En 2006 formamos Agro-estudio Viento Sur SRL con mi hermano y socio, Agustín Bilbao, con la idea de poder ayudar a los productores agrícolas a producir dentro de un proceso de búsqueda y de mejora continua. Desde siempre relacionados a Aapresid a través de la Regional Necochea; años después también a CREA, desde su fundación dentro de Aappce, e intercambiando constantemente con el INTA, universidades, empresas, colegas y con otros actores convencidos de que el trabajo en red es la mejor forma de producir y de vivir en un mundo mejor. Hoy somos cinco ingenieros agrónomos trabajando en equipo e interactuando con el medio al máximo posible.
Siempre impulsamos la rotación de cultivos como trigo, cebada, girasol, soja y maíz, intentando mantener rotaciones sostenibles pero con variaciones en función de los precios de los granos y de otros factores. Todo dentro de un sistema de siembra directa para cuidar el recurso suelo, realizando muestreos y análisis de suelo y tratando de realizar una fertilización balanceada.
Desde nuestros inicios apuntamos a realizar una rotación de los modos de acción de herbicidas (glifosato, 2,4D, ALS y graminicidas, entre otros), pero viendo que igualmente no nos estaba alcanzando intensificamos esta rotación, entendiendo que sí o sí tenemos que estar utilizando más de un modo de acción para controlar las malezas y que con los químicos solos no alcanza.
Más tarde se empezaron a evaluar los cultivos de cobertura. Los más usados son avena, vicia o avena + vicia con muy buenos resultados, aunque con nichos muy específicos para poder incorporarlos en nuestras rotaciones ya que tenemos más del 50% de nuestra rotación con gramíneas.
Otro pilar fundamental del manejo que promovemos es el monitoreo de cultivos y de barbechos, es decir, el monitoreo todo el año. Esto es porque para poder tomar buenas decisiones debemos tener un buen diagnóstico, conocer los lotes, los cultivos, las plagas, las malezas y las enfermedades y el ambiente para, con todo esto, ir realizando el seguimiento de lo que sucede en cada lote.
Para eso es imprescindible la investigación de base que realizan las instituciones públicas y privadas, para poder disponer de umbrales de daño, conocimientos de la biología de las plagas, de insectos y de hongos benéficos y ecofisiología de cultivos, entre otros aspectos. También es fundamental conocer las herramientas con las que contamos, sean tecnologías de procesos o de insumos, para poder utilizar siempre la mejor, teniendo en cuenta todas las aristas de la sostenibilidad de nuestros sistemas.
Actualmente estamos caracterizando junto a especialistas de la Unidad Integrada Balcarce y a empresas privadas los "refugios de biodiversidad" de algunos de los campos que manejamos, para poder conocer nuestra realidad y luego trabajar con especialistas que nos ayuden a ver qué podemos hacer para mejorar la situación.
Hace diez años que venimos trabajando en los temas que reclama la sociedad, como el destino de los envases vacíos de agroquímicos y las aplicaciones de agroquímicos en zonas críticas, comúnmente llamadas periurbanas, pero que también incluyen las cercanías a escuelas, cursos y espejos de agua y zonas de esparcimiento, fomentando interacciones público-privadas y presentando proyectos de ordenanza para tratar de lograr consensos y convivencia basados en el diálogo y en la ciencia.
Hace cinco años, de la mano del avance de las malezas resistentes, comenzamos a investigar sobre las aplicaciones dirigidas (o selectivas) de herbicidas, como herramienta para poder bajar el uso de agroquímicos, mejorando los costos de los productores, el manejo de malezas y disminuyendo el impacto de la producción agrícola. Estos últimos años hemos logrado obtener mucha información regional, junto con un grupo de usuarios de esta tecnología, la cual nos demuestra el potencial de bajar los costos de barbechos entre el 50 y el 80% y de reducir el impacto ambiental medido con el índice EIQ en un 68%, solo con la adopción de esta tecnología.
Estas son algunas experiencias y ejemplos que forman parte de un universo enorme de posibilidades que tenemos para producir más y mejor, preservando el suelo, el ambiente y la convivencia con nuestros vecinos. Está claro que es un camino infinito de mejora que incluye evaluación-diagnóstico-planificación-mejora, que tenemos todo para seguir investigando, probando, aprendiendo e implementando. Y está claro que es el camino más largo, complejo y apasionante, pero el camino a seguir. Llegó "la era de la agronomía".
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