Sin tomar en cuenta la campaña 2022/2023, diezmada por la sequía, la comercialización de la oleaginosa es la más baja desde el ciclo 2014/2015; las causas del atraso y el caso del maíz
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Mientras las copiosas lluvias demoran los primeros pasos de las cosechadoras por campos con maíces maduros, pero ahora muy húmedos, y con sojas tardías que aprovechan para sumar rindes, la comercialización de ambos productos de la campaña 2023/2024 evidencia demoras muy importantes en función de la reticencia de los productores a convalidar valores que juzgan poco atractivos, en medio de un clima de incertidumbre económica y política.
Según datos de la Secretaría de Agricultura de la Nación al 6 del actual, entre las fábricas y la exportación de grano sin procesar compraron 8.969.000 toneladas de soja que, sin incluir en la comparación las 4.616.400 toneladas del ciclo 2022/2023, diezmado por la sequía, constituyen el volumen más bajo desde los 8.040.000 de la campaña 2014/2015. Del total negociado, un 90%, es decir 8.070.600 toneladas, permanece “a fijar”, lo que significa que no tiene un precio firme.
En cuanto al maíz, las 12.460.300 toneladas adquiridas por los exportadores son, más allá de las 8.069.400 toneladas 2022/2023, el volumen más bajo desde las 11.499.100 toneladas comercializados a igual momento de la campaña 2018/2019. En este caso, un 63,4% del total negociado, es decir, 7.901.800 toneladas, está “a fijar precio”.
En opinión de Adrián Seltzer, operador de la corredora Granar SA, el atraso comercial en la campaña 2023/2024 es una historia que lleva varios meses. “Cuando los precios eran medianamente atractivos para el maíz y la soja, digamos entre octubre y noviembre, con niveles cercanos a los 200 y a los 350 dólares por tonelada para la posición de la nueva cosecha en el Matba Rofex, respectivamente, la incertidumbre económica y política que dominaba la escena, ballotage presidencial mediante, conspiró contra la toma de decisiones comerciales. Y cuando comenzaron a aparecer algunas certezas, los precios ya no resultaron atractivos para los vendedores, con valores que cayeron hasta los 160 dólares para el maíz y que deambulan debajo de los 300 dólares para la soja desde diciembre. Hoy solo se va vendiendo en función de las necesidades de efectivo”, explicó.
El especialista sumó al análisis el hecho de que muchos agricultores acordaron durante los últimos meses del gobierno anterior la pesificación de sus deudas en insumos y ahora esperan hasta último minuto para ver qué pasa con el mercado cambiario, con las retenciones y con los precios para definir sus ventas y saldar esas deudas. “Como en una mano de truco, el productor hoy está orejeando sus cartas y leyendo el semblante del resto de los que están sentados en la mesa para hacer su próxima jugada”, dijo Seltzer a LA NACION para graficar, metafóricamente, el momento actual del mercado doméstico de granos.
Sebastián Olivero, responsable de Commodities de la corredora StoneX, señaló como condicionantes de las ventas de soja y de maíz la importante caída que acumulan los precios en dólares en los últimos meses y el hecho “que la mejora en pesos vista tras la devaluación de la moneda local se vio diluida por la elevada inflación y por el aumento en los costos”.
Agregó que en un contexto que sigue regido por la incertidumbre, resguardar un activo como los granos es considerada una opción muy válida por buena parte de los productores. “Muchos harán todo lo posible por continuar postergando ventas, inclusive refinanciando deudas o tomando nuevos préstamos. Sin embargo, en la medida que se aproxime el grueso de la cosecha habrá un volumen que inevitablemente deberá ser vendido y que podría generar una presión bajista extra, que solo lograría ser contrarrestado si la siembra/desarrollo inicial de los cultivos en Estados Unidos presenta complicaciones”, indicó Olivero.
Según sus últimas estimaciones, la Bolsa de Comercio de Rosario y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires prevén la cosecha de soja en 50 y en 52,50 millones de toneladas y la de maíz, en 57 y en 56,50 millones de toneladas, respectivamente.
