En el campo y en la ciudad había distintas formas para abastecerse del vital elemento; la obra escondida en el casco histórico porteño
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Buenos Aires fue una aldea donde el agua era parte de un lujo y obtenerla, una preocupación permanente. Resultaba mala, cara y escasa. Por entonces estaba en escena el aguatero, un personaje pintoresco que recogía el agua del río donde pululaban los escombros, basuras y “hasta cadáveres”. Su carro solía tener leyendas como “Sin mí, no hay leche ni vino”, “Aquí llego yo, patrona para apagarle la sed”.
El agua fue un tema universal. El libro 8 de Vitruvio (siglo 1 d.C) decía que, para uno de los siete sabios, Thales de Mileto, el agua era el principio de todas las cosas. En el capítulo VII, Vitruvio trataba de su conducción, recomendaba no utilizar caños de plomo, por ser insalubres, proponía los arcaduces, caños de barro. Ante la escasez de agua, sugería cómo hacer los pozos o cisternas.
Cuando los árabes invadieron España (711/1492) aprovecharon la grandiosidad de las obras del mundo romano. Bueno es recordar los acueductos. Córdoba era la capital del al-Andalús. Las arquerías de su Mezquita eran pequeños acueductos donde discurría el agua del tejado y la recogían fuentes para almacenarlas. Los musulmanes necesitan el agua para las abluciones antes de entrar a las mezquitas, y así tener un estado ritual. Mahoma dijo: “La higiene forma parte de la fe”.
La influencia mudéjar quedó en España y se continuaron utilizando esos elementos arquitectónicos. Fue una asimilación de la genealogía hispano musulmana, sistema que lo utilizaron los jesuitas, planteo urbano que trajeron a América. En sus construcciones, se destacó la presencia de atarjeas, que conducían a través de estos conductos o canalitos de mampostería las aguas de los techos a los aljibes o cisternas.
El sistema fue utilizado en las viviendas de la zona rural del país, el agua recogida en los techos iba a los aljibes y era utilizada por las personas, animales y plantas. En establecimientos rurales importantes se utilizaba el balde volcador, un sencillo método para extraer agua de los pozos y darle al ganado en abundancia.
Cuando una casa tenía aljibe, significaba un progreso y se construyeron más, cuando fueron aumentando las azoteas. Y eran los jesuitas los encargados de construirlos. Dejó escrito Lucio V. Mansilla que los aljibes empezaron a construirse a finales del siglo XVIII, solo en casas pudientes. Para purificar las aguas, se lavaban bien las azoteas y recurrían a las tortugas, poniéndolas en las cisternas para que comieran los bichos.
La más grande de Sudamérica
En el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, en Moreno 550, se ha descubierto recientemente una cisterna y se considera que es la más grande de Sudamérica. Es de forma cilíndrica, de ocho metros de diámetro y 3 metros de altura y tiene su historia. Según los aportes de la arqueóloga Ana Igareta, el lugar tuvo una ocupación continua. Desde mediados del siglo XVIII, fue sede del Obispado. La adquirió la familia Ezcurra a comienzos del XIX. Tambén fue sede gubernamental y oficina de Correos, (1880). La casa fue modificada, ampliada, etc. Se construyó un inquilinato y un taller de cristalería. Cuando se demolió, dio lugar a la construcción de una losa de hormigón como la base de una playa de estacionamiento.
A principios de 2018, se inició una obra con la intención de construir un edificio de 14 pisos y dos subsuelos. Y se encontraron con algo inesperado, una enorme cisterna. Surgió un conflicto judicial, la Dirección General de Patrimonio frenó las obras por su valor patrimonial: estaba llena de basura, elementos muy valiosos para los arqueólogos. El constructor reconoció el error y propuso reparar la estructura dañada y contrató a un equipo del Conicet a cargo de Igareta.
Los arqueólogos dan como fecha de construcción de la cisterna en las últimas décadas del siglo XIX. Por ese entonces se estaba decidiendo para abastecer de agua a la población. Otra opción sería considerar que fue construida en tiempos de los jesuitas. Existe una buena oportunidad de conocerla a través de las visitas guiadas que se realizan los sábados. Cuando las obras se terminen, se la podrá recorrer en el Museo del Sitio del “Paseo de la Cisterna”, una visita que no será conveniente dejar pasar.
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