En la región agrícola núcleo el rinde de indiferencia necesario para no perder plata aumentó un 22% en soja y trepó un 46% en maíz
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Con un escenario global adverso y un contexto local complicado y, pese a que será mejor en producción que la anterior (afectada por la sequía); en la Argentina, la campaña agrícola 2023/24 no tendrá buenos números. En rigor, por factores macro y por cuestiones de mercado, los precios internacionales de todos los granos están entre un 20 y un 25% más bajos que el ciclo pasado.
En primer lugar, se prevé menor crecimiento del Producto Bruto de los principales países del mundo, especialmente de China, un importante importador mundial. En segundo lugar, la FED en los Estados Unidos sigue manteniendo tasas altas y los fondos especulativos están en posiciones muy vendidas, dos factores que juegan en contra de las cotizaciones de los granos. Finalmente, los fundamentos del mercado indican que hay recuperación de las producciones de todos los granos, tanto en el hemisferio norte como en el sur.
“Simultáneamente, se observa un incremento en dólares de los costos de producción de los granos, por el cambio que estará sufriendo la economía en la Argentina”, adelantó Diego Curat, director de la consultora AZ- Group.
Por otra parte, la campaña que finaliza se llevó adelante con arrendamientos caros, por “la expectativa de muy buenos precios agrícolas que había al momento de sembrar”. También influyó “el aumento de los costos de comercialización, fogoneados por la suba abrupta del precio del gasoil”.
Todo esto lleva a un incremento de los costos de producción y a un aumento de los rindes de indiferencia, es decir los quintales por hectárea necesarios para cubrir los costos y “salir hecho”.
El experto consideró tres zonas productivas: el noroeste argentino y norte y sur de la provincia de Buenos Aires. En las tres zonas se aprecian aumentos en los rindes necesarios para cubrir los costos entre las dos campañas, del 14% (soja en el sur de Buenos Aires) al 48% (para producir maíz en el noroeste argentino), como consecuencia de estos factores antes mencionados.
En detalle, para producir soja en zona núcleo, el rinde de indiferencia pasó de 32 a 39 quintales por hectárea, un 22% más; para maíz, se incrementó de 66,1 a 97 quintales, un 46% más, y el girasol aumentó un 33%, de 29,3 a 39 quintales.
Curat afirmó que hubo un incremento importante de costos desde fines de 2023, cuando el gasoil pasó de 400 a 900 pesos por litro. Ese aumento del combustible encareció los costos de cosecha de trigo de 60 dólares por hectárea (precio histórico) a 80 dólares por hectárea.
Algo similar pasó con los fletes. “En la actualidad, el viaje de un camión de maíz, para 350 kilómetros cuesta un millón de pesos y lleva una carga que vale 7 millones de pesos; ni hablar de lo que pasa cuando hay que transportar el cereal desde las provincias del noroeste argentino hasta Rosario”, comparó Curat.
Más allá de estos aumentos, el experto destacó otro factor que va jugar en contra de los agricultores con deuda en 2024: el ajuste por inflación, que va a obligar a pagar impuesto por una ganancia ficticia proveniente de la tendencia de granos que aumentaron su valor en pesos.
“Quien más va a ganar con la agricultura en 2024 será el Estado, que va a cobrar elevados importes de Impuesto a las Ganancias por el ejercicio y se beneficiará también con anticipos muy altos durante 2025″, proyectó el consultor.
Curat aconsejó “trabajar muy bien con los consultores lo que falta de la campaña 2023/24, planificar muy bien todos los pasos de la siembra 2024/25 e interactuar codo a codo con los contadores para, dentro del marco legal, no encontrarse con sorpresas desagradables a la hora de pagar”.
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