En su prosa inagotable, el autor recrea episodios de la vida en la frontera y de los arrabales porteños
La obra de Borges es reconocida como la más universalista y diversificada de la producción literaria nacional. La vastedad de su temática ha inducido a pensar que no hay universo mitológico, ficcional, filosófico o ensayístico que no haya transitado. En ese amplísimo recorrido aparece una temática ligada a su tierra y a su genealogía familiar y cultural, al hombre de la llanura, al gaucho y a su heredero, el compadrito, quien sigue realimentando el culto al coraje aunque se haya desplazado hacia los arrabales porteños. Como crítico realiza exhaustivos estudios sobre la literatura gauchesca y sus autores más representativos -Hidalgo, Ascasubi, Del Campo, Hernández, Güiraldes-; polemiza con Lugones sobre la caracterización del Martín Fierro, obra que percibe como más cercana a la novela que a la condición de epopeya. Considera que si se hubiera canonizado al Facundo como "nuestro libro ejemplar, otra sería nuestra historia [literaria]", mientras reconoce la autenticidad del Martín Fierro, obra que revaloriza como fenómeno inédito en todo el continente americano.
Muchas páginas ha escrito intentando definir el lugar que ocupa la gauchesca en el marco de la literatura nacional y continental, pero más allá de las contradictorias afirmaciones del crítico y de las adhesiones o rechazos que pueda suscitar, interesa destacar el lugar del gaucho en su obra de ficción.
En "El Sur", un "viejo gaucho extático" que representa una "cifra del Sur" es quien induce al personaje principal, Dahlmann, a enfrentarse con su destino: "En el suelo, apoyado en el mostrador, se acurrucaba, inmóvil como una cosa, un hombre muy viejo. Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentencia. Era oscuro, chico y reseco, y estaba como fuera del tiempo, en una eternidad. Dahlmann registró con satisfacción la vincha, el poncho de bayeta, el largo chiripá y la bota de potro y se dijo, rememorando inútiles discusiones con gente de los partidos del Norte o con los entrerrianos, que gauchos de ésos ya no quedan más en el Sur". La descripción condensa la diversidad de sentidos que el autor otorga a la figura del gaucho: por una parte, es la presencia eterna, "fuera del tiempo", que simboliza los saberes y mandatos de una cultura, por otra, la figura histórica, con su indumentaria típica y la mención a las disputas que su reconocimiento genera en las distintas regiones.
El gaucho no emite palabra alguna, pero él será quien arroje a Dahlmann un puñal para hacer frente al "compadrito", el personaje que lo provoca obligándolo al enfrentamiento: "Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta...". En la duplicidad de planos que presenta el cuento, ésta es la muerte soñada, anhelada, y una manera de ingresar a esa eternidad que representa la llanura. "Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura."
En "El muerto", el compadrito debe escapar de Buenos Aires, llega a la Banda Oriental para sumarse a un grupo de contrabandistas; el hombre nacido en el arrabal porteño se verá obligado a adaptarse a la vida de campo: "Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienen el olor del caballo. Esa vida es nueva para él y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombres de otras naciones veneran y presienten el mar, así nosotros (también el hombre que entreteje estos símbolos) ansiamos la llanura inagotable que resuena bajo los cascos". El compadrito puede transformarse naturalmente en gaucho porque la presencia de la llanura trasciende sus experiencias de vida; "ya está en su sangre", como está en la sangre de todos los que han nacido en ella, incluido el autor.
En sus poemas y cuentos reaparece constantemente esa inmensidad espacial que ha forjado los rasgos esenciales de nuestra existencia, "ansiamos la llanura inagotable", podemos captar su latir cósmico y entrar en sintonía con ella en una dimensión que no puede traducirse en palabras. "Hay una hora en la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música". Esa inmensidad que en un poema identifica con la patria es capaz de trasladar su imperio desde los confines de la pampa hasta los patios de los arrabales porteños... "Patria, yo te he sentido en los ruinosos/ ocasos de los vastos arrabales/ y en esa flor de cardo que el pampero/ trae al zaguán y en la paciente lluvia/ y en las lentas costumbres de los astros/ y en la mano que templa una guitarra/ y en la gravitación de la llanura/ que desde lejos nuestra sangre siente...". La pampa es "...el único lugar de la tierra/ donde puede caminar Dios a sus anchas".
La llanura es el escenario en el que sus antepasados, vivieron o soñaron gestos heroicos en el proceso de construcción de "la patria", como su abuelo, el coronel Francisco Borges, a quien rememora en "su épico universo" pampeano: "Avanza por el campo la blancura/ del caballo y del poncho. La paciente/ muerte acecha en los rifles. Tristemente/ Francisco Borges va por la llanura./ Esto que lo cercaba, la metralla,/ esto que ve, la pampa desmedida,/ es lo que vio y oyó toda la vida./ Está en lo cotidiano, en la batalla./ Alto lo dejo en su épico universo/ y casi no tocado por el verso".
El hombre de letras, desde su universo de bibliotecas, añora el pasado glorioso que siente en su sangre: "No haber caído,/ como otros de mi sangre,/ en la batalla./ Ser en la vana noche/ el que cuenta las sílabas".
La llanura y sus hombres le han dejado algo más que las figuras literarias que aparecen una y otra vez en sus obras; han dejado al hombre de letras la impronta de un estilo narrativo; el decir intenso, reticente y concentrado de su prosa, esa austeridad expresiva tan cercana al habla gaucha.
La autora es docente e investigadora universitaria