El mejorador neozelandés de semillas forrajeras cree que están dadas las condiciones para dar el gran salto productivo
El doctor Alan Stewart trabaja desde hace 37 años en el mejoramiento de forrajeras. Como máximo responsable de los programas genéticos de PGG Wrightson, el gigante neozelandés conformado por sucesivas fusiones de semilleros a lo largo de una historia de más de 100 años, estuvo de gira por los países de la región. Hoy la empresa emplea globalmente a 2100 personas y es uno de las tres semilleros forrajeros más grande del mundo. El año pasado facturaron 170 millones de dólares en Sudamérica. En nuestro país después de años de bajo perfil, los neocelandeses decidieron salir a competir abiertamente.
-¿Por qué decidieron aumentar la apuesta en el mercado argentino con una mayor inversión? ¿Ahora buscan ampliar la red de distribución y posicionar la marca?
-Si bien hace más de 10 años que tenemos aquí un esquema de producción de semilla forrajera, con más de 8000 hectáreas entre rye grass anual, festuca, pasto ovillo, lotus, cebadilla, alfalfa, y tréboles, entendemos que la compañía estaba para dar un paso de mayor compromiso. Creemos que la ganadería y la lechería de Argentina, en el corto o mediano plazo, tienen que ocupar un lugar de fuerte protagonismo. El mundo lo espera.
-¿Por qué no lo hicieron antes?
-La Argentina, lo mismo que su lechería y ganadería, no estaba pasando un momento adecuado para realizar esa inversión. La compañía decidió entonces dedicarse a la producción de semilla que sabíamos lo podíamos hacer bien en la Argentina y ganamos tiempo en inscribir los cultivares. Fue un momento de desinversión más que de inversión. En Uruguay en cambio arrancamos antes y con una fuerte presencia comercial ya tenemos el 60% del mercado.
-¿Traen directamente genética neozelandesa o buscan forrajeras que se puedan adaptar mejor a estos ambientes?
-Hacemos las dos cosas. En algunos casos tenemos forrajeras que se adaptan muy bien y con otros materiales ganamos más cuando hacemos mejoramiento genético local. Pero lo que tenemos en común es un invierno muy suave. Es decir, lo que nos hace común es que tanto en Nueva Zelanda como en Sudamérica todos tenemos interés en producir forraje en invierno. En contraste, el mejoramiento genético en Europa se hace para la sobrevivencia en invierno y no para lograr altas producciones. La diferencia es sustancial porque para nosotros el invierno es producción.
-¿Cuánto invierten en investigación y desarrollo?
-Aproximadamente, 10 millones de dólares. El equipo de investigación y desarrollo lo componen 80 personas, de los cuales nueve son PhD. El programa de mejoramiento global se financia con el cobro de regalía que surge de la venta de materiales en todo el mundo. Hay que entender que es un negocio de muy largo plazo donde las decisiones en mejoramiento genético que tomamos hoy recién vamos a ver los resultados dentro de 10 años.
-¿Cuál fue el grado de mejoramiento que lograron con el rye grass?
-Hace pocas semanas atrás se difundió un trabajo en mi país que indica que desde los noventa la tasa de crecimiento de materia seca fue 0,76% anual. Esto se traduce en una ganancia para el productor de 400 dólares por hectárea en ese período. También se lograron fuertes mejoras en resistencias a enfermedades e insectos y a su vez pocos logros en cuanto a la calidad.
-¿Qué producción de materia seca logran en Nueva Zelanda con los raigrases?
-El promedio es de 12.000 kilos de materia seca. En los ensayos se superan las 20.000 kilos. Pero esto depende mucho del manejo. Hay que decir que los promedios que se logran aquí y en Uruguay no están demasiado lejos. Quizás no lo conseguimos con la misma consistencia con el rye grass perenne pero si lo logramos con festucas y con raigrases anuales.
-¿En Nueva Zelanda la pastura tradicional de rye grass y trébol blanco se sigue manteniendo inalterable?
-Diría que se comenzó a usar mucho la achicoria en las pasturas neocelandesas. Esto se logró a partir de una variedad que desarrollamos con mucho éxito y que tiene un crecimiento estival fabuloso. El productor distingue esta achicoria que vale más del doble que el resto. Es una semilla que se produce en Italia con una cosecha manual. Elegimos Italia para producir esta semilla por su experiencia en el manejo de las verduras.