Nacido en Italia, se afincó en la Argentina y transformó el campo con la introducción de ganado ovino, la construcción de un molino y la forestación
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Andrés Vaccarezza, nacido el 4/3/1931 en San Bartolomé, Chiavari, Italia, hijo de José y de Catalina Lanata; se embarcó, a los 17 años en junio de 1848, rumbo al Río de la Plata. Tras un largo viaje y una cuarentena en la Isla Martín García arribó al Puerto de Buenos Aires.
En búsqueda de empleo, prestó servicio en la fábrica de municiones de San Benito de Palermo, hasta 1852, luego fue contratado por el hacendado Pedro Plomer para sus plantaciones, en la Estancia El Durazno en el partido Las Heras, pero el joven Andrés además de las plantas impulsó la importación de ovejas sajonas para mejorar el plantel, beneficios que se vieron reflejados en el corto tiempo.
Su pariente y amigo Antonio Devoto le propone comprar un campo en La Salada (Suipacha), límite de frontera con el indio, hasta allí se trasladan a caballo Andrés y Antonio con 16 peones, al llegar encuentran en el campo un fortín abandonado, posiblemente el antiguo “Cantón Las Saladas”. Y allí comienzan a realizar mejoras sin descuidar la vigilancia de posibles malones. Fue clave la introducción de ovejas Rambouillet, las que buscó y arrió sorteando a la indiada.
En el otoño de 1869 a raíz de una gran sequía, hubo una pérdida importante de vacunos y ovejas; en uno de los viajes que realizaba Vaccarezza fue sorprendido por un gran viento que por la seca generaba una nube de polvo conocida como la polvareda. Era tal la tierra que volaba que era imposible continuar viaje, llegó desfalleciente a un rancho cercano, su estado de salud empeoró y dado el estado de sus pulmones le aconsejaron viajar a Europa. Su espíritu emprendedor y colonizador no lo permitieron abandonar su patria adoptiva.
Su socio en la Estancia “La Salada”, Antonio Devoto próximo a fundar el Banco de Italia y Río de la Plata, le ofreció disolver la sociedad, fue así como Don Andrés pasó en 1870 a Chivilcoy concretamente al Cuartel 6°, donde adquirió un campo de 337 hectáreas que luego amplió a 500. Construyó su casa en 1871 y a continuación con su idea de progreso instaló un importante molino harinero que funcionaba a vapor con una caldera de un barco fondeado en el puerto de Buenos Aires. La caldera la trasladaron por tren hasta Chivilcoy y luego las seis leguas las cubrieron en carreta. Por estar en zona próxima a la frontera con los indios provisoriamente mientras construía su casa y el Molino, edificó una casa provisoria rodeada de una zanja y defensa de palo a pique.
Convocó a trabajar a familiares, y de manera inmediata comenzó a forestar el campo, poniendo énfasis en la ganadería y agricultura como base del progreso, el esfuerzo incansable de Vaccarezza continuó con la construcción de un horno de ladrillos, el aserradero; y su principal anhelo: delinear la traza del futuro pueblo; además donó al Gobierno el terreno para el ferrocarril y cubrió el costo de la construcción de la Estación de tren. Así nació lo que hoy es Alberti.
La distribución de la producción se realizaba en tropa de mulas y carretas tiradas por bueyes por el Oeste de la Provincia, hasta la inauguración del tramo del Ferrocarril de Chivilcoy a Bragado. en 1877.
El recuerdo en Alberti
La Casa de Vaccarezza fue declarada por el Concejo Deliberante de Alberti Monumento Histórico Municipal por Ordenanza Nro. 693/93; posteriormente la Casa Museo “El Molino”, cuna de la ciudad de Alberti, fue declarada lugar histórico de la Provincia de Buenos Aires por Ley N° 11667.
La Casa hace unos años estaba en estado ruinoso, pero gracias al tesón de familiares y vecinos hoy luce haciendo honor a la antigua placa “En 1872 Don Andrés Vaccarezza construyó esta casa que formó parte de su molino harinero y dio origen a este “Pueblo Vaccarezza” por él fundado. Es desde entonces testigo de su historia”.
Fruto de su matrimonio con Catalina Ottonello en Buenos Aires el 1/7/1860, tuvo descendencia en Pedro, Ángela, Andrés, Antonio, Juan, Ana, David, Alberto, Luisa, José y Catalina Vaccarezza Ottonello.
Su vida fue retratada en las memorables historietas “Figuras de nuestra tierra” publicadas por LA NACION del 28/01/1978 al 20/4/1978 por Eduardo Miranda.
A su fallecimiento el 12/04/1925 las crónicas de la época hicieron eco de su espíritu emprendedor, así lo refería LA NACION: “Dedicó el Sr. Vaccarezza sus mayores actividades a la agricultura, siendo también ganadero, molinero y comerciante. Espíritu generoso, fue siempre protector de los trabajadores y de los pobres, granjeándose la simpatía, estimación y respeto de cuantos lo conocieron. Fue tronco de una vasta familia, a la que ha legado sus dotes intelectuales, sus condiciones de trabajador infatigable y sus sentimientos caballerosos y generosos”.
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