Al recordar los dichos del doctor Bernardo A. Houssay cuando, en 1937, en la Academia Argentina de Letras, en una recepción al Sr. Calmón de la Academia Brasileña de Letras, comentó sus viajes a Brasil, y “se refirió al gaucho de la región del Sud, tan parecido en sus costumbres y utensilios al gaucho oriental y al argentino del Litoral, hasta numerosas características dialectales”; es oportuno comentar el poema narrativo “Antonio Chimango” escrito en 1915 en portugués y ambientado en Río Grande del Sur por Amaro Juvenal, seudónimo de Ramiro Barcelos.
Este poema se divide en cinco Rondas, cada una de ellas nutridas de sextetos octosílabos, y divididas en dos partes una con tareas camperas (relativas a unos troperos y relatada por el autor) y la otra es una sátira (lo canta al ritmo de un bandoneón un personaje de la obra: Tío Lautério). Esta sátira se ocupa de las dos autoridades que tuvo Río Grande del Sur desde 1893 hasta la aparición de la obra.
En la Primer Ronda: un tropero por un trago de “cachaza” comienza a contar la historia; chistó la coruja (lechuza) en el momento que nacía muy flaco Antonio Chimango, tal es así que la Comadre al verlo dijo espantada:- ¿Esto es gente o pajarito?; y una gitana a los pocos años predice que será gran cosa.
En la Segunda Ronda: Antonio, en los quehaceres camperos, dejaba mala impresión, con el lazo no acertaba un pial y para andar a caballo siempre al paso, además estaba con apariencia enfermiza y con dolores de barriga, y para peor su vida escolar en la Estancia transcurre con un viejo borracho como maestro.
Tercera Ronda: Comenta que Chimango vive en la estancia del Coronel Prates, hombre muy campero, respetado y trabajador, allí debe dar maíz a los gallos de riña, sacar los huevos del gallinero y cebar mate amargo al patrón mientras le comenta e informa todo con lujo de detalle. Sobre el Coronel Prates refiere:
Boleava como un charrua/E nunca se tarantava;/ Sí, por acaso rodaba, Nem le prestava attenção;Redea e cabresto na mão,/Fresco e de pé se aprumava.
En la Cuarta Ronda: El Coronel a pesar de manifestar que Chimango es un “maturrango” incapaz de domar potros como el resto del personal, lo designa capataz de la estancia San Pedro, por su obediencia. Recibe Antonio consejos, que atentan contra las buenas costumbres, por parte del Pardo Aureliano.
Quinta Ronda: El Coronel Prates muere y el capataz Chimango queda a cargo del establecimiento. Aparece un tal José Turuna, gaucho atrevido, que como antiguo protegido del coronel tenía fe en heredar la estancia. Chimango continuó como capataz y remitía las ganancias a su nuevo patrón Turuna, y como es lógico la estancia se vino abajo. Pobre Estancia San Pedro: “Onde o gaucho era rei/ E agora é negro surrado”
Al principio el poema fue distribuido de manera clandestina, dado que Antonio Chimango representaba a la Autoridad de Río Grande del Sur, Antonio Borges de Medeiros que estuvo en el cargo entre 1898 y 1928, quién fuera sucesor y discípulo de Julio Prates de Castilhos (gobernó Río Grande entre 1893 y 1898) en el poema figura como el Coronel Prates, y la Estancia San Pedro simboliza el estado del Río Grande del Sur (Antiguamente -1807- era denominado Capitanía de San Pedro del Río Grande del Sur). O povo é como o boi manso,/ Quando novilho atropela,/ Bufa, pula, se arrepela,/Escrapetea e se zanga;/ Despois?.vem a lamber a canga/E torna-se amigo d´ella.
Entre algunos vocablos regionales de la obra y que tanto hemos leído en este espacio se pueden mencionar: Apero, Bagual, Cabresto, Carona, Estancia, Gaucho, Gurí, Invernadas, Matambre, Matungo, Maturrango y Pangaré. También de origen Quechua a: China y Guampa, y de Origen Guaraní a: Taquara, Tapera y Urupuca, entre otras. Por similitud vemos: Boleadeiras, Carreiras, Chimarrão, Laço, Novilho, Rinhas de galo, Tropeiros, Tropilha, entre otras.
Dada la difusión de la obra, la temática continuó con: Piá do Sul en “Gaúchadas e Gaúchisimos”, con ilustraciones de Carlos Castells, la mayor parte de los versos los denomina Chimangadas inspirados en el movimiento contra el personaje Antonio Chimango y en homenaje al gran poeta Amaro Juvenal, en 1927 con la “Historia de Don Chimango” escrita por Homero Prates, y el 1935 con “La vuelta de Antonio Chimango” de Valdemar Correia.
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