La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (Cec) advirtieron sobre una pérdida de la molienda de soja vinculada con la última sequía
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La industria aceitera alertó que está en su peor momento en los últimos doce años por la baja molienda realizada en el marco de la última campaña de sequía. Entre enero y noviembre de 2023 molió 25,2 millones de toneladas, una caída de 10,6 millones de toneladas con respecto de igual periodo del 2022, cuando la molienda acumulada se ubicó en 35,8 millones de toneladas. Además, indicó que es el peor ingreso de divisas en 18 años.
En el Monitor Agroindustrial que publica la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (Cec), se mencionó que en diciembre pasado ingresaron al país US$1246 millones. En tanto, en el acumulado enero a diciembre el ingreso de divisas fue de US$19.742 millones, una baja de US$20.696 millones, es decir, el 51%, respecto de igual periodo del 2022, cuando se llegó al ingreso récord de US$40.438 millones.
Según señaló, esta fue “la peor molienda de soja de los últimos 12 años, con 25,2 millones de toneladas procesadas durante enero y noviembre 2023. En el mismo periodo de 2011 se habían registrado 34,5 millones de toneladas. El aumento de la oferta de soja disponible logró mejorar la molienda del mes de noviembre. El trimestre septiembre, octubre y noviembre mantuvo el ritmo de molienda de soja en un nivel cercano a los dos millones de toneladas mensuales. En el análisis global, la molienda de soja en el periodo enero-noviembre del 2023 fue la menor de todo el periodo analizado, últimos 12 años, desde el 2011.
El desplome de la molienda de soja en el polo agroexportador fue resultado de la sequía, que impactó de lleno en el sector agropecuario. Esto generó en el último periodo una perdida de stock disponible de granos. El fenómeno climático repercutió en el ingreso de mercadería a las plantas y terminales portuarias.
La industria, además, advirtió que la posibilidad de un aumento en el nivel de retenciones de la harina y aceite de soja del 31% al 33% “pega de lleno en la rentabilidad de los productores, y en la competitividad del sector agroindustrial exportador aceitero, al aumentar los costos de elaboración en US$6,6 por tonelada”. Según explicó, hubo una leve mejora en el índice UCI (Utilización de Capacidad Instalada), del 31,6% al 32,5%. Además, mencionó que la capacidad ociosa de la industria ante el potencial “cierre de plantas por falta de soja disponible” no se ha podido reducir en forma significativa, y se mantiene en el 67,7%.
“Hay un alto riesgo que las empresas aceiteras deban cerrar sus plantas para mantenimiento, por un período más prolongado que lo normal, adelanto de vacaciones y fuerte caída en la actividad industrial. Impacto directo en el menor ingreso de divisas durante el primer trimestre enero-febrero y marzo 2024″, agregó.
Por otra parte, precisó que se “aumentó el costo de elaboración de aceites y harinas, al no considerar el principio de equidad tributaria [al quitarse el diferencial de retenciones con el grano], reduciendo la capacidad de pago de la industria aceitera en 10 US$/. En base con una molienda de 40 millones de toneladas, los productores recibirán US$400.000.000 menos por su soja, al bajar la capacidad de pago de la industria”, indicó.
Con un análisis del especialista Pablo Adreani, señaló que “con la potencial eliminación del diferencial actual del 2% de las retenciones a las exportaciones, que surge de una retención del 33% en el poroto de soja y el 31 % en las retenciones al aceite y la harina de soja, la industria aceitera debe asumir un aumento en sus costos de elaboración de 6,6 US$/”.
“Esta menor capacidad en el precio de compra por la soja disponible, pagando a los productores 6,6 US$/t menos con respecto a la situación actual, implica que los productores verán reducidos sus ingresos en el orden de los US$264 millones anuales, en base con una molienda de 40 millones de toneladas”, explicó el experto.
Además, agregó que “el menor ingreso que recibirán los productores podrá tener un impacto negativo, por un lado, en la caída de la superficie de siembra de soja en el 2024-25, y además en la menor utilización de tecnología. Se trata de un daño colateral que no está siendo contemplado a partir de los cambios planteados, que podrán impactar negativamente en la potencial de superficie de siembra y en el potencial volumen de producción, y saldos exportables para la próxima campaña”.
En esa línea, recordó que la Argentina ocupó por muchos años el primer lugar como exportador de aceite de soja y de harina de soja, en el comercio mundial. En 2023 Brasil desplazó del primer lugar de exportador de harina de soja, por primera vez en la historia a la Argentina, ocupando el primer puesto en las exportaciones mundiales de harina de soja.
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