El peso de las expectativas
A lo ya citado, Diego de la Puente, socio de la firma Nóvitas SA, agregó que por largos tramos de la campaña el nivel de precios no acompañó la suba de los costos, a lo que se sumaron problemas con los cultivos en Brasil que generaron una expectativa de mejora en las cotizaciones internacionales que no llegó. “Y en el plano doméstico, el cambio de gobierno no fue un hecho menor al momento de la toma de decisiones comerciales, dado que generó expectativas entre los productores por la chance de una unificación del tipo de cambio y de la quita de retenciones. Con el paso de las semanas, esa expectativa se transformó en incertidumbre. A la par, se dio una nueva versión del Programa de Incremento Exportador –habilita liquidar el 80% de divisas en el mercado único libre de cambios y el 20% restante en el contado con liquidación–, con la continuidad de las distorsiones negativas que el mismo implica para las ventas forward respecto de las operaciones con grano disponible, con una liquidación al dólar oficial para las primeras y al dólar exportador para las segundas”, contó el especialista a LA NACION.
Sobre la iniciativa de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y del Matba Rofex para que se utilice el Índice de Dólar Exportador que estas instituciones comenzaron a relevar a diario para su uso en la liquidación de las operaciones forward, De la Puente señaló que aún es una “tema vidrioso”, que dependerá de la disposición de ambas partes del negocio para ponerlo realmente en funcionamiento.
Añadió que ahora el problema es que al haber un volumen de granos gruesos vendido tan bajo, en relación con los volúmenes de soja y de maíz que se esperan recolectar, “se podría dar un problema complejo por exceso de oferta, sobre todo para los productores que tengan necesidad de venta y que no puedan hacer un puente financiero para aguantar la mercadería hasta después de la cosecha. Estos productores deberán estar muy atentos frente a los repuntes que están mostrando los precios internacionales en las últimas dos semanas”, recomendó.
La elevada proporción de soja y de maíz “a fijar”, que expone el interés de los vendedores por esperar una eventual mejora en el valor de sus granos, es un motivo de preocupación para la demanda, según explicó Seltzer, dado que “no les permite cerrar su rentabilidad”. Aclaró que esa opción sí les sirve para mantenerse operativos, pero no para cerrar los números de su negocio. “Es por esto que hoy exportadores y fábricas limitan mucho la opción de compras a fijar, como manera de presión, para que quien manda su grano a los puertos no tenga otra alternativa que vender a precio”, explicó.
Agregó que la opción de contratos “a fijar” hoy los exportadores la están limitando a negocios puntuales con maíz para cubrir faltantes en embarques próximos y a operaciones con soja sustentable, aunque en ambos casos, con poco plazo para definir los precios de las operaciones.
Rumores que suman ruido al mercado
Ayer, Charlie Sernatinger, analista de mercados de la firma Marex Capital Markets, se hizo eco en el comentario que comparte con clientes desde Chicago de un rumor que comenzó a circular en los últimos días en el nivel local, en cuanto a la posibilidad de una nueva versión de “dólar soja” en torno de los 1200 pesos por dólar para estimular ventas. El propio especialista consideró esa opción “poco real”, dado el nivel actual del dólar blue.
“El mercado no está tomando bien los rumores sobre un nuevo programa de relación dólar/peso para los productores de soja en la Argentina, aplastando la harina (su precio). Pero los rumores hablan de un tipo de cambio de 1200 pesos por dólar, lo que suena descabellado, dado que el ‘tipo blue’ es de alrededor de 1020 pesos por dólar”, argumento el especialista mientras transcurría la media rueda de Chicago y el valor de la harina de soja en esa plaza caía un 1,6%. Al cierre de la rueda el descenso se atenuó al 0,8% y el ajuste de la posición mayo fue de 370,81 dólares por tonelada. El precio de la soja, en tanto, concluyó la jornada con un alza mínima, al pasar de 439,45 a 439,73 dólares por tonelada.
Cabe tener en cuenta que la Argentina es el principal exportador mundial de harina de soja y que cualquier medida que acelere la comercialización de la materia prima que necesita la industria procesadora local repercute en modo bajista sobre los precios de este subproducto en Chicago.
Las fuentes locales consultadas confirmaron el rumