La feroz interna de la coalición oficialista impide dar señales correctas a la producción agropecuaria. El kirchnerismo más duro está dispuesto a ponerle un freno a dos factores clave de la actividad: la hidrovía y los biocombustibles.
Con la hidrovía, crece la presión para que el Estado se haga cargo del dragado y balizamiento de la vía navegable. Pese a que el Gobierno decidió la prórroga del contrato con el actual concesionario por 90 días y que el nuevo ministro de Transporte, Alexis Guerrera, expresó la intención de llamar a una licitación como la había encarado su antecesor, Mario Meoni, aunque todavía no se conozcan los detalles, el kirchnerismo más acérrimo da rienda suelta a su imaginario de las ideas atrasadas.
Un simple trabajo de dragado y balizamiento que solo puede ser realizado por empresas de experiencia internacional para mejorar la competitividad de los productos que exporta la Argentina es tomado como una batalla por la soberanía. Ya no solo se trata de poner el foco en la vía navegable por la que sale el 80% de los productos del complejo oleaginoso, que a su vez es el principal generador de divisas por exportaciones del país, si no de cómo hacer que el transporte fluvial de Santa Fe al Norte sea una vía de salida para la producción del NOA y del NEA. Justamente, ambas regiones son las que tienen los índices de pobreza más altos del país y el mejor modo de bajarlos es crear las condiciones para que se genere empleo en la zona. Y, para hacerlo, no hay como el aumento de la producción. En el antiguo ideario de los sectores más duros del kirchnerismo, que por el momento son los que marcan el tono de la gestión del Gobierno, no hay como el empleo del Estado y el clientelismo. Una receta que todos los países que la implementaron ha fracasado.
El riesgo de que sea el Estado el que se encargue del dragado y el balizamiento de la hidrovía está en que aumenten los costos de los fletes por tonelada para el poroto, la harina y el aceite de soja. “Tenemos que mirar qué hacen los competidores, Brasil está impulsando obras de infraestructura para mejorar la competitividad de su soja”, destaca Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara de Puertos Privados y Comerciales.
El otro capítulo es el biodiésel. Sin definición sobre la prórroga de la ley, el oficialismo, con el respaldo del un legislador del PRO, presentó un proyecto que hace inviables las plantas de biodiésel que venden en el mercado interno y colocan en una perspectiva negativa a la industria del etanol de maíz. En este caso, aunque el corte se mantendría en los mismos niveles que en la actualidad, 12%, de haber una reducción en el corte el castigo llegaría para el etanol de maíz. No habla nada bien de la industria azucarera haber apoyado el proyecto que impulsa en las sombras Máximo Kirchner y haber dejado mal parada a la industria del etanol de maíz. Ganar a costa de otros no es el mejor camino.
En el caso de la industria del etanol de maíz, no solo se pone en juego la inversión que realizó en los últimos años sino toda una cadena que genera subproductos para alimentación animal, biogás y fertilizantes. Uno de los mejores ejemplos que puede exhibir la Argentina hoy con la economía circular. Menos emisiones, menos consumo de energía y más producción.
Con esta iniciativa de ponerle un pie a la industria de los biocombustibles, el oficialismo va a contramano de la dirección en la que se encamina el mundo que propugna una reducción de la emisión de gases de efecto invernadero con la descarbonización de la economía. El director de la Fundación Inai, Nelson Illescas, destacó en las jornadas de A Todo Trigo, que con la presidencia de Joe Biden, Estados Unidos volvió a la discusión internacional sobre cambio climático. Este año, recordó, habrá una nueva cumbre del IPCC y los países reafirmarán sus compromisos de reducción de emisiones.
También la Unión Europea está orientada en esa dirección con la puesta en marcha del Pacto Verde y la adopción de una política de carbono neutro para 2050. China, en tanto, que suele estar en el banquillo de los acusados en materia ambiental, planea ser carbono neutro en 2060. A su vez, destacó Illescas, la Organización Mundial de Comercio (OMC), volverá a realizar una cumbre este año y uno de los capítulos más importantes será la definición de los bienes ambientales que podrían considerarse como bienes de mercado. La Argentina, como líder en agricultura de conservación, podría insertarse en ese nuevo escenario.
Claro que para llegar a él, debe haber un liderazgo político con visión de futuro y no con una rémora del siglo XIX en la que se pensaba que la soberanía era tirar cañonazos a los barcos enemigos para conquistar un pedazo de tierra. Hoy, como se sabe, la soberanía está en el conocimiento y en el desarrollo humano. Y nada como la mejora de la producción para alcanzarlos.
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