La campaña de granos gruesos avanza y los cultivos no sufrieron la falta de lluvias que se estimaba tres meses atrás por el evento La Niña. Con sus más y sus menos, las precipitaciones de octubre, noviembre y de diciembre alcanzaron para la siembra y para las primeras etapas de desarrollo del maíz, girasol y de la soja en muchas zonas, aunque el barreno muestra que los perfiles no están plenamente recargados y que son necesarios nuevos registros en las próximas semanas para transitar las más exigentes etapas reproductivas de los cultivos en la región pampeana.
¿Cuáles fueron las causas de que no se cumplieran los pronósticos de disminución de lluvias en primavera? Principalmente, el aporte de humedad del océano Atlántico, que generó lluvias y ambiente húmedo durante muchos días por persistentes vientos del sudeste.
Al hacer un poco de historia, el meteorólogo Leonardo de Benedictis dice que “2021 fue un año con muchas variaciones climáticas. Luego de un 2020 en el que se manifestó una Niña débil, que extendió su efecto durante los primeros meses de 2021, en junio se pronosticó su repetición, que se iba a manifestar a partir de noviembre”. cultivos tardíos Con el correr de los días, el evento se instaló en el Pacífico ecuatorial, pero no se asoció con una reducción drástica de las lluvias en la Argentina.
Así, en noviembre hubo precipitaciones similares o por encima de los parámetros normales, que no era la perspectiva que se había proyectado. Lo que ocurrió fue que el impacto de La Niña fue aplacado por los aportes del océano Atlántico, que hizo una gran contribución de humedad en el último tramo del año.
Hacia adelante, de Benedictis aconseja asumir un comportamiento previsor con la siembra de cultivos tardíos de maíz y de soja.
“El efecto de La Niña seguirá presente en el verano y los registros de lluvias dependerán de la dinámica del océano Atlántico, sobre todo para el litoral argentino y para la provincia de Buenos Aires. Si esa masa de agua pierde protagonismo, la falta de lluvias reaparecerá y afectará negativamente a los cultivos en los meses críticos de enero y febrero, cuando se sume el impacto de las altas temperaturas que son características de los años con evento La Niña, y que ya vaticinan los principales centros de pronósticos del mundo”, adelanta el meteorólogo.
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