Se trata de una enfermedad cuyos síntomas pueden expresarse en hojas y frutos; posee una alta transmisibilidad y puede persistir en algunas malezas y no afecta a la salud humana
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El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) confirmó la detección del virus rugoso del tomate (ToBRFV, por sus siglas en inglés) en muestras oficiales tomadas en una plantación, luego de análisis de laboratorio, ubicada en la localidad de Orán, provincia de Salta. Días atrás, el Gobierno había declarado el alerta fitosanitaria para todo el país, que estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2024.
Según informaron, los hallazgos corresponden a muestras recolectadas en una única plantación de tomates que presentaban sintomatología compatible con el virus. “Como medida preventiva y en el marco de la Resolución Senasa N° 569/2023, se dispuso que los establecimientos productivos mantengan en aislamiento los sitios de producción donde fue detectado el virus”, indicaron en el organismo.
Además, señalaron que se establecieron “medidas de higiene y desinfección rigurosas en el lugar”, así como en las herramientas de trabajo y otros elementos que puedan actuar como posibles transmisores del virus. “En julio de este año, mediante la Resolución 569/2023, el Senasa declaró la alerta fitosanitaria para todo el territorio nacional en relación a la enfermedad”, recordaron.
Esta medida del Senasa “busca fortalecer las acciones conjuntas entre el sector público y privado con el objetivo de determinar la situación actual del ToBRFV en el país, contener y erradicar los focos que eventualmente se detecten, evitando su establecimiento y dispersión”.
Aseguraron que, al no existir un tratamiento para esta plaga solo pueden aplicarse medidas preventivas a fin de minimizar el riesgo de contagio y su dispersión. “El principal problema es que arruina el fruto, pero no afecta a la salud humana”, dijeron en el organismo. Los estudios y la estrategia para enfrentarlo están a cargo de la Dirección Nacional de Protección Vegetal del Senasa, a cago de Diego Quiroga.
En rigor, se trata de un virus cuyos síntomas pueden expresarse en hojas y frutos. En hojas, se produce una deformación en el desarrollo tomando un aspecto de arrugado junto a la aparición del moteado en tonos más claros u oscuros. En frutos, se observan manchas marrones o amarillas con rugosidad.
También pueden presentar deformaciones y tener maduración irregular. Posee una alta transmisibilidad en plantaciones de tomate y pimiento y puede persistir en algunas malezas. Se transmite por semilla y plantines y mecánicamente a través del contacto en labores del cultivo (poda, desbrote, trasplante, cosecha etc.).
Vale recordar que la primera vez que se identificó a nivel mundial en 2014 en Israel, y en México y Estados Unidos en 2018 y 2019 respectivamente. En 2019, la Argentina lo incorporó en el Listado de Plagas Reglamentadas y comenzó a regularlo en la importación de semillas de tomate y pimiento al país. El virus también fue categorizado como una plaga cuarentenaria por el Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur (Cosave), del que el país es miembro.
En este sentido, los funcionarios de la entidad sanitaria se comprometieron a trabajar en estrecha colaboración con los productores y la sociedad en general para informar sobre la situación, compartir medidas de prevención y control, y garantizar la seguridad alimentaria en la producción de tomates. “La detección temprana y las acciones coordinadas son fundamentales para proteger la agricultura y la economía local”, aseguraron.
Por último, recomendaron que, ante sospechas de presencia de la plaga es fundamental no tocar la planta, aislar el sector y avisar inmediatamente a las oficinas de los diferentes organismos públicos Senasa que estén más cercanos a su producción.
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