En la reciente conferencia de Global AgInvesting de Nueva York se discutieron las tendencias mundiales de los agronegocios, pero sobre todo las estrategias de los inversores, en su mayoría norteamericanos, en los diferentes países y sectores.
Si bien diez años atrás el boom en tierras era la atracción de todo tipo de inversores, ahora toman fuerza otras alternativas de inversión donde la innovación (incluyendo agtech) pueda tener un impacto directo en el futuro valor de la empresa o proyecto.
Desde el agua y riego como incipiente categoría de inversión (sobre todo en Australia y California), a los productos orgánicos, cultivos intensivos o permanentes, la producción de proteína de laboratorio, la irrupción del cannabidiol /CBD, los productos biológicos, blockchain, fintech y los market place.
El espectro de inversores incluye desde empresas estratégicas (Olam, Marubeni, Netafim o ED&F Man), bancos (Macquarie, Mizuho, Mitsubishi o Rabobank), fondos de capital privado (Aquacapital o ADM Capital) o inversores de Medio Oriente (Mubadala y SALIC).
Si bien no debiera ser una sorpresa que la Argentina está cada vez más fuera del radar, la mayoría de los inversores ya está cansado de la crónica imprevisibilidad e inestabilidad económica, los drásticos vaivenes políticos y un poder judicial poco serio.
Sin embargo, como la Argentina es clave en la geopolítica de los alimentos y, además, destacan el espíritu emprendedor en el país, algunos buscan oportunidades en diferentes sectores. También reconocen que algunos proyectos podrían superar sus comités de inversiones si las estrategias de negocios fuesen mejor desarrolladas, las expectativas de precio más acorde al riesgo país y los gobiernos corporativos más sólidos.
El autor es socio de Grupo Agrarius (www.grupoagrarius.com)
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