En Corrientes ya hay productores que cuentan decenas de animales víctimas de encefalomielitis equina
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Desde hace varios días, la angustia, desesperación e incertidumbre que viven los productores correntinos por un brote de casos de encefalomielitis equina es enorme. También hay casos en Santa Fe y se sospecha de otras regiones. Dos semanas atrás, un grupo de whatsapp de criadores de caballos criollos se activó y se puso en alerta cuando diferentes integrantes comenzaron a compartir videos sobre los extraños comportamientos que tenían algunos de sus equinos.
En las grabaciones, los animales actuaban descoordinados, duros, con falta de movilidad y se mostraban tristes en su andar. Hoy se está presentando mortandad de equinos en diversos lugares mientras hay preocupación por la poca disponibilidad de vacunas. En el Senasa ya confirmaron que se trata de la variante del Oeste (EEO), la misma que se diagnosticó en 1988. Esta cuestión no es menor ya que de las tres cepas de encefalomielitis equina, la Este, Oeste y Venezuela, de esta útima no existe vacuna alguna y se complicaría aun más el panorama.
“La tasa de letalidad (el porcentaje de equinos muertos sobre los que se enferman) para EEE puede llegar al 90% y entre 20 a 30% para la EEO. El resto puede convalecer y quedar con secuelas en algunos casos. En el caso de la EEV, la tasa de letalidad es muy variable, del 40 a 90%; también pueden quedar secuelas en los equinos que convalecen”, explicaron en el organismo.
Uno de los primeros en enviar una grabación casera fue César Sagario que, desde Malvinas, en el departamento de Esquina, mostró un potrillo gateado que se movía de manera rara. Sagario es productor y además administra varios campos de la zona. Desde chico que es un amante de los caballos y en los establecimientos familiares tiene alrededor de 800. En su mayoría son de la raza criolla pero también cría cuarto de milla, árabe, mestizos para trabajo, hasta burros y mulas.
“En una recorrida, días atrás, un peón vio que un gateado de tres años se comportaba de manera poco habitual y caminaba con mucha dificultad. Enseguida lo llevamos a la manga y le sacamos sangre para descartar el virus que al final dio negativo. Sin embargo, en otros lotes comenzaron a aparecer otros caballos con los mismos síntomas y ahí nos empezamos a preocupar”, dijo a LA NACION.
Rápidamente, los casos en la región se multiplicaron y al no tener un diagnóstico certero para tratar a los animales enfermos, a los productores los llevó a improvisar los remedios para curarlos. “El ecosistema de la zona varió en los últimos tiempos, veníamos de una sequía extrema de tres años y 10 meses. Llegaron las precipitaciones y los campos se llenaron de agua, volvieron los bañados y la humedad. Y aparecieron bandadas de aves silvestres y patos, plagas como la garrapata y los hongos y sobre todos los mosquitos, que son los transmisores de la enfermedad”, detalló.
“Pero esto no empezó hace 15 días. Más al norte y en el centro de la provincia, donde la lluvia llegó antes, hubo casos que no despertaron alarma porque fueron hechos aislados nomás. Pero ahora se ven muchísimos”, agregó.
Según contó, ya lleva 20 caballos muertos y muchos otros están con diferentes tratamientos. “En el grupo compartimos nuestras experiencias, cómo los animales responden a la dexametasona, a los antibióticos y a otras drogas. Hacemos lo que podemos pero es difícil porque no hay disponibles vacunas específicas y las pocas que hay salen más de $9000 la dosis la importada, imposible de costearlo. Sobre todo cuando no sabemos qué cepa es la que se transmite. Mirá si gastamos esa plata y resulta que es otra variante de la enfermedad, es dinero tirado a la basura ¿Quién te garantiza que se salven los animales? Es un costo muy alto. En la desesperación, uno quiere vacunar pero no tenemos un diagnóstico claro de cuál es la cepa”, detalló.
