En medio de los incendios en Corrientes, en la localidad de Mercedes el productor Martín Gómez arrasó alambrados y portones con un tractor para evitar una catástrofe con 3000 animales
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El viernes pasado, el productor correntino Martín Gómez se subió al tractor. Avanzó sobre los alambrados, portones, todo lo que estaba a su paso. Si no los destruía, como el fuego se expandía en cuestión de minutos las vacas y sus terneros iban a morir calcinados.
“Fue un episodio dantesco”, contó. El 90% del campo que tiene junto a sus cinco hermanos y su madre, ubicado a 30 km de la localidad correntina de Mercedes, quedó hecho cenizas. Este es un caso más de la situación por la que atraviesan los productores de las 335.043 hectáreas que ya se quemaron en Corrientes y de las que aún continúan en peligro. Allí las condiciones climáticas no mejoran, la falta de precipitaciones, los fuertes vientos y las altas temperaturas hacen un ecosistema perfecto para la propagación del fuego. También la falta de recursos para combatir estos hechos.
Ante este panorama, hoy el gobernador Gustavo Valdés firmó el decreto 200/22 a través del cual declaró el estado de Emergencia Agropecuaria en todo el territorio provincial. Según el reporte de incendios diario del Ministerio de Ambiente de la Nación, en dicha provincia hay activos focos en Santo Tomé, Concepción, Mercedes, San Miguel, Curuzú Cuatiá.
“No había forma de controlar las llamas. Era como un torbellino, el fuego cambiaba de curso en segundos. Nos poníamos a favor del viento para que al soplar no nos quemáramos, pero de golpe se daba vuelta y se nos venía encima. Además, hacía que se vuelva a encender lo que se acababa de apagar”, relató el productor que, gracias a la ayuda de sus vecinos y de los bomberos, pudo salvar la casa y los 3000 animales.
Según señaló, todo fue gracias a una autobomba vieja reparada hace 15 días, un tanque de agua de 1000 litros donado, bidones, ramas, un par de tractores con implementos de rastras y niveladoras a tiro. “Hay una escasez de recursos impresionante”, reclamó.
Con casi el 100% del campo quemado, la familia se quedó sin pasturas. “Es inviable, nos quedó el equivalente a un potrero, una parte de la hacienda la vamos a tener que vender, otra la alimentaremos con forraje y para el resto alquilaremos un campo. El problema es que es nuestro recurso fundamental de vida y abastecimiento; tenemos que ver cómo intentamos salvarnos sin fundirnos”, lamentó.
Según un informe de Recursos Naturales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Corrientes en el que se analizaron imágenes satelitales, el 3,8% de la superficie de la provincia sufrió quemas durante el mes de enero de 2022. El 58% de las coberturas afectadas por las quemas son áreas de humedales como esteros, bañados, malezales y vegetación de valles aluviales, el 35% pastizales y el resto, esto es el 7,4%, son bosques, tanto cultivados como nativos.
Pegado al campo de los Gómez, la estancia “La Concepción”, de Belén París y su familia, ubicado en el kilómetro 82 de la ruta 119, se convirtió en una isla. Es el único que se salvó de las llamas, pero allí no saben por cuanto tiempo más lo van a poder resguardar. Allí hacen cría ganadera, pero este año quisieron apostar a más e invirtieron $4 millones en producción de forraje para los terneros y recriarlos.
“Estamos temblando con mis hermanos; salimos a invertir más de lo que teníamos. Ahora, si lo perdemos, ¿quién nos va a pagar lo que nos arriesgamos a hacer? Así no dan ganas de seguir produciendo”, reflexionó.
“Tengo el fuego bordeando mi casa y en el Gobierno nos contestan que no hay recursos para combatirlo; entonces, ¿a dónde van los impuestos?”, dijo. La productora señaló que ayer su propiedad se salvó gracias a que otro avión hidrante del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) voló por la zona.
Según el reporte del Ministerio de Ambiente, en la provincia trabajan tres aviones hidrantes pertenecientes al SNMF junto a 8 brigadistas de Parques Nacionales, equipamiento de combate de incendios y móviles de apoyo.
“No es suficiente, realmente los productores están perdiendo todo. Nosotros amamos el sector, teníamos un campo en la provincia de Buenos Aires que tuvimos que vender. Sin embargo, mi papá quiso volver a apostar y compró este, pero le dio un infarto viniendo para acá. Él dejó su vida acá y nosotros con mis hermanos queremos seguir, pero es muy difícil así”, concluyó.
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