Es una alternativa al tradicional sistema de arroz sobre arroz, que aumenta la producción de alimentos y disminuye las labores y prácticas agrícolas
Así como cuando se habla de rotaciones se piensa en la tradicional alternancia entre el trigo y la soja, conviene comenzar a acostumbrarse a escuchar más seguido la rotación entre el cultivo del arroz y el pacú. Aunque suene extraño, esta alternativa viene a cambiar muchos de los paradigmas conocidos y abre un nuevo horizonte de posibilidades productivas en el norte del país. Es tan revolucionaria que junta en el mismo lote a la agricultura y a la acuicultura. En el establecimiento Arrocera San Carlos, en la localidad chaqueña de La Leonesa, que tiene una exitosa trayectoria de 30 años en la producción de arroz por medio de métodos de labranza mínima, se destinan 210 hectáreas a la explotación combinada y rotativa de pacú y arroz. Es decir, se alterna la producción de proteína animal y de arroz de excelencia. Del total de la superficie, se destinan 90 hectáreas al pacú y las 120 hectáreas restantes se ocuparon con distintos cultivos de arroz ya cosechados, que serán pobladas con pacú durante este otoño. A su vez los lotes con pacú pasarán a tener arroz a partir de su siembra en octubre.
Para lograr esta rotación se tuvo que reacondicionar el perímetro de las parcelas para que puedan soportar una columna de agua de 1,3 metros. Lo que significó un importante movimiento de tierra por el trabajo de las excavadoras y una fuerte inversión de casi 1600 dólares la hectárea.
¿A cuánto se apunta a producir? De arroz, 7500 kilos por hectárea, si se toma el promedio de rinde de los últimos cinco años en San Carlos, y en pacú de 2000 a 3000 kilos por hectárea. Piensan cosechar durante este otoño- invierno cerca de 170 toneladas en total de pacú. Además al disminuir las labores y prácticas agrícolas este sistema intenta tener mayor sustentabilidad que el modelo tradicional de producción de arroz.
Queda por validar en las próximas siembras el aporte de fertilidad al suelo por el aporte de la excreción de los peces sumado a la existencia de una gran cantidad de organismos que viven en el agua durante el ciclo del cultivo de peces. Terminan como materia orgánica en el fondo del estanque y aportan una gran cantidad de minerales y nutrientes al suelo.
Una fórmula infalible
La clave que puso en funcionamiento esta novedosa rotación hay que buscarla dentro de una fórmula conocida, pero no por eso menos efectiva: la asociación de dos expertos de diferentes áreas en un proyecto común. Así es como un buen día los productores de arroz, Eduardo y Martín Meichtry, padre e hijo y titulares del establecimiento arrocero, se encontraron con Néstor Gromenida especialista en acuicultura con 20 años de trayectoria.
La primera motivación de los Meichtry no estaba puesta en desarrollar un proyecto acuícola y mucho menos dar con una rotación para el arroz. En ese momento, hace casi dos años, ellos buscaban una respuesta a las presiones que venían recibiendo de grupos ambientalistas que los acusaban de contaminar el suelo, el ambiente y la población de La Leonesa con el uso de herbicidas. "Nosotros veníamos haciendo análisis en aguas y suelos y los resultados demostraban ausencia de contaminación por agroquímicos. Pero aún así seguíamos sufriendo acusaciones. Por lo que se me ocurrió una forma de redoblar la apuesta y demostrar de una buena vez que no había contaminación. Le dije a mi padre: ¿Por qué no llenamos de peces, que son altamente sensibles a los agroquímicos, esos dos esteros que tenemos a unos 500 metros del borde del pueblo?", recuerda Martín Meichtry.
Al principio, la idea parecía medio descabellada pero no dejaba de ser una salida a la situación conflictiva que estaban viviendo. Antes de abortar la idea, decidieron buscar más información y así es como los Meichtry se corrieron hasta Clorinda, Formosa, para ver con sus propios ojos de que se trataba ese mundo totalmente desconocido de la acuicultura que les venía hablando Néstor Gromenida en anteriores charlas telefónicas. En el establecimiento acuícola Isla-Pé, aprendieron sobre el ciclo completo del pacú y conocieron el laboratorio, las instalaciones para la reproducción, la recría y el engorde.Y comprobaron la seriedad con la que trabajaba quién en el futuro les iba a abastecer de alevines.
Sin embargo, lo más importante de ese encuentro fue que los chaqueños "pegaron onda" con el formoseño Gromenida y comenzaron a compartir generosamente sus conocimientos. Así es como la idea original de llenar de peces los dos esteros cercanos al pueblo, como forma de demostrar que no se contaminaba, fue mutando progresivamente hasta darle forma al proyecto en que la acuicultura se incorpora al planteo arrocero.
El arroz pregerminado
La acuicultura permitió reflotar la idea de sembrar el arroz pregerminado que brinda una gran cantidad de ventajas sobre la siembra convencional. Al sembrar la semilla pregerminada sobre 3 centímetros de agua, con mucho barro y con un suelo con nutrientes, ya no es necesaria la roturación y se asegura la fecha de siembra ya que no se depende más del factor climático. Además, al tener el suelo saturado de agua se puede llegar a prescindir totalmente del uso de herbicidas debido a la ausencia de malezas. Esta técnica no se pudo implementar antes debido a una gran limitación: al arroz pregerminado se lo comían los caracoles. La gran noticia que les llegó a los Meichtry fue que el pacú se comía a los caracoles. En este caso Néstor Gromenida apeló al ver para creer: "Vengan hasta Clorinda y no van a encontrar un solo caracol en los estanques. El pacú se los come a todos ya que son parte de su dieta natural".
En esta rotación planteada el pacú es una pieza clave para lograr un stand de plantas adecuado en la siembra del arroz pregerminado. Casi de inmediato, llegó a San Carlos una sembradora brasileña especializada en este tipo de siembra. El germinado del arroz se obtiene después de tener sumergidas en agua la bolsa de semillas por 24 horas.
Los primeros pasos de la rotación entre el arroz y el pacú se dieron en marzo del año pasado luego de cosechar el arroz. Confeccionaron rollos sobre el rastrojo para disminuir su volumen y no compremeter la calidad del agua. Inmediatamente después sembraron pacúes jóvenes de 80 gramos que pasaron el invierno aletargados porque cuando la temperatura baja a menos de 18 grados casi no comen. Durante la primavera se los vuelve a alimentar hasta que en marzo comienza a cosecharlos, tarea que dura todo el invierno, ya que casi no tienen pérdida de peso. Al alcanzar el 1,5 kilos se los faena
"En estos sistemas de explotación extensiva del pacú, en los que se manejan menores densidades de peces, alrededor de 2000 peces por hectárea, sin renovación de agua y con una dieta repartida entre la alimentación natural de las plantas y el alimento balanceado, se puede llegar a cosechar entre 2000 a 3000 kilos de pacú, por hectáreas", estima Néstor Gromenida.
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