Respecto de esto, el Senasa señaló que “se encuentra coordinando con las cámaras de productos veterinarios y laboratorios productores para generar la mayor disponibilidad de vacunas en el menor tiempo posible”.
Según explicó Santiago Tapia, de la Sociedad Rural Argentina (SRA), que participó de una reunión con funcionarios del organismo sanitario, en el término de 15 días los laboratorios nacionales estarían en condiciones de tener disponibilidad de vacunas para los caballos. “Uno de los laboratorios que van a proveer vacuna es Rosenbusch pero va a ser un ritmo de entre 40.000 a 50.000 vacunas por mes. Y Tecnovax, que calcula que va a poder hacer las 300.000 en dos a tres semanas”, dijo
Una cuestión no menor es que el Senasa “modificaría lo dispuesto en la normativa que exigía que el animal cuente con una vacunación vigente para Encefalomielitis Equina del Este y del Oeste aplicada al menos quince (15) días antes del movimiento y ahora permitiría la libre circulación de los animales, siempre y cuando no provengan de lugares con brote de la enfermedad”.
Para Sagario, es prueba y error. No solo en los tratamientos empleados sino en observar el comportamiento de los equinos en los lotes: “Lo que fuimos constatando que los que más se enferman son los potrillos menores de tres años. Por ejemplo, muchas crías al pie de la madre se enfermaron pero ellas no. Puede tener que ver con la inmunidad que venían de antes los animales más viejos y estos nuevos que no tuvieron contacto con los insectos por la seca que hubo no la tienen. Por eso, voy a hacer serología de los caballos para tener algo más fehaciente. También comprobamos que en un misma manada hubo caballos que se enfermaron y otros no; es decir que no se transmiten entre ellos”.
Tal es el grado de desconcierto que viven los productores que cualquier cuestión poco común los hace entrar en “psicosis”. “Anoche vino un chico que trabaja en uno de los campos que atiendo y me dijo que se sentía descompuesto. Me asusté mucho y no dudé en llevarlo al hospital. Ahí lo dejé internado para que le hagan todos los estudios y descartar la enfermedad”, señaló.
En tanto, en Curuzú Cuatiá, Rodrigo Díaz de Vivar, criador de caballos criollos vive una situación similar. Aunque por ahora, “gracias a Dios”, solo se le murieron cuatro de 300 que tiene en el campo, está desesperado para conseguir vacunas para la enfermedad. “No me importa el costo pero las quiero tener. Me dijeron que en Pehuajó hay disponibles, así que si no me las pueden mandar me voy a ir a buscarlas”, remarcó.
Su primer caso fue un potrillo criollo recién nacido que murió enseguida. Luego otro que con los menchos pensaron que era tétanos por la manera que tenía de moverse el animal o tristeza (que lo trasmite la garrapata). Llamó a la veterinaria y la especialista le aconsejó darle dexametasona y antibióticos.
Pero al tener más casos y recibir videos de otros criadores entendió que la cosa iba por otro lado. “Al no haber vacunas, muchos improvisan con tratamientos con terramicina e ivermectina por boca y, si le funcionan siguen adelante. Ya tuve 20 casos. También ahora dí la orden de recorrer todos los potreros todos días, mañana y tarde, y a los que veo que se muestran extraños los traigo cerca de la casa para seguirlos. Te recomiendan fumigar contra los mosquitos pero eso es imposible, es no conocer el campo: son miles de hectáreas de monte y bañados”, enfatizó.
Para Sagario, solo quien es un apasionado de los caballos puede entender lo doloroso que es que se muera un animal en el campo sin tener las herramientas para salvarlo. “Verlos en el campo a la tardecita y a la noche, corriendo por el potrero desesperados y estresados por el zumbido permanente de los mosquitos que los asecha es angustiante. Cada animal que se te muere es como si te pegaran una puñalada. El otro día, cuando vi morir un potrillo bayo, hijo de una cuarto de milla y de un árabe, uno de mis preferidos, te duele y se te parte el corazón”, finalizó.
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