A medida que esa inestable y cambiante línea que marcaba el límite entre la colonización y el indio se modificaba, la civilización en la campaña se iba desarrollando a través de diversas construcciones, ya sean civiles o militares.
En 1742 el río Salado era el límite. Pasaron sucesivas campañas militares y ampliaciones hasta llegar a la zanja de Alsina de 1876 y 500 km de extensión (siendo esta y salvando las diferencias una especie de muralla China modesta?). El último malón en Argentina se registro en la Provincia del Chaco, en el fortín Yunka, en 1919. En estos lapsos de tiempo se desarrollaron las primeras postas de carretas (y diligencias), los cascos de estancias y los fortines del ejército Argentino o fuerzas coloniales.
Las primitivas estancias y postas se construyeron con un concepto utilitario de la época (habitaciones, cocinas, corrales apartados para caballos, etc.) y a la vez defensivo. Abundaban en dichos edificios las terrazas almenadas (como en los castillos medievales), los miradores y atalayas, puertas y ventanas de madera solida, rejas cuando se podían dar el lujo, fosos y zanjas, parapetos de arbustos espinosos, etc. Todo ello en afán de defender el lugar a la vez que se desarrollaban actividades ganaderas en su mayoría. La presencia de malones era una posibilidad real.
Un buen ejemplo de casco de estancia fortificado es el edificio que hoy existe en la estación experimental del INTA en el partido de Pergamino. La misma consta de todo lo descripto, siendo una construcción de ladrillos de dos plantas y un mirador. Fue construida en 1841 en la Estancia "San Juan" de Don Pío Cueto, Juez de Paz, Comandante Mayor y Estanciero del partido de Pergamino. El INTA la adquiere en 1958 y en 1963, post una gran restauración, la constituye en el museo Agrícola Pampeano.
En el ámbito militar, las construcciones fueron guardias, atalayas, baterías, cantones, fortines, fuertes, comandancias y fortalezas que recibían su nombre según su función, ubicación o envergadura.
Los más pequeños fortines constaban de un montículo de tierra, con un rancho encima, eran de acceso peatonal y se dotaban de 2 a 4 personas, siempre había un corral aparte para la caballada.
Las formas y dimensiones variaban pero podemos asegurar que el fortín arquetípico y mas habitual era de forma circular, de 20 metros de diámetro, con un foso de 4 o 5 metros de ancho y 2 o 3 de profundidad, habitualmente tenían contrafoso y puente fijo o levadizo y la construcción solía ser de tapia de tierra o palo a pique (estacas y troncos clavados de punta) que se completaba con uno o dos ranchos de caña o adobe, ocasionalmente un mangrullo de palos y un cañón, mas de aviso que de defensa. La dotación típica era de 1 oficial y menos de una docena de soldados. Siempre estaba ubicado a la vera de un río o laguna.
Existe una película Nacional Llamada "El ultimo Perro" (1956) - basada en la novela del escritor Guillermo House - que está ambientada en un fortín-posta muy bien recreado. También El gran dibujante y artista Enrique Rapela los represento con gran rigurosidad histórica en sus historietas "El Huinca" y "Fabián Leyes".
Las tipologías iban evolucionando en sus dimensiones hasta llegar a fortalezas con 200 o 300 metros de lado, muros de ladrillo común o adobe, bastiones, edificaciones interiores sofisticadas y dotaciones de 700 o 900 soldados.
Muchas de estos fuertes y fortalezas derivaron luego en grandes ciudades de la Provincia de Buenos Aires como Luján, Pergamino, Lobos, Bahía Blanca, Azul, etc. Pero esa es otra historia...
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