Aicuña es una población enquistada en el corazón de las Sierras de Famatina, provincia de La Rioja, compuesta por cerca de 300 personas. Esta comunidad es reconocida por el elevado grado de albinismo de sus pobladores.
Además de esta peculiaridad, Aicuña es un lugar encantador, de una belleza atemporal, donde naturaleza y sosiego se conjugan para forjar la bonanza de sus habitantes.
Llegar a este pueblo distante 60 kilómetros de Chilecito sugiere la inquietante aventura de transitar riesgosas curvas que bordean insondables precipicios en la cuesta de Miranda, entre coloridas montañas a 2000 metros sobre el nivel del mar.
La causa del alto grado de albinismo responde a un fenómeno sociológico y genético. El factor del aislamiento geográfico es crucial. Un camino zigzagueante entre cerros comunica –o aísla– a Aicuña con el mundo a lo largo de cuatro siglos; un lugar que se desentiende del tiempo y su progreso. Su población se desarrolló dentro de un sistema endogámico: el casamiento entre parientes era común en aquellos tiempos, con la consecuencia de que todos sus habitantes estén emparentados entre sí.
El albinismo es el resultado de la ausencia congénita del pigmento melánico, por ello la piel y las retinas resultan algo rosadas y el pelo blanco. El sol les causa daño, por consiguiente los albinos suelen protegerse con anteojos oscuros.
Aicuña es conocida también como el pueblo de los Ormeño. De las 200 personas aproximadamente que figuran en el padrón 143 son Ormeño. Y en la escuela, de 100 alumnos, 87 llevan el mismo apellido. Tan sorprendente es la concentración de este como la de albinos cuyo apellido también lo es.
En 1970 el doctor Eduardo Castilla, especialista en genética poblacional, atraído por el albinismo de Aicuña, realizó estudios de gran complejidad. Rastreó el gen a lo largo de catorce generaciones y obtuvo un vasto árbol genealógico cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XV. Algo sorprendente es la conservación de los archivos del Registro Civil y de la iglesia, además de la memoria viva de los habitantes, quienes no ocultaron la paternidad de hijos naturales.
Estudios realizados por la Johns Hopkins University de Estados Unidos nos dicen que hay un albino por cada diecisiete mil personas en el mundo. En Aicuña, a fines del siglo XIX se han registrado nacimientos de cuarenta y seis albinos en una población de 300 habitantes. Luego su índice de albinismo es de uno por cada noventa. Según Castilla el coeficiente de albinismo es casi doscientas veces mayor en este pueblo que en el resto del planeta. El principal patrimonio del pueblo es la gente y su calidez. El visitante siempre encontrará, en un marco de naturaleza sin estridencias, humildes casas de adobe que parecen salidas de un cuento, una mesa servida con queso de cabra, dulces caseros, quesillos y pan criollo.
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