Tras haberse flexibilizado los controles por la emergencia productiva en esa provincia del nordeste, expertos bonaerenses piden más celeridad en los controles de los animales provenientes de zonas con el parásito
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“Era previsible de que ocurriera, sabíamos que nos estábamos comprando un problema a futuro”, dicen por lo bajo expertos conocedores de los contratiempos que podrían ocasionar el trasladar hacienda desde Corrientes, zona endémica de garrapatas, a otras zonas ganaderas del país, libres del parásito, tras los graves incendios que se produjeron en Corrientes. Y ocurrió. Chascomús sería uno de los partidos bonaerenses en donde aparecido ganado infestado, según pudo saber este medio.
Sin dar nombres y ni establecimientos, Ignacio Martínez Álvarez, presidente de la Fundación Correntina para la Sanidad Animal (Fucosa), confirmó que varios productores de esa provincia enviaron hacienda infestastada, “aprovechando la flexibilización” de los controles en las rutas de la provincia de Entre Ríos.
“Hay culpables y hay que hacerlos responsables. Son oportunistas, que no representan más del 10% de los ganaderos de la provincia, que terminan lamentablemente perjudicando a ese 90% restante. Ojalá que no sea grave”, dijo a LA NACION.
Explicó que, hasta antes de la apertura que hizo el Senasa por la situación de emergencia productiva que pasaba la provincia, había una barrera sanitaria en Entre Ríos donde la policía rural capacitada, controlaba y, si encontraba garrapata en algún camión, avisaba a Fucofa, la entidad de sanidad entrerriana.
⚠️Alerta por #Garrapata en Provincia de #BuenosAires ⚠️
— CARBAP (@CARBAP_ARG) March 16, 2022
A pesar de las advertencias de CARBAP a las autoridades provinciales y el @SenasaAR por la posible introducción de garrapata en hacienda que se moviliza desde el norte del país, esta se encontró en animales ingresados. pic.twitter.com/lPzzAgBZ0h
“Sea faena, feedlot o invernada, cualquier destino, iba un paratécnico y cuando constataba garrapata en algún animal, se rebotaba la hacienda y el camión se volvía. Con esto de la emergencia hubo una buena intención de abrir porque la provincia está sacando mucha hacienda tanto a faena como invernada a otras provincias y lamentablemente en algunos casos productores aprovecharon esta apertura del control para mandar tropas con garrapatas”, señaló.
En este contexto, contó que, como fundación han luchado mucho para mantener limpio el status en la provincia. “No nos hace nada de gracia esta situación. Se ha dado una apertura que debíamos haber utilizado con mucha más prudencia y al final fue como un ‘siga, siga’ que terminó arruinando una buena situación a futuro”, detalló.
“Cuando pasen estos movimientos de emergencia que tenemos en la provincia, Entre Ríos volverá a endurecer los controles y todo lo que se podría haber logrado con conversaciones se va a perder por culpa de algunos productores vivos, porque hay muchos que hacen las cosas bien”, añadió.
Para el veterinario Carlos Péndola, consejero del Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, existe una gran preocupación en la región donde “en pos de solucionar un problema individual se ocasiona un problema colectivo más grande”.
“Estamos pasando una pelota que se está convirtiendo en una bomba. Se pueden hacer las cosas bien, haciendo que este caso excepcional no perjudique al resto. Ahora, necesitamos que las autoridades sean ágiles en sus determinaciones. Me parece que hay falta de celeridad y una reacción muy lenta ante el problema”, indicó.
“Hoy, el perjuicio es incipiente, pero sino tomamos rápidamente una medida lógica se puede amplificar la situación. Estamos dispuestos a colaborar de la manera más eficaz y eficiente posible para dar una solución al respecto”, añadió.
Según informa el Senasa en la web, la garrapata es un ectoparásito que se alimenta de sangre y otros fluidos de los animales que parasita. Se encuentra distribuida en casi todas las regiones ganaderas del mundo de zonas templadas, subtropicales y tropicales y “genera muchos inconvenientes en la producción ganadera, desde pérdida de productividad en kilos de carne, hasta la mortandad de la hacienda por la conocida tristeza bovina, enfermedad transmitida por este vector”.
En particular para el manejo de la garrapata, en Corrientes está dividida en dos zonas. Por un lado, en los departamentos del norte “el manejo es a criterio de los productores y los bovinos conviven con el parásito”. Es la llamada zona sucia. En el sur se tiene una estrategia de limpieza y erradicación.
Ante la preocupación surgida en varias rurales de las provincias de Buenos Aires y de La Pampa, el 4 de marzo pasado dirigentes de la Mesa Ejecutiva y de la Comisión de Carnes y Sanidad de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) se reunieron con funcionarios del Senasa solicitándole “arbitren todos los medios necesarios para que todas las tropas que vengan de zona sucia tengan los controles debidos, por razones de seguridad y de responsabilidad”.
“Nos dijeron que tenían todo organizado y protocolizado. Nos dijeron que de zona sucia debían salir con un baño por lo menos y que las tropas eran controladas en el lugar de origen. Luego, cuando llegaban a destino debían tener la autorización correspondiente del campo receptor de esos animales y que cumplirían una cuarentena de 21 días en un potrero de ese campo, con la visita semanal del veterinario del Senasa. Por eso, pensábamos que estaban organizados”, indicaron.
Consultadas por LA NACION, fuentes del organismo sanitario indicaron: “En todos los casos se cumplieron los protocolos establecidos para esta ocasión extraordinaria de cómo sale la tropa desde la localidad de origen y cómo se la recibe en destino, que es la forma en que se procede para evitar que se contagie la garrapata”. Insistieron que la situación está “bajo control” y se actuó con protocolos de conocimiento.
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