En el marco de nuestra estrategia de trabajo por ambientes en campos de Garruchos Agropecuaria, desde hace tres campañas estamos desarrollando un plan de reposición de nutrientes, cuyo principal objetivo es contribuir a la restauración de los suelos degradados por la propia actividad agrícola y hacer más eficiente el uso de los recursos que destinamos a la fertilización de los cultivos. Este plan se está llevando adelante en tres campos de la compañía ubicados en Rojas y en las localidades cordobesas de Pueblo Italiano y General Levalle.
Por un lado, estamos realizando grillados en la extracción de muestras de suelo para tener información acerca de las diferencias existentes en la concentración de fósforo de cada lote o polígono. Los niveles de fósforo difieren significativamente de un lote a otro. Adicionalmente, estamos analizando los granos, para determinar los niveles de nutrientes que se extrajeron del suelo en la campaña anterior.
Esta información, junto con la que arrojan los grillados, se cruza para determinar la estrategia de fertilización variable adecuada para cada ambiente. Esta fertilización se aplica al voleo, antes de la siembra del próximo cultivo. Ese voleo suma al fertilizante que se aplica en la siembra junto a la semilla y a la refertilización nitrogenada posemergente como en el caso del trigo y del maíz.
La reposición de fósforo brinda importantes beneficios para la conservación del suelo: a nivel nutricional, evita la degradación y, al mismo tiempo, permite obtener cultivos más rendidores en kilos de granos. Por ejemplo, teniendo en cuenta otras variables, pero en gran medida gracias a la refertilización de fósforo, este año elevamos el promedio de producción en 1700 kilos de maíz por hectárea.
Un segundo elemento que incorporamos al Plan de Reposición de Nutrientes es la utilización de cultivos de servicio, basándonos en la premisa de la rotación más la intensidad de rotación. Este planteo se utiliza en el sur de Córdoba, en zonas puntuales donde no es viable trabajar con cultivos de invierno.
La ocupación del suelo entre la cosecha y la siembra del cultivo siguiente resulta beneficiosa dado que aporta materia orgánica con la cobertura y es un elemento clave para descompactar los suelos. Incluso en algunos casos sembramos vicia como cultivo de servicio porque permite la fijación biológica de nitrógeno atmosférico. En estos casos, ese nutriente estará disponible para el cultivo siguiente.
Además, los cultivos de servicio propician un mejor aprovechamiento del agua de lluvia. Si el suelo está libre, el agua se escurre, pero cuando está ocupado, el agua queda retenida para satisfacer las necesidades del cultivo. Sin embargo, en zonas más marginales, con menos precipitaciones, se da una competencia entre ambos cultivos por la humedad del suelo.
Los cultivos de servicio suman más captura de carbono por ciclo productivo y aportan al menor uso de agroquímicos para el control de malezas, por mantener el suelo ocupado.
El autor es gerente de Campos de Garruchos Agropecuaria (Grupo Insud)
Patricio Juni
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