En Cacharí, partido de Azul, en pocas horas se registraron más de 200 milímetros y en Castelli se superaron los 300 milímetros; problemas en los campos ganaderos
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Las lluvias de los últimos días en gran parte de la pampa húmeda le dieron un empujón a cultivos de siembras tardías de soja y maíz que venían sufridos por la sequía, pero en algunas regiones, como en Cacharí, Castelli y Dolores, entre otros lugares de la Cuenca del Salado, se registraron altas precipitaciones que dejaron cientos de hectáreas anegadas, afectando en especial a la ganadería.
“Nadie se acuerda del campo, el Gobierno solo se acuerda cuando precisa de él”, dijo Marta Arsani. Si bien hace ocho años que ella y su esposo, Carlos Alcidez Ortiz, ambos trabajadores rurales, vienen reclamando por mejoras en los caminos y en los canales en la zona de Cacharí, partido de Azul, esta vuelta es la situación más crítica que viven.
El establecimiento La Matilde, donde trabajan, se encuentra a 35 kilómetros de Cacharí por el camino viejo a Las Flores en dirección a Rauch, a unos 15 kilómetros de la ruta 50. Lo que sucedió en los últimos días fue atípico. No solo los 214 milímetros que cayeron en poco tiempo complicaron las 900 hectáreas ganaderas del campo, sino que el agua que bajaba de otros campos de más arriba sumó centímetros de anegamiento en los potreros e inundó por completo los caminos.
Hoy temprano por la mañana, cuando aún garuaba, Ortiz agarró el caballo para sacar del agua otro lote de vacas que están pariendo para moverlas a un potrero con algo más de loma. Con el agua hasta la panza del caballo, de a poco fue moviendo la hacienda a un lugar más seco.
Con 59 años, el encargado nunca vio algo igual. “Deben haber abierto más canales, es impresionante el agua que está viniendo de arriba”, le dijo a su mujer cuando regresó al puesto.
“Hasta que el agua no corra vamos a estar varados por lo menos 20 días. Todos los años pasa lo mismo pero esta vez es diferente. Hoy la mayor parte del campo y los caminos están bajo agua. Nunca vivimos nada parecido. A los que no estamos cerca de la ruta se nos va a complicar muchísimo”, indicó a LA NACION Arsani, de 57 años.
El matrimonio Ortiz-Arsani está indignado por la falta de respuesta. “Desde hace tiempo que venimos reclamando y nadie limpia los canales y las alcantarillas. Hay unos pajonales enormes y el agua va a permanecer estancada por mucho tiempo. Todo iba lindo mientras no llovía pero ahora que llovió mucho, nadie se acercó a ayudarnos. Ni los aviones recorrieron la zona como lo hacían antes”, añadió.
Arsani está preocupada también porque si bien la casa donde viven está en la altura, el agua llegó a los chiqueros de chanchos que cría y al gallinero: “El agua va entrando por todos lados”.
En otros lugares
La historia de Arsani se repitió en otras zonas como Castelli, Dolores y Pila. En el partido de Castelli llovió en solo cinco horas más del 30% de todo lo que llueve en un año. Además de inundarse el casco urbano, los problemas en algunas zonas rurales fueron diversos. Algunos productores alcanzaron a sacar la hacienda de los lotes inundados y llevarlos a lugares altos en el mismo campo, otros, sin embargo, todavía continúan con el ganado en el lugar.
Fabián Rolleri trabaja en un campo ganadero de 200 hectáreas, a tres kilómetros de ese pueblo. En la mañana de ayer, cuando se levantó, tenía agua hasta adentro de la casa. “Se llenó de agua el campo. Saqué mis animales que el patrón me deja tener y me los llevé a otro lugar. Pero la hacienda del patrón quedó acá en el campo. A la noche los junto y llevo a una lomita seca que quedó para que puedan echarse a dormir”, contó a LA NACION.
“Sigue corriendo agua a lo loco. Los dos canales que hay en la zona son viejos y no tienen limpieza de hace años, por lo que no tienen buen desagote. Después que se vaya el agua no se qué va a quedar del campo; encima el invierno que se viene va a ser bravo”, se lamentó Rolleri.
Otro productor de la zona de Castelli, Osvaldo Castagnola dijo: “Nunca en mi vida vi tanta agua en el campo. Los canales están repletos, pero los sembrados en el campo están bien”.
Alejandro Jaureguiberry, presidente de la Sociedad Rural de esa localidad, señaló que después de la gran lluvia del año 80, esta fue la más grande, con 300 milímetros caídos en pocas horas, “pero que al estar los canales vacíos, el agua los cubrió y luego corrió sin problemas”.
Para Esteban Copati, jefe de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el problema ocurrió porque al ser muy copiosas las lluvias en poco tiempo, sobre todo en regiones que son parte de la depresión del río El Salado, “el suelo no tuvo la capacidad de infiltrar ni de escurrir”.
“Al no ser zonas muy agrícolas el impacto en cultivos es menor. Puede haber alguna pérdida de lotes, sobre todo en soja pero el maíz puede aguantar un poco más. Pero en ganadería si existen varias complicaciones: la sanidad de las vacas en el agua, tener que estar moviendo la hacienda a zonas altas, las pasturas que se inundan y las reservas forrajeras”, indicó.
Por otra parte, el experto destacó que, si bien en los últimos días gran parte de la provincia de Buenos Aires sumó bastante agua, “hubo regiones como Tres Arroyos y Junín en donde aun no llovió y no recuperaron humedad”.
“Solo hay falta de piso en caminos y lotes pero se vienen siete días sin lluvias y seguramente todo se va a empezar a acomodar, con los perfiles mejor cargados para encarar la siembra de trigo y cebada a mediados de junio. Falta tiempo todavía para saber cómo va a impactar esta mejor oferta hídrica en la decisión de siembra. Va a tener que seguir lloviendo porque queda un tiro medio largo aun”, finalizó.
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