En el último año, la Argentina envió al mundo alrededor de 100 millones de toneladas de granos y subproductos, un volumen récord por unos US$28.500 millones. La soja, el maíz, el trigo, el girasol, la cebada, el sorgo y las legumbres son las principales fuentes de ingreso genuino de dólares del sector agroindustrial y para el país. Un negocio que quedó en la agenda pública desde que el Gobierno decidió intervenir y expropiar la cerealera Vicentin, en concurso de acreedores con una deuda declarada de casi $100.000 millones, con la excusa de un "rescate" y por la "soberanía alimentaria".
En los noventa, cuando comenzó a desarrollarse un clúster de procesamiento de soja en torno de los puertos del Gran Rosario para la transformación de la oleaginosa en harina, pellets y aceites, se abrió una ventana al mundo para posicionar al país con este complejo y, de hecho, la Argentina es líder en la exportación de harina de soja.
El mercado de granos representa un complejo entramado de productores, acopiadores, exportadores, operadores comerciales, corredores, bolsas de cereales, entre otros actores, que moldean un sector donde la Argentina es potencia. Después de cosechar, el productor, si no almacena en silobolsa o manda la mercadería a puerto, se relaciona con acopiadores, responsables de la comercialización del 45% de la producción. Todo esto es parte del entramado en red de la actividad.
Lo ocurrido con la decisión del Gobierno de avanzar sobre Vicentin abre el juego a varias preguntas: ¿quiénes son los principales jugadores del mercado de granos?, ¿cómo es el negocio desde que el productor vende un grano y se pone arriba de un barco?, ¿por qué es importante este rubro para el país?
En el top ten de los exportadores de granos y subproductos hay empresas internacionales y locales. Las 10 principales concentran el 91% del total de las ventas de granos y subproductos al exterior.
Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en la campaña comercial 2018/19 la exportadora China National Cereals, Oil & Foodstuffs (Cofco) se consagró como la empresa líder en exportaciones de granos y subproductos con el 15% de las ventas totales, por 14,2 millones de toneladas.
Le siguió Cargill con operaciones por casi 11,9 millones de toneladas o un 12% del volumen general. En tanto, Archer Daniels Midland (ADM) tuvo una participación de 11,2 millones de toneladas, equivalentes al 11% del total. Después, Bunge reportó 9,5 millones de toneladas, el 9% del total de lo exportado. Estas cuatro empresas de capitales globales, pero con management nacional, concentran el 48% de las ventas externas de la Argentina.
Aceitera General Deheza (ADG), la primera agroexportadora de capital nacional que figura en el ranking conocido a principio de año, despachó un total de 8,7 millones de toneladas.
En tanto, Vicentin exportó 8,4 millones de toneladas, lo que representó un 9% del total de ventas externas agroindustriales. Por el estrés financiero que atravesó el año pasado, tuvo que parar las actividades y actualmente registra ventas de la nueva campaña 2019/20 muy por debajo de su operatoria normal, sostienen desde la Bolsa rosarina. El top ten de las exportadoras con mayor presencia en el mercado internacional lo completan Oleaginosa Moreno (controlada por el grupo internacional Glencore), la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), Dreyfus y la local Molinos Agro.
Las empresas de capitales nacionales, entre las que se encuentra Vicentin además de ACA, AGD y Molinos Agro, solo el año pasado exportaron alrededor de 35 millones de toneladas de granos y subproductos. Es decir, el 36% del total de negocios de exportación del agro realizados en ese período, de acuerdo a la BCR.
En el mercado local, tanto las exportadoras como las cooperativas compran, almacenan, procesan, embarcan o envían al mercado interno los granos que adquieren de más de 77.000 productores agropecuarios. Estas empresas procesadoras trabajan con un alto número de empleados dentro de las plantas industriales, centros de acopio y puertos de embarque.
El especialista y consultor de mercados Alejandro Terré advierte que, a nivel local, hay una variedad interesante en la forma de hacer contratos de compra y venta de granos. "En el momento de la cosecha el productor tiene dos opciones: guardarla en su campo en un silo o silobolsas o entregarla directamente a la exportadora. Esa entrega puede ser en una planta de acopio, cooperativa o directamente a la exportadora o fábrica industrial. Depende de la estrategia comercial que cada productor maneje", cuenta.
En el caso de que el productor elija el acopio dentro de la exportadora y que, por algún motivo, decida no fijar el precio de los granos en ese momento y esperar a que las condiciones del mercado mejoren, "el exportador no puede hacer uso de esa mercadería hasta que el productor les haya puesto precio". No obstante, al ser los granos fungibles (no se pueden identificar), el exportador paga directamente el precio negociado.
"A veces sucede que el productor le pone precio a una parte de la producción, decide esperar y después a los seis meses cuando quiere negociar se encuentra con que el precio que hay en ese momento es más bajo que el del día que lo entregó. Ese riesgo se incrementa cuando tenés grandes cosechas y no tenés dónde meter la mercadería", señala el consultor.
Al momento de efectuar las negociaciones en la cadena comercial, los factores que más se tienen en cuenta de la producción son "la calidad de los granos, si tienen cuerpos extraños o granos partidos, rotos o humedad".
"Los granos le han permitido a la Argentina posicionarse en el mercado mundial. Eso ha ayudado a ampliar su producción y a implementar tecnología en el sistema agropecuario. Hace 20 años descorchábamos champagne porque exportábamos 10 millones de toneladas de soja y hoy estamos casi en 40 millones [considerando en grano y transformada en subproductos]. No se ampliaron las hectáreas sembradas, sino que se innovó en tecnología", destacan fuentes de la cadena.
Según datos de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), solo el complejo soja (granos y subproductos) exporta por año US$18.000 millones. Se trata del principal rubro generador de divisas de la cadena. Esto es posible gracias a la participación del clúster en torno del Gran Rosario que se encarga de transformar más del 80% de la producción nacional de soja en harina, pellet, aceite y biodiésel que se comercializan en todo el mundo.
Este modelo de negocio posiciona al país como el principal exportador de harina de soja a nivel global. "Todos los años se exportan alrededor de 34 millones de toneladas de harina de soja, esto representa ingresos por US$10.000 millones", señala Gustavo Idígoras, presidente de Ciara-Cec.
Por el aceite de soja se reciben divisas por US$5000 millones. En tanto, en el último año por la venta al exterior de 7 millones de toneladas de soja ingresaron unos US$3000 millones.
El principal destino de la harina de soja es Europa. Los mayores clientes del grano son China, Taiwán, Vietnam y Perú. En tanto, India, Bangladesh, Mozambique y Pakistán son los más grandes importadores del aceite local.
Por el lado del maíz, "todos los años la Argentina recibe más de US$5000 millones de dólares por ventas a los 122 países con los que tiene convenios comerciales para posicionar la cosecha nacional", dicen en la cadena.
Los datos de Ciara-CEC indican que "el año pasado se logró alcanzar un récord de exportaciones de más de 36 millones de toneladas, un 55% por encima de 2018 y un 75% arriba del promedio de los últimos cinco años". Según los años, la Argentina le pelea el segundo puesto de exportador a Brasil, mientras que Estados Unidos es el primero.
"El maíz es un producto que cada vez está más presente en todos lados y la Argentina es parte de la comercialización internacional de los tres países que cubren el 75% de la demanda global, que se acerca a los 145 millones de toneladas, aproximadamente", señala Alberto Morelli, presidente de la Asociación de Maíz y Sorgo Argentinos (Maizar).
"El maíz es requerido en el mundo para la producción de etanol, harinas y almidones, alimento para el ganado, entre otros servicios", destaca el presidente de Ciara- Cec.
Otros de los productos que el complejo agroexportador pone en el mundo es el trigo. Por este cereal, que el año pasado representó ventas al exterior por unos 12 millones de toneladas, ingresaron unos US$2500 millones. También se exporta harina de trigo y otros productos del sector, lo que ayuda a que todo el complejo tenga ventas por US$3000 millones.
