Para Alejandro Girardi, vicepresidente de Asuntos Públicos y Sustentabilidad para América Latina de Bayer Crop Science, la agricultura regenerativa, que incluye diversas prácticas, abre la puerta a una renovación de los ecosistemas naturales
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PERGAMINO.- Reducción de la labranza, cultivos intercalados y de cobertura, rotación, optimización de insumos. Para combatir el cambio climático, en un contexto de creciente demanda de alimentos ya no alcanza con una agricultura sustentable que busque producir más utilizando la menor cantidad de recursos, sino que, además, se requiere trabajar en la renovación de los ecosistemas naturales de la tierra.
Esa transformación de la producción agrícola a nivel global hacia un enfoque regenerativo es la estrategia que Alejandro Girardi, vicepresidente de Asuntos Públicos y Sustentabilidad para América Latina de Bayer Crop Science destacó como la visión de la empresa. Este paradigma guía las inversiones y el desarrollo de nuevos productos y soluciones. Destacó que la Argentina cuenta con una oportunidad significativa gracias a los avances notables que ya logró en este ámbito.
“Para combatir el cambio climático, si la agricultura quiere ser parte de la solución ya no basta con hacer una agricultura sustentable, sino que se necesita trabajar en la restauración de los suelos. Producir más con menos mientras se restaura más es parte de la oportunidad que nosotros vemos y forma parte de la manera en que Bayer piensa en el futuro para tomar sus decisiones de inversión. Bajo este lente visualizamos el desarrollo de nuestras soluciones y productos a futuro”, sostuvo.
El ejecutivo diálogo con la prensa, entre otros medios LA NACION, en una visita a esa localidad donde la firma contó cómo trabaja enfocada en la agricultura regenerativa.
“Al cambio climático lo estamos viviendo lamentablemente fuerte y evidente en la Argentina en los últimos años. Para un productor, es parte de su subsistencia tratar de trabajar en cualquier práctica que ayude a mitigarlos. Obviamente, la agricultura no es la única industria responsable de este fenómeno, pero sí es una de las que está más expuestas a sus efectos”, dijo.
El objetivo es establecer una operación agrícola que, al combinar una mezcla óptima de soluciones, busca restaurar la salud de los suelos, mejorar el uso y el manejo del agua, incrementar la biodiversidad, ayudar a disminuir el impacto del cambio climático y mejorar el sustento económico de los agricultores. Para ello se promueven las siguientes prácticas agrícolas: reducción de la labranza, cultivos intercalados, cultivos de cobertura, rotación, optimización de insumos.
“La Argentina tiene una oportunidad enorme en la agricultura regenerativa. Hay muchas de las prácticas que requiere este enfoque que en el país ya existen o se están empezando a utilizar”, señaló. En ese sentido, sostuvo que los productores que previamente han implementado la siembra directa y trabajado para mejorar la retención de agua ya están viendo resultados “claros y concretos”. Aclaró que lo que permitiría avanzar más y acceder a incentivos adicionales todavía se encuentra en una fase de desarrollo. Dio como ejemplo la posibilidad de participar en mercados de carbono que, si bien es una realidad en algunas industrias agrícolas, y representa un potencial significativo, aún está por explotar.
“El productor que entiende bien el impacto que le genera el cambio ambiental y está bien concientizado de lo que es la sustentabilidad tiene un interés enorme en ser parte de esa solución. Pero tiene la necesidad de que se le ofrezcan herramientas que le permitan ser más sustentable y, al mismo tiempo, igualmente productivo y rentable”, indicó.
La firma cuenta con el programa Pro Carbono. Esta iniciativa representa la idea de brindar ayuda y colaboración al productor, permitiéndole incrementar los niveles de carbono en su suelo, mejorar su huella de carbono y, como resultado, acceder en el futuro a los mercados de carbono.
En la Argentina, el programa, que se lanzó en 2019 ya cuenta con unos 160 productores con los que se está compartiendo un conjunto de prácticas a través de técnicos especializados que ayudan a implementarlas. “Empezamos a medir lo que había en el suelo antes, con el fin de entender ese balance de carbono diferencial al implementarlas y saber la contribución de cada una de esas prácticas que, eventualmente, podrían llegar a ser parte de ese mercado de carbono al que aspiramos construir, pero que hoy no existe”, dijo.
Para que los productores puedan obtener una retribución por su esfuerzo es necesario medir, verificar y registrar el carbono capturado para luego convertirlo en un activo transable. En eso están trabajando en estos días. “Medir, verificar y registrar son procesos que suelen ser altamente costosos y onerosos y, en la mayoría de los casos, consumen gran parte de lo que podría considerarse como la retribución por una tonelada de carbono. Por lo tanto, estamos trabajando intensamente en encontrar soluciones que sean aceptadas a nivel mundial y económicamente viables de manera que podamos construir un activo transable”, señaló.
Hay cinco pilares en los que en el marco de la agricultura regenerativa la firma considera que puede contribuir adicionalmente. Estos cinco espacios son el mejoramiento genético, la biotecnología, los biológicos, las plataformas digitales o agricultura de precisión y nuevas moléculas. “La agricultura regenerativa es la forma en la cual vamos a invertir para construir esas soluciones y en la que vamos a avanzar los productos que vamos a ofrecer el día de mañana. Esto representa un cambio diferencial en cómo destinamos el dinero de investigación y desarrollo para construir estas soluciones que ofrezcan ventajas en áreas que anteriormente no eran nuestro enfoque, y que puedan marcar la diferencia, permitiendo al productor ser parte de este proceso y avanzar en sus proyectos”, señaló.
Esta agricultura regenerativa también abre oportunidades para Bayer. “Antes veíamos nuestro mercado objetivo a nivel mundial en un tamaño de 100 billones de dólares, que es el mercado tradicional de semillas y de defensivos agrícolas, y hoy vemos un tamaño de mercado del doble, de 200 millones. Esto sale de este mercado que podemos transformar y aspirar a participar en otros, como el mercado de carbono, de nutrición de cultivos, de biocombustibles, de plataformas digitales, entre otros”, dijo.
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