Frente a una nueva campaña agrícola 2020/2021 y un escenario complejo, que prevé una caída de la producción del 6% con una merma del 1,2% en el área a sembrar, podría pensarse que muchos productores volverán a planteos defensivos y de menor nivel como hace cinco años atrás.
Sin embargo, esa estrategia de bajar el nivel de inversión pareciera no ser la salida actualmente. La clave estará en ajustar los procesos y en la eficiencia productiva para no perder competitividad. A esto se agregan precios de cultivos que se han recuperado después de niveles mínimos este año, y una relación insumo/producto más favorable para los fertilizantes.
En la Argentina el piso de nivel tecnológico se ha elevado en los últimos cinco años. El manejo técnico que se viene aplicando, el tipo de insumos y las estrategias productivas así lo demuestran. Al mismo tiempo aún existe un 65% del área sembrada con niveles medios y bajos de tecnología aplicada: visto en el escenario actual, es un margen importante de mejora potencial para explorar.
La sostenibilidad del sistema actual tiene varios pilares fuertes. Está establecido el uso de siembra directa en el 90% del área sembrada, y de biotecnología en prácticamente el 100% del área con soja y maíz. A su vez, la rotación de cultivos con cereales se mantiene en torno al 40% y esta contribución es significativa en relación a años anteriores.
Bajo el concepto de mejora continua, se ven crecer también nuevas tecnologías. Prácticas como la siembra de cultivos de cobertura que alcanza al 13% de los productores, y la aplicación variable de insumos en alrededor del 9% del área agrícola.
Sobre el uso variable de insumos, los datos muestran una adopción entre el 7% y el 9% del área, aunque la variabilidad aparece entre regiones según se mire la dosificación de semillas, fertilizantes o herbicidas. Este últimos se aplican en forma variable principalmente en el norte, mientras que los fertilizantes en la región central; la dosificación de semilla se muestra polarizada en los extremos del NEA y del Sudeste de Buenos Aires.
Con foco en los fertilizantes, su uso es sostenido durante los últimos cinco años y se aumentan las dosis, principalmente en gramíneas como trigo y maíz con un aumento mayor al 60%. El muestreo de suelos creció levemente al 23% de los productores, pero sigue siendo bajo en relación a lo deseable.
Asimismo, el aumento en producción está siendo más que proporcional al del consumo de fertilizantes, lo que genera un balance de nutrientes deficitario. Y esto analizado sobre rendimientos actuales: si pensáramos en que la Argentina puede explorar rendimientos potenciales aún mayores, debería más que duplicarse el consumo actual de fertilizantes para alcanzarlos en forma sostenible.
Para seguir mejorando en el contexto actual, deben repensarse algunos aspectos del sistema productivo, para establecer un objetivo claro de cierre de brechas tecnológicas, con un manejo de cultivos aún más eficiente y bajo un correcto marco económico, social y ambiental.
El autor es coordinador Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires
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