La vida del suelo participa natural y activamente en la nutrición y sobre el crecimiento de las plantas. El suelo está vivo.
Sí, en una cucharada de suelo encontramos miles de millones de organismos microscópicos que permanentemente participan en procesos que ayudan a las plantas en su crecimiento tanto facilitando su nutrición como en la defensa ante plagas y enfermedades. Son variadas las formas en que los abundantes microbios que encontramos en los suelos acompañan y mejoran la producción de los cultivos. Muchos de estos organismos se han identificado e industrializado para su incorporación efectiva al inocular los cultivos.
Los sistemas agrícolas modernos para producir trigo, y otros cultivos, tienen el constante desafío de mejorar la eficiencia al utilizar los recursos productivos, y allí uno de los pilares indiscutidos es imitar y potenciar las relaciones naturales entre las plantas y la actividad microbiana de los suelos.
Por lo que en los sistemas agrícolas modernos la integración de prácticas que incluyen la aplicación de tecnologías de origen biológicas muestra beneficios directos apuntalando el logro de modelos sustentables.
Entre los muchos microorganismos que naturalmente encontramos en los suelos, y que beneficia al crecimiento de las plantas, encontramos Azospirillum brasilense. Es un reconocido promotor del crecimiento vegetal que, en trigo, una parte importante de las mejoras en producción se relacionan con aumentos en la eficiencia de uso de nutrientes, debido a una mayor capacidad de exploración del suelo al incrementar el crecimiento de las raíces.
Los promotores biológicos del crecimiento de las plantas ayudan mayormente a lograr una mejor implantación, a mantener un crecimiento vegetativo activo superando condiciones de estrés moderado, y mejorando así la formación de granos, que contribuye directamente en la consolidación del rendimiento. Otros microorganismos, también incluidos en algunos inoculantes, facilitan procesos que aportan protección y sanidad a las plantas mejorando su crecimiento y producción.
En la Argentina abundan experiencias que sustentan el uso de inoculantes integrados para la producción de cereales, donde la aplicación de algunos hongos, bacterias, y compuestos producidos naturalmente por estos en tratamientos de semillas mejoran el crecimiento de trigo, y maíz entre otros cultivos, explicando más del 5% de la producción de granos alcanzada por estos.
Fertilizar AC compiló estudios publicados de manejo de la nutrición de trigo integrados con la aplicación de diversos tratamientos biológicos de semillas realizados en diversas áreas de producción argentinas en los últimos 15 años. Al inocular, las contribuciones relativas (porcentaje de respuesta en producción de granos) son positivas e independientes de la fertilización. Además, se observan mayores respuestas a la aplicación de fertilizantes, en promedio de unos 320 kg/ha, en los cultivos inoculados mejorando la eficiencia de uso de los nutrientes aplicados.
En un estudio específico evaluamos la contribución de Azospirillum brasilense en abundantes sitios de producción en la región pampeana, en conjunto con la investigadora María Fernández-Canigia hallamos que las respuestas a la inoculación son independientes de la aplicación de fertilizantes, y que su efecto prácticamente se duplica en condiciones de nutrición balanceada por correcciones combinadas de nitrógeno y de fósforo.
Los tratamientos biológicos en trigo son una herramienta valiosa para mejorar los beneficios de suplementar a los cultivos adecuadamente con nutrientes, tanto aumentando su disponibilidad como mejorando su crecimiento, y la consecuente captación de nutrientes aportados al fertilizar.
El autor es director del comité Técnico Fertilizar