatios/hora y la unidad es atendida por un operario de tiempo completo. Con los actuales precios de la energía, esperan amortizar la inversión realizada en la planta en cuatro años. Además, redujo la huella de carbono, disminuyó los olores y mejoró la calidad del fertilizante que se obtiene como subproducto.
Producción y consumo de carne porcina en la Argentina
Radiografía de un sector con buenos precios en la góndola, con posibilidades de aumentar exportaciones, incentivar el consumo interno e incrementar el trabajo local.
El precio ayuda al consumo
La carne porcina fue históricamente más cara que la vacuna en la Argentina. Hoy esa relación se invirtió e incentivó el consumo, que pasó de 4kg/hab/año hace 15 años a 15 kg en la actualidad.
Rentabilidad afectada
La producción de porcinos no pasa su mejor momento por el aumento del precio del maíz. Sin embargo, esta situación se va a ir atenuando a medida que aumente la producción del cereal, según Picat.
Ampliar el mercado interno
La producción de cerdos abastece con comodidad la demanda interna, sin sobreoferta. Hay posibilidades de seguir incentivando el consumo hasta 16-17 kilos por habitante y por año.
Más trabajo local
El aumento de la producción puede provenir de las zonas alejadas de los puertos –como el norte de Córdoba– que producen maíz y deben aprovecharlo para evitar los costos de fletes.
El desafío: exportar
La exportación constituye un desafío ante la agresividad comercial de Estados Unidos, Brasil y Chile. Pero no es una misión imposible, según Picat. "Hay que hacerse conocer en países como China o Rusia".
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