El fin de semana, en Esmeralda, Santa Fe, a un productor le destruyeron dos bolsones con soja, lo que volvió a elevar el número del vandalismo
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Mientras el sector agropecuario espera que algún proyecto de ley para castigar la rotura de silobolsas avance en el Congreso -hay varias iniciativas presentadas, pero sin tratamiento-, los ataques no dejan de producirse a lo largo del país. Este fin de semana le tocó a un productor de la zona de Esmeralda, en la provincia de Santa Fe, a quien le destrozaron dos silobolsas con más de 300 toneladas de soja. Desde el año pasado, cuando explotó el delito, a nivel país ya se vandalizaron 218 silobolsas.
Se trata de Damián T., un colono que prefirió resguardar su apellido. Según contó a LA NACION, el hecho ocurrió en el campo familiar en el que trabaja junto a su padre, a un kilómetro al oeste de Esmeralda, un pueblo de un poco más de 800 habitantes.
“Desde hace mucho tiempo que embolsamos en el mismo lugar del campo y es la primera vez que nos sucede”, relató.
El productor agropecuario describió que le abrieron dos bolsas de punta a punta con un corte perfecto de un cuchillo y que luego se fueron, dejando tirados en el suelo las más de 300 toneladas.
“Llama la atención que pase alguien a hacer ese tipo de daño. No tenemos presente alguien que nos tenga tanta bronca y que nos pueda hacer este desprecio. Fue desagradable”, indicó.
Además de ser pequeños productores, su fuerte son los servicios como contratista de siembra y cosecha. De toda la vida, su padre hizo algo de agricultura y de ganadería, pero hace 12 años que dejaron las vacas para dedicarse de lleno solo a sembrar.
“Pudimos levantar una parte pero debimos dejarlo para más adelante porque teníamos compromisos de siembra en otros campos. Si bien el daño es menor porque pudimos resguardar todo el material, igualmente que nos hagan un daño como este, nos perjudica”, señaló.
A pesar de haber realizado la denuncia policial correspondiente, no se tiene aun datos precisos de quienes pudieron haber cometido el siniestro: “No hay huellas ni rastros porque la lluvia borró la poca evidencia que había”.
El colono rescató la solidaridad de toda la comunidad de Esmeralda, que enseguida acudió en su ayuda a juntar los granos. “Es un pueblo chico y nos conocemos todos. Si le hubiese pasado a un vecino, nosotros hubiésemos actuado de la misma forma. Nos prestaron autodescargables y extractoras”, dijo.
Por último, indicó que luego de este hecho están tratando de concientizar a los productores de la zona “que estén en alerta, que si ven rostros que no son del pueblo avisen a la policía, que denuncien a ver si se puede frenar estos casos; al que le toca le produce mucha angustia, trabajo y pérdidas económicas”.
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