Verano. Época con cultivos de cosecha gruesa sembrados y en desarrollo, de recorridas y de monitoreos. También de reflexiones y discusiones para planificar los próximos pasos en estos cultivos y las decisiones a más largo plazo. Es el momento para combinar los "faros cortos" de decisiones mayormente operativas con las de estrategias de mayor alcance y estar mejor preparados para establecer planos de resolución de varios o muchos de los problemas productivos con los que nos enfrentaremos. Algo así como un buen momento para la "pretemporada técnica" en la que nos entrenamos para ejecutar con agilidad decisiones que aplicaremos durante los próximos meses
Soy ingeniero agrónomo graduado de la Universidad Nacional de La Pampa y socio de DZD Agro una consultora con foco en el planeamiento e implementación de estrategias de producción y de desarrollo de soluciones agropecuarias. Durante gran parte de mi formación y del ejercicio profesional transité, y transito, por regiones agroecológicas dónde los suelos son frágiles y el manejo del agua de lluvia en los sistemas de producción tiene un rol central sobre el crecimiento y los resultados de los cultivos.
La mayoría de los planteos agropecuarios de secano se desarrollan sobre suelos que requieren cuidado, si consideramos que éste es el reservorio del agua que aportan las precipitaciones y regula su disponibilidad para las plantas. Es aquí donde vemos que la puerta de entrada a los planteos de producción no se modifica. El control de la erosión - de la pérdida del suelo por el viento o por las lluvias - es uno de los pilares de la sustentabilidad que no tiene discusión. Esta necesidad implica mucho más que hacer los cultivos con siembra directa. Se extiende a anticipar procesos de riesgo y actuar en consecuencia, cuidando la producción y el mantenimiento de los suelos cubiertos con rastrojos, evitando las siembras siguiendo las pendientes de los lotes y, según las regiones y cultivos, con cultivos en franjas o instalando terrazas.
La mayoría de las decisiones para la producción de cultivos se desarrollan en el plano de los pronósticos, de las incertidumbres. Por lo tanto, al cuidar el suelo (reservorio de agua y de nutrientes para las plantas) e incorporar indicadores de su estado actual (mediciones de agua y de oferta de nutrientes) avanzamos en darle mayor previsibilidad a nuestros planteos. Sin embargo, no dejamos de enfrentarnos a dilemas de planificación productiva que requieren balancear entre el resultado económico de la decisión (renta), la transformación del sitio según las demandas de los sistemas, y, también, su interacción con las demandas de la sociedad. Si bien podríamos describir diferentes propósitos, estamos frente a uno solo y compartido desde varias perspectivas. Es así como el equilibrio entre las prioridades que lo guían es dinámico y requiere de adaptaciones culturales constantes en todos sus actores.
Sin definición única
Desarrollar sistemas agropecuarios sustentables está aparentemente ligado a una definición única. Sin embargo, sus componentes -ecológicos, de productividad o económicos y sociales - fluctúan su importancia relativa temporal y regionalmente. Por un lado, los elementos ecológicos ligados a la productividad agronómica mirados mayormente dentro de los lotes, y, por otro, los sociales o de impacto ambiental que se expresan fuera de estos. El sostenimiento empresarial o del productor está al medio, y tal como en la conservación del suelo, es otro de los pilares a cuidar y recurrir para mejorar la previsibilidad en la búsqueda de certidumbres en un contexto complejo de interacciones biológicas y ambientales múltiples administrando recursos escasos.
Abundan los casos de productores que al valorar el cuidado de la calidad productiva de los suelos acompañan anticipadamente nuevas regulaciones y escenarios productivos, siendo parte activa en su génesis e implementación. Son varios los ejemplos de casos en esta dirección, como el manejo de lotes para el cultivo de maní en La Pampa, hoy bajo regulación con fuerza de ley. Allí, su producción comienza con la selección de lotes según sus cultivos previos, e incluye incorporar franjas de maíz dentro de lotes para reducir el efecto del viento luego del arrancado del maní, acompañando así la conservación del suelo y su capacidad de producción.
Esta complejidad desafiante valida que las decisiones deben ser propias, adaptadas a cada realidad. No hay otra receta para diseñar planteos productivos que la permanente actualización y selección de indicadores amplios, diversos, con metodologías cuantificables y procedimientos precisos. Es una estrategia dinámica que ayuda a acercar el plano de los pronósticos e incertidumbres hacia las realidades a la hora de tomar posición ante los dilemas de construir nuestro futuro productivo con la compleja interacción de actores articulados a través de planteos sólidos y con información.
De esto se trata, de elaborar y accionar en planteos inmersos en el mismo desafío de atender equilibrada y sostenidamente las demandas de producción primaria aportadas desde nuestros suelos. Es traer el futuro al presente, y mantener el fino balance en la producción de alimentos, el cuidado del recurso y una vida de calidad.
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