"El otro grupo de granos donde están la cebada, el sorgo y el girasol alcanzan a generar US$1000 millones", agrega Idígoras.
De las ventas al exterior de los granos y subproductos el Estado cobra retenciones. Son unos US$5000 a 6000 millones de dólares por año. Los exportadores hacen pagos anticipados por ellas.
"Los exportadores prepagan los derechos de exportación cuando registran las declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE) que se hacen con anticipación a las futuras exportaciones, es decir el fisco recibe antes sus impuestos", afirman desde Ciara-CEC.
Los productores tienen granos que a nivel internacional cotizan en dólares, pero ellos cobran en pesos. Los exportadores liquidan en el país los dólares que obtienen, reciben pesos y pagan con ellos. A nivel internacional, la referencia de precios es la Bolsa de Chicago. En el plano local los productores siguen los valores ofrecidos en Rosario, Buenos Aires, Bahía Blanca, Quequén, por ejemplo. Para tratar de cubrirse de los vaivenes en los precios pueden usar en el país herramientas de futuro en el Matba Rofex.
Puertos e innovaciones
Las principales empresas agroexportadoras manejan puertos y terminales de embarque. Hasta el momento hay un total de 22 habilitados para realizar exportaciones de granos. En su gran mayoría, 18, están en el corredor del río Paraná, en el Gran Rosario, donde también se ubica estratégicamente Renova, el principal clúster de molienda y donde tiene participación Vicentin con Oleaginosa Moreno (Glencore) y Buyatti.
Renova, cuya planta de San Lorenzo, Santa Fe, se dedica a la producción de biodiésel y glicerina, también posee una base en Timbúes. Renova es la planta de molienda más grande del mundo.
En un radio de 400 kilómetros de Rosario, en la zona agrícola núcleo, funcionan las principales plantas industriales de molienda de granos, como AGD, Molinos, Dreyfus, Tanoni Hnos y Agricultores Federados Argentinos (AFA), por mencionar algunas.
San Lorenzo es el puerto que tiene mayor cantidad de despachos. El año pasado exportó más de 25 millones de toneladas de granos y subproductos desde 13 terminales portuarias pertenecientes a Renova, Cofco, Dreyfus y Vicentin.
En tanto, en Rosario, con cinco puertos habilitados para exportar, el año pasado se registraron despachos por 15,4 millones de toneladas.
Los puertos fluviales del Gran Rosario, que se han caracterizado históricamente por su fuerte perfil exportador de productos industrializados -harinas y aceites-, han cobrado un rol protagónico en embarque de granos de la mano de la mayor producción de cereales en su zona de influencia.
En la última campaña se contabilizaron despachos por más de 40,5 millones de toneladas de granos desde todas las terminales del corredor del río Paraná. Estas incluyeron trigo, maíz, cebada, sorgo, soja y girasol, equivalentes al 67% de todos los embarques nacionales, además del 96% de subproductos y aceites. No obstante, el poroto de soja y el maíz fueron los productos que más contribuyeron a explicar esta excepcional performance de los despachos, señalan desde la Bolsa de Comercio.
En cuanto a Zárate, que tiene tres terminales, hizo envíos al exterior por 2,6 millones de toneladas. Por su parte, desde el puerto de Quequén, con cuatro terminales, se despacharon 6,1 millones de toneladas.
En el caso de Bahía Blanca, desde cinco terminales se enviaron al exterior alrededor de 10 millones de toneladas de granos.
En 2019 hubo un récord de exportación de granos y subproductos de 100,4 millones de toneladas desde todos los puertos del país. Solo de granos fueron 60,2 millones de toneladas, un aumento de 19,6 millones de toneladas respecto de 2018, año signado por una de las peores sequías en 50 años y que dejó pérdidas de ingreso de divisas por unos US$8000 millones.
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