La evidencia demuestra que aumentó la producción cuando se bajaron las retenciones; las entidades rurales le pidieron un gesto al Gobierno
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El tono empieza a cambiar. Por los números ajustados de la campaña 2024/25 y el escenario climático que vuelve a complicarse por la escasez de precipitaciones en el comienzo de la primavera, las entidades gremiales rurales están advirtiendo que la presión impositiva afecta a los productores.
La Mesa de Enlace utilizó por primera vez una palabra fuerte: asfixia. Fue tras la reunión que los presidentes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino; Federación Agraria Argentina (FAA), Andrea Sarnari; Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Carlos Castagnani, y Coninagro, Elbio Laucirica, mantuvieron anteayer. Es la primera en la que participa una mujer, en este caso, la titular de la FAA.
“Desde las entidades estamos seguros de que necesitamos medidas e incentivos en varias producciones, así como también un alivio fiscal en general, porque no puede persistir esta carga fiscal que nos asfixia. Urge que desde el Gobierno se acompañe al sector para generar mejores condiciones, principalmente para la próxima cosecha”, expresaron los ruralistas tras el encuentro.
La inflexibilidad del Poder Ejecutivo en bajar los Derechos de Exportación (DEX) a los granos tiene como respuesta un planteo de tipo defensivo en la actual campaña. Las estimaciones y proyecciones de las bolsas de cereales y comercio dan cuenta de esa posición de cautela. El maíz podría tomarse como ejemplo. Si bien el temor a la repetición de la chicharrita es el argumento más utilizado para explicar la caída en el área sembrada con el cereal (1,6 millones de hectáreas menos respecto del ciclo pasado), no es casual que el cultivo que requiere más inversiones tenga una reducción del área. Respecto de la chicharrita, la Red de Monitoreo que organizaron distintas entidades técnicas, universidades y centros de investigación viene dando cuenta en sus informes periódicos que está en retroceso. ¿Toda la baja del área puede atribuirse a la chicharrita?, cabe preguntarse.
La contracara del retroceso del maíz es la nueva expansión de la soja, cultivo que requiere una menor inversión por hectárea que el cereal. En este ciclo, según la proyección de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, tendría un crecimiento de 1,7 millones de hectáreas.
No es malo que crezca el área con soja, pero cuando es a expensas de la situación económica irregular, hay menos motivos para festejar.
El único frente positivo viene por el lado de los precios internacionales de los granos que dejaron de caer en una espiral descendente. La falta de lluvias en la principal zona productiva de Brasil y la baja de las tasas de interés que dispuso la Reserva Federal de Estados Unidos coincidieron para cortar con la “tormenta perfecta” que amenazaba con erosionar todavía más la estrategia de la campaña.
Pese a ese contexto y a las pocas herramientas que está dando el Gobierno para impulsarlo, el campo fue el principal sector de la economía en generar divisas por exportaciones. Un trabajo del economista David Miazzo señaló que entre enero y agosto, las cadenas agropecuarias lideraron el ingreso de divisas entre los sectores económicos con más de US$20.100 millones, con el 83%. Muy adelante de la minería, los autos y los servicios informáticos. Aunque se prevé que las exportaciones de gas y petróleo se incrementen el año próximo, vía la producción de Vaca Muerta, y el sector energético mejore su aporte de divisas, el campo sigue estando a la cabeza de las exportaciones de bienes. Y sin regímenes particulares, también se pone al hombro las decisiones de inversión. Con una presión impositiva asfixiante, tal la calificación de los ruralistas, se calcula que solo en la campaña agrícola el monto puesto en juego año a año ronda los US$15.000 millones. Esta cifra podría ser claramente superior con pocas señales y decisiones que se adopten. Lo afirmaron las entidades rurales al requerir al Gobierno un programa de reducción de DEX.
Hay evidencias muy recientes para demostrar que cuando baja la presión impositiva, aumenta la producción: cuando los DEX bajaron a cero para el maíz y el trigo se multiplicó el área sembrada con estos dos cereales. Y eso ocurrió en un escenario en el que la soja también tuvo una reducción de cinco puntos porcentuales en los DEX. Otros países adoptaron este camino hace tiempo, como Brasil por ejemplo, y hoy están pensando en conquistar nuevos horizontes de mercados que se traducen en un mayor desarrollo en las regiones que viven de la producción agropecuaria. Eso ocurre aquí no más y sin alquimias.
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