Mientras el Gobierno busca acomodarse a su “nueva etapa” tal como lo expresó el presidente Alberto Fernández en la asunción de Sergio Massa como ministro de Economía, Producción y Agricultura, para los productores hay unas cuantas cosas que todavía no han cambiado y son motivo de comparaciones con países vecinos competidores.
En un momento en que el mundo va a necesitar más alimentos no sólo por el crecimiento poblacional sino por haberse alterado el contexto internacional debido a la pandemia y últimamente por la invasión de Rusia a Ucrania, los principales países competidores de la Argentina están acelerando el paso para responder a esa demanda.
Pero el espejo en que se puede mirar el productor argentino devuelve otra cosa. Versus la región, por ejemplo, aquí siguen las retenciones, las intervenciones en los mercados de carne, trigo y maíz y, además, una brecha cambiaria que distorsiona la actividad productiva. La llegada de Massa al gabinete nacional y del secretario de Agricultura Juan José Bahillo en particular no trajo luz sobre un cambio hasta el momento en esas cuestiones.
Solo para brindar un dato comparativo con Uruguay, Nicolás Udaquiola, director de AZ-Group, se refirió al impacto que genera tener una estabilidad macroeconómica. “Esa condición lleva a los productores uruguayos a tomar decisiones en forma diferencial a los de la Argentina. Por ejemplo, a esta altura del año ya vendieron el 80% de la producción de soja, aprovechando los altos precios, versus el 50% de nuestro país”, apuntó el experto. “En Uruguay no hay desdoblamiento cambiario ni derechos de exportación. El productor invierte y cobra dólares billete”, recordó el integrante de la firma consultora.
En el vecino país se sabe que el riesgo climático es mayor con suelos que tienen menor retención de humedad y debido a que las lluvias, aunque puedan presentar similares registros a la Mesopotamia, se presentan como más erráticas.
Pero la situación de previsibilidad para el negocio le sirve a los productores uruguayos para compensar desventajas. En el caso del precio de la soja, Udaquiola apuntó que allí toma como referencia el mercado de Chicago más o menos una prima que va de -20 a +20 dólares por tonelada. Del otro lado del río, en Entre Ríos los productores argentinos reciben por efecto de las retenciones y la brecha cambiaria menos del 30% del valor internacional, como demostraron diversos informes.
Otra comparación
Francisco Ravetti, analista de ganados y carnes de la misma consultora, hizo un análisis del impacto de la brecha cambiaria evaluando el caso de la hacienda, pero no en pie. En efecto, tomó el precio del kilo de carne en gancho, de la media res en el frigorífico, en comparación con otros países.
“En la Argentina se da una situación particular por la elevada brecha cambiaria. Medido en dólares oficiales, el precio del novillo en gancho es de 4,47 US$/kg. Sin embargo, si esa cotización se lleva a dólares realizables, es decir por ejemplo a dólares MEP, la cotización pasa a 2,22 US$/kg en gancho. Es decir, a menos de la mitad de la cotización teórica. Expresado de otro modo: 2,22 dólares es el valor que percibiría el productor si decide dolarizar los pesos cobrados por la venta de su producto”, detalló.
Según el especialista, considerando el MEP “surge con claridad” que la cotización del kilo de novillo en gancho en la Argentina pasa a ser en este caso “la más baja de la región”, siempre, aclaró, “medida en dólares reales”, incluso menor que la de Brasil. El vecino país es el máximo jugador mundial en el rubro en materia de exportaciones.
En este contexto, contra los 2,22 US$ MEP/kg equivalentes en la Argentina, en el gancho en Brasil son 3,82 US$/kg; 5,10 US$/kg en Uruguay; 5,06 US$/kg en los Estados Unidos y 3,55 US$/kg en Paraguay.
Claro que, como en el caso de los granos, en la Argentina también influye el peso de los derechos de exportación y esto también fue subrayado por el especialista. “En la Argentina también existen derechos de exportación del 9% [en carne], que si bien el productor no los ve en forma directa, los padece porque se descuentan en el precio por cobrar. Por las retenciones, el poder de compra de la industria se ve disminuido”, apuntó.
La realidad del agro muestra que, más allá de los cambios de nombres en el Gobierno, hay cosas que siguen jugando en contra. Y hacen perder ante los países vecinos.
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