Si bien solemos enfocar la atención en los requerimientos nutricionales de los cultivos y cuál es la disponibilidad de los mismos en los suelos para lograr mayores rendimientos y calidad de los granos, es muy importante considerar que el déficit nutricional de los cultivos se traslada directamente a los alimentos.
En este sentido cabe destacar que en los últimos años existe cada vez más información acerca de la importancia de los micronutrientes en la nutrición humana y cómo los ajustes de unos cuantos nutrientes permitirían paliar problemas gravísimos como la desnutrición y malnutrición de grandes porciones de la humanidad.
El caso del zinc resulta muy importante ya que actualmente 2000 millones de personas son deficientes en este nutriente de las cuales 800.000 mueren (450.000 son niños) anualmente por problemas vinculados a la escasez del mismo. Este nutriente es deficiente en casi el 50 por ciento de los suelos del mundo y eso hace que las consecuencias de aplicarlo como fertilizante sean de gran magnitud. En la India el 50% de los suelos son pobres en zinc y actualmente la falta de zinc provoca diarreas crónicas en los niños, las cuales son responsables de un 25% de las muertes infantiles.
El caso de Turquía sirve para ejemplificar como con un buen diagnóstico se logran grandes resultados. La aplicación de zinc en los cultivos como el trigo y el arroz sobre suelos que son pobres en este micronutriente permitió incrementar considerablemente los rindes generando un ingreso adicional de 100 millones de dólares a los productores. Al mismo tiempo se registraron mejoras en el estado nutricional de la población y disminuyó la mortalidad infantil.
En América Latina se observa que un 26% de la población está en riesgo nutricional por falta de zinc y particularmente la Argentina se encuentra entre las naciones con suelos deficitarios en este nutriente.
Llevando el análisis a todos los micronutrientes, nos encontramos con que un tercio de la población mundial está en riesgo de deficiencia de micronutrientes. El 35 por ciento de las muertes infantiles y el 11 por ciento de todas las enfermedades que padecen los niños se deben a esta condición. Según el suelo, el aporte de unos pocos kilos por hectárea de micronutrientes como el zinc, boro, cobre, selenio, iodo y molibdeno generarían cambios grandiosos y nos conducirían a un mundo con menos hambre.
La autora es gerenta ejecutiva de Fertilizar AC
María Fernanda González Sanjuan
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