Luego de las condiciones duras del invierno que bajaron la población del insecto, lo que viene es el manejo para llevar adelante un ciclo productivo que, así como es desafiante, puede brindar oportunidades en base a la información y el conocimiento disponible
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CÓRDOBA.- “Pulseada”, “fase de grupos”, “la pelota ahora está en el campo del productor”. Con la siembra de maíz con su comienzo inminente, van quedando claras las condiciones con las cuales se tendrán que mover los productores en la nueva campaña del cereal. La foto de hoy es distinta a la borrosa y llena de interrogantes que se observaba en, por ejemplo, en mayo pasado. No es, claro está, una película completa, pero al menos en la foto de hoy se ve que se han despejado varios temas que solo generaban preocupación.
Este marco general dejó como conclusión varias de las charlas que se dieron en el 3° Congreso Internacional de Maíz, organizado por La Pastelera en esta ciudad. La misma apreciación surgió de charlas que LA NACION mantuvo con técnicos de empresas semilleras que vinieron a brindar información, recomendaciones y pautas de manejo, una tríada clave para no caer en una actitud paralizante.
“Pasamos a la fase de grupos. La primera etapa, que no dependía de nosotros, ya pasó”, dijo Magalí Nico, gerenta de Producto Maíz de Syngenta Semillas. La frase de la ejecutiva, trazando un paralelismo con un campeonato, es porque se preveía un invierno duro, muy frío, que le presentaría batalla a la plaga para reducir su población y eso se cumplió. “De ahora en adelante la pelota está en el campo de los productores”, acotó Nico.
En concreto, este es momento de poner el foco en el control del maíz guacho que haya. Luego de pensar en la elección de la genética, el tratamiento de semilla y, si llegara aparecer la plaga, el control en etapas críticas (por ejemplo, hasta V8). “Es importante que las decisiones de manejo se tomen temprano porque si se toman temprano son efectivas”, apuntó.
Nico recordó lo que se esperaba antes de la situación actual. “Teníamos una hipótesis de que se necesitaba de un invierno frío y eso se cumplió”, expresó. Destacó que para la toma de decisiones es importante la información generada con la Red de Monitoreo del insecto.
Así como la gerenta de Syngenta habló de que se pasó a una “fase de grupos” en el campeonato para la campaña de maíz, Andrés Caggiano, gerente de Desarrollo de Producto de NK, habló de otro término: “pulseada”. La palabra se vincula a una pirámide del manejo de la enfermedad. Allí confluyen desde el clima hasta el manejo y el uso de información.
Según esa pirámide, que Caggiano mostró en una diapositiva, en la base el 50% de ella tiene que ver con la temperatura y humedad del invierno y primavera, además de la abundancia de maíces voluntarios. Luego hay, en el medio, un 40% que corresponde a germoplasma y prácticas agronómicas y un 10%, en la punta, que es el control químico.
Así, el 50% del posible éxito contra la plaga puede ser el clima del invierno que, hasta acá, fue frío para bajar la población de la plaga. Allí se incluye también, por supuesto, el control del maíz guacho.
En la parte del 40% que influye hay que considerar todo lo que tiene que ver con el manejo, el curado de la semilla, el genotipo, la fecha de siembra y el monitoreo de la plaga en otros lugares, como malezas y bordes de alambrado inclusive.
“Hay un 10% del control químico que parece poco, pero si aparece la plaga hay que presupuestarlo”, indicó el ejecutivo de NK. “Si ves en estadios iniciales (V1/V2) que tienen plaga, tenés que pensar en el tratamiento”, acotó.
Con un Brasil con experiencia en el tema, un punto no menor es qué se puede traer del vecino país. ¿Todo un paquete cerrado? En este punto la coincidencia es que hay que apuntar a la información que pueda servir sobre el comportamiento del vector, el tratamiento químico y la genética que se pueda utilizar.
Lo que viene
“Hace cuatro años que estamos con híbridos tropicales y subtropicales que tienen genética desarrollada en Brasil”, apuntó el ejecutivo de NK. En una charla que dio en el congreso, Caggiano señaló que desde la marca están manteniendo el portafolio de híbridos tropicales cruza y de mejora templados. También caracterizan híbridos comerciales propios y de la competencia y desarrollan modelos predictivos para evaluar la pérdida de rinde por planta y por parcela. A esto se agregan las recomendaciones de manejo. Según dijeron desde la marca, allí recomiendan el manejo integral de la problemática usando híbridos tropicales como el SYN 505 VIP3 y SYN 126 VIP3, “más los híbridos templados del porfolio que tienen comportamientos diferenciales a spiroplasma como el NK 842 Viptera3″.
En este contexto, Darío Oleszczuk, representante técnico de maíz en el NEA de Bayer, dio varias puntas que son claves para tener en cuenta. Insistió en que hay que trabajar sobre la problemática del vector y destacó, entre otros puntos, la importancia del germoplasma. De manera similar a Caggiano, mostró una pirámide donde en la base un 50% tiene que ver con la población del vector (condiciones climáticas de invierno y primavera) y las plantas de maíz para la multiplicación del vector y los patógenos. Luego otro 40% es para el germoplasma y las prácticas agronómicas asociadas. En otro 10% se encuentra el tratamiento químico/biológico, de semilla- foliar.
En esta línea, el técnico de Bayer remarcó que en los últimos 20 años en el norte se dieron tres epifitias y, de ellas, la más grave fue justamente la del ciclo pasado, 2023/2024. Remarcó que no es que la tolerancia de un híbrido se pierde, sino que el problema se da cuando se presenta una población muy alta de la plaga como en la última campaña.
“Si la población está muy exagerada, escapada de los valores, el germoplasma no es que pierda tolerancia, sino que se ve agravada su respuesta. Esto nos dice que tenemos que trabajar sobre la población del vector, control del maíz guacho y concentrar la fecha de siembra dentro de cada macrosiembra”, explicó.
A modo de ejemplo, para las siembras tempranas, en lugar de hacer la siembra de septiembre a noviembre habría que concentrar la implantación solo en octubre. En tanto, en las siembras tardías, en vez de apuntar a una ventana de noviembre a enero habría que focalizarse solo en diciembre. En siembras tardías, errarle a la elección del germoplasma puede significar que no haya tratamiento químico ni biológico que salve.
Ahora bien, ¿por qué es importante concentrar la fecha de siembra independientemente de que para una implantación temprana no se presenten tantos riesgos? La respuesta del técnico: “Si escalonás aumentás la población porque el vector prefiere maíz en estadios iniciales”.
“No nos olvidemos que este año fue un aviso que nos tiene que quedar para el futuro”, remarcó Oleszczuk. Con esto quiso decir que, si este año la problemática no se presentara tan severa como el año pasado, para las siguientes campañas será importante seguir trabajando en el foco aprendido.
En una charla, Leandro Ulrich, gerente de Desarrollo de Producto de Maíz y Girasol de Nidera Semillas, destacó que hay herramientas para “hacer que el maíz siga siendo fundamental”. Agregó: “Podemos sobrellevar esta situación”.
Ulrich remarcó que la firma apuesta al mejoramiento y desarrollo de híbridos templados con buena tolerancia, la introgresión y mejoramiento de híbridos templados por tropicales y el desarrollo e introducción de híbridos templados nuevos.
La marca lanzó SS2223S Viptera3, “un híbrido que surge de la cruza de dos germoplasmas, uno templado y otro tropical, con destacado rendimiento para la región norte del país (NOA y NEA) y excelente comportamiento frente a spiroplasma. Es un ciclo intermedio, lo que hace que tenga muy poca diferencia de humedad a cosecha comparado con híbridos templados, y también posee aptitud silera”.
Según dijeron desde la marca, pusieron a disposición el curado reforzado de las semillas para ayudar al control de Dalbulus maidis e identificaron “comportamientos diferenciales entre los híbridos templados, lo cual ayudó a reposicionar y ampliar la zona de recomendación de NS7626 Viptera3CL y AX7761 VT3PRO para la zona norte de Córdoba y centro de Santa Fe”.
De la experiencia de Brasil, Wagner Gusmao, de KWS de Brasil, dijo que allí aprendieron a “convivir” con la plaga. Y anotó cuatro puntos: manejo, genética, fertilidad y ambiente.
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