La desesperación para que “El campo liquide la cosecha” no es nueva. Ahora quizá la premura y las presiones son mayores, ya que la economía argentina cruje. Y cruje no por falta de dólares, sino por falta de confianza, que es en definitiva la moneda más dura que ha acuñado la humanidad. Moneda que en la Argentina se ha devaluado más aun que el peso. Ya perdió “la confianza” más ceros que el propio peso.
La cosecha se vende siempre, se vende toda, todos los años. Pero también todos los años se dice y se afirma con gesto adusto y casi amenazante que “el campo no líquida”. Y al final de la campaña la soja, trigo y maíz se venden siempre. De lo contrario, habría capas geológicas de soja, trigo y maíz acumuladas. Cuestión que no existe.
La Argentina pasó de participar con el 21% de la producción de soja mundial en 2010 a hoy solo el 12 %. Es cierto que en ese período se duplicó la producción de maíz en la Argentina, pero el crecimiento del cereal fue al mismo ritmo de Brasil, Uruguay y Paraguay, quienes a su vez ganaban terreno en soja a ritmo vertiginoso, mientras nosotros cedíamos mercados.
La urgencia gubernamental pide que se venda ya lo que normalmente se vende durante el año. Pero el stock es el mismo. Lo que se vende hoy no se venderá mañana. Producimos menos soja que hace una década, ese es el problema. El punto no es intentar capturar el stock, sino dejar fluir la producción.
Los “volúmenes de equilibrio” [una medida de intervención para el trigo y el maíz] actúan como un tapón en una cañería, obstruyen la capacidad de producir. Los determina un burócrata y, de manera consciente o inconsciente, envía un mensaje a los productores que no siembren mucho, ni utilicen más tecnología ya que no van a poder vender la cosecha de manera fluida, porque la exportación va a estar cerrada y la apertura a merced de un funcionario.
Un país desesperado por dólares cierra la exportación de trigo y maíz mientras el mundo pide a gritos esos productos y está dispuesto a pagarlos muy bien. ¿Qué se puede decir?
Ya cayó el área de trigo en un millón de hectáreas esta campaña. Justamente, el año que pudimos haber sembrado dos millones de hectáreas más. La diferencia entre una situación y otra son 3000 millones de dólares que se esfumaron. Dólares que no van a estar en diciembre, enero próximo y vamos a lamentar. Y vamos camino a algo similar con el maíz si es que no cambia la política de comercio internacional.
Con cierres y aperturas de exportaciones, los traders (exportadores) juegan con las cartas marcadas. Por eso no se quejan. Es más fácil tirar las redes en una alcantarilla estrecha que pescar en mar abierto. Hoy nuevamente se acercan ideas e inventan alquimias para forzar que se vendan los stocks. Y nadie piensa en el flujo. La inmediatez es la reina. Y, a su vez, la madre de la escasez.
El autor es productor agropecuario
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