La iniciativa, que volvió a discutirse en el Congreso esta semana, fue elaborada por el Consejo Agroindustrial Argentino, que representa 36 cadenas de valor de todo el país
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La agricultura es una compleja historia de diez mil años, nació para superar el principal desafío de la humanidad: obtener una fuente regular de alimentos.
En los últimos sesenta años, gracias a la inversión en conocimiento, tecnología dura y en las formas que la sociedad se organiza, la agricultura pasó de alimentar 2500 a 7500 millones de personas.
Comprender ese cambio llevó a que a principios del siglo veinte, los investigadores centraron su interés en comprender cómo se relacionaban los procesos productivos, desde su etapa más embrionaria hasta que llegan al consumidor. Para preparar una salsa para los fideos se pueden pasar tomates por agua caliente, pelarlos, cortar cebolla, dorarla, agregar todo a una sartén, sal y pimienta. O podemos comprar un envase de salsa lista que pasó por un proceso industrial de escala con la receta de un cocinero. O directamente llamar al delivery y cumplimentar el proceso todo junto.
Ya no solo se ponía foco de atención en el producto a través de la aproximación de cadena de valor, sino que también se pone la lupa en los actores que lo producen, industrializan, transportan, venden y consumen.
La forma en que se relacionan los actores del sistema nos muestra su potencial y los desafíos que deben enfrentarlo para desarrollarlo.
Esto implica que para poder sortear las problemáticas y desafíos que atraviesa la Argentina, es necesario contar con un plan que provenga del propio complejo agroindustrial, con un impacto directo para toda la sociedad en su conjunto. Un plan que ofrezca seguridad, previsibilidad, certezas, incentivos, reduzca incertidumbre y riesgo, y por sobre todo que contemple las urgencias y carencias (problemas de nutrición, desempleo, marginalidad) que hoy, lamentablemente tiene nuestro país. Ese plan seguramente tendrá fallas y no contemplará el 100% de las necesidades de todos los actores (los derechos de exportación, que son ilegales y deben eliminarse).
Proyecto
El pasado 1° de marzo, luego del fracaso de la ley agroindustrial, que no logró el tratamiento en el Congreso, las entidades del sector elevaron un nuevo plan. Se trata de una iniciativa a diez años, para los próximos dos mandatos gubernamentales.
La presentación constó de un plan de acciones elaboradas conjuntamente por los 61 miembros del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) que representan 36 cadenas de valor agroindustriales de todo el país.
El plan contempla un sinfín de acciones para implementar y sostener el desarrollo económico, social y ambiental. Además, propone una serie de medidas en el plano impositivo que en el transcurso de la acción permitirá mayor equilibrio y certidumbre. Da señales e incentivos para generar altos niveles de inversiones duras, como por ejemplo un régimen especial de amortización acelerada para bienes de capital, un régimen especial de promoción de la inversión en bienes de capital del que contemple un plan canje dirigido a la adquisición de maquinarias y tecnologías de procesamiento. Propone, asimismo, un plan de inversiones en autopistas, hidrovías, matriz energética, red ferroviaria y otros.
El plan propone la redefinición de las estrategias del sistema público-privado de investigación y desarrollo agroindustrial para asignar una alta prioridad a la biotecnología, la nanotecnología y las tecnologías de información y comunicación, nuevos usos de las materias primas, que deriven en aumentos de productividad, reducción de costos, uso más eficiente de los recursos con mejor performance ambiental, y mayor eficiencia en todos los procesos de las cadenas de valor y nuevos productos y servicios de alto valor.
Nos posiciona frente al mundo como una agricultura segura. El plan propone entre otras medidas un régimen de estabilidad fiscal por 10 años para fomentar las inversiones y generar un fuerte crecimiento de las exportaciones. No solo permitirá aumentar la producción de bienes y servicios para todos los consumidores locales y globales, sino que también da garantías en lo ambiental y social.
Creará un sin número de nuevos puestos de trabajo, de calidad. La necesidad de mano de obra calificada, hoy gran limitante para el desarrollo agroindustrial esta contemplada mediante medidas de capacitación revisión de convenios colectivos de trabajo ajustado a la modernidad, reglamentaciones que faciliten el teletrabajo, etc.
Promueve el cumplimiento de prácticas que sean amigables con el medio ambiente como por ejemplo: promoción de las Buenas Prácticas Agropecuarias, aprobación de un proyecto de ley Nacional sobre la gestión y aplicación de productos fitosanitarios, declaración de interés público el Programa Argentino de Carbono Neutro, promoción de la adopción de sistemas de certificación por gestión sostenible reconocidos internacionalmente, que favorezcan la inserción en las principales cadenas globales de valor, desarrollo de políticas que promuevan el aumento de la participación de las bioenergías en la matriz energética, entre otras.
Desarrollo
Es crucial para el agro tener un Estado que contribuya a su desarrollo. Hace rato que el complejo agroindustrial no cuenta con uno que pueda comprender sus necesidades y logre articularlas en políticas publicas de calidad. El trabajo del Consejo Agroindustrial fue justamente diseñar esas políticas que permitan el desarrollo agroindustrial con inclusión y participación de la sociedad en su conjunto. Es decir, crear un activo colectivo junto al Estado para poder darle ejecución.
Es un plan federal. Quizá tenga desigualdades en el inicio de su implementación, pero esta claro que el poder implementarlo le permitirá al complejo agroindustrial crear el mayor activo colectivo vinculado al agro en toda su historia. Un activo colectivo es un dispositivo social que se construye en forma mancomunada, que implica un costo individual para cada uno de los que realizan el esfuerzo de montarlo, tiene un valor fácilmente mensurable del cual, en un principio otros pueden beneficiarse sin haber corrido con el costo de involucrarse en el trabajo de hacerlo y en general su consumo no implica exclusividad. Este es el real desafío para el complejo agroindustrial argentino. Y hay un Plan. Esa es la buena noticia.
El autor es director del Programa de Agronegocios y Alimentos FAUBA
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