Diversas empresas llevan adelante estrategias de captura de carbono como herramienta esencial para contribuir a un futuro sostenible
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En medio de los desafíos que plantea el cambio climático y la necesidad de trabajar en detener su continuo agravamiento, la captura de carbono se erige como una herramienta esencial que las empresas agropecuarias promueven en respuesta a la demanda de contribuir a un futuro más sostenible. El compromiso y la manera en que estas compañías están abordando este enfoque y los desafíos fueron temas que se abordaron en el XXXI Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) en Rosario.
Sebastian Vangeli, de la compañía Ecosecurities, explicó que tradicionalmente los proyectos de mitigación del cambio climático que se hacían en el mercado de carbono se centraban en reducir emisiones a través de usar energías renovables en lugar de combustibles fósiles. También mejorar el manejo de residuos. Sin embargo, desde 2019 comenzaron a cobrar mucha fuerza las soluciones basadas en la naturaleza, que son proyectos que a través de preservar los ecosistemas naturales o mejorar las prácticas agropecuarias capturan dióxido de carbono y lo mantienen en “almacenes naturales”.
“Estos proyectos están siendo muy valorados actualmente en el mercado, porque no solo mitigan el cambio climático, sino que también permiten producir más alimentos, adaptarse a la variabilidad creciente del clima, proteger la biodiversidad, fomentar la fauna y la flora”, dijo.
Agregó que estas soluciones no solo permiten la conservación ambiental, sino que también tienen el potencial de aumentar el rendimiento de la producción, con lo cual también tienen impactos positivos en las comunidades locales y la gente que vive en el campo.
En este contexto, explicó que la empresa vio la oportunidad de generar este tipo de proyectos basados en soluciones naturales que sean escalables y que puedan ser adaptados por los productores. Específicamente para los productores agropecuarios tienen dos proyectos: uno destinado a mejorar las prácticas ganaderas a través de un mejor manejo del pastoreo, que fomenta la productividad del pasto para incrementar el carbono del suelo; el otro está destinado a tratar de reducir la deforestación.
“Mucha gente que habilita tierras para la agricultura y la ganadería, para eso desmonta, y este proyecto busca que haya un incentivo económico para aquellos productores que en lugar de habilitar esas tierras quieran conservarlas. A través de la comercialización de créditos de carbono, logramos que el productor pueda decidir conservarlas con múltiples beneficios ambientales y sociales”, apuntó.
Dado que se trata de algo “muy nuevo” para el sector, señaló que genera desconfianza y se requiere poner mucho esfuerzo en demostrar su viabilidad para atraer a los productores. “Hemos estado trabajando en ello durante varios años, tratando de encontrar los socios que nos permitan desarrollar los primeros proyectos para demostrar que efectivamente se podrá comercializar una tonelada de carbono capturada de la atmósfera y almacenada en el suelo. Esto no es fácil, porque el sector agropecuario está más concentrado en producir alimentos, carnes, leche, y esto es como un subproducto que surge. Sin embargo, vemos que empieza a haber cada vez más curiosidad”, afirmó.
Agregó: “Necesitamos empezar a ver este tipo de proyectos concretados. Una vez que el productor agropecuario vea que esto efectivamente puede suceder, la implementacion va a llegar a ser muy importante. Dado que es algo que genera múltiples beneficios, incluso en términos monetarios”.
“Lo que más falta es tiempo para que las primeras personas que están implementando buenas prácticas y que van a generar una mitigación del cambio climático puedan concretar la venta de un crédito de carbono. Una vez que eso suceda, habrá mucho más gente interesada”, expresó.
María Inés Di Nápoli, CEO de Puma, contó que la empresa nació como una empresa de monitoreo de cultivos poniendo foco en los datos como generadores de conocimiento. “Nos dimos cuenta que teniamos muchos datos y nos pusimos a pensar cómo medir el impacto ambiental a través de un indicador que parecía que iba a ser la brújula según lo que pasaba en otras latitudes, que era la huella de carbono”, dijo.
En 2021 la firma lanzó la primera calculadora de huella de carbono de la Argentina, certificada bajo estándares internacionales para que los productores y empresas agropecuarias puedan medir el impacto ambiental de su producción.
“Actualmente, lo que estamos haciendo es conectar a los productores, que son el origen en la cadena de valor, con las instituciones financieras de producción de alimentos y exportación para poder medir la huella de carbono de diferentes cultivos y, a su vez, obtener el balance de carbono en el suelo para potenciales negocios en el mercado de bonos de carbono e implementación de proyectos de agricultura y ganadería regenerativa”, explicó.
Por su parte, Juliana Albertengo, de Bayer, explicó que la empresa tiene un compromiso de reducir un 30% las emisiones de gases, bajar en un 30% el impacto de sus productos y, a su vez, ayudar a 100 millones de productores. En linea con este compromiso de sustentabilidad nació el programa Pro Carbono. Esta iniciativa representa la idea de brindar ayuda y colaboración al productor, permitiéndole incrementar los niveles de carbono en su suelo, mejorar su huella de carbono y, como resultado, acceder en el futuro a los mercados de carbono. “Sabemos que esto es un trabajo en conjunto y por eso invitamos a todos los productores que hoy están trabajando con nosotros, que son 165, a mejorar sus prácticas con base en estos pilares”, dijo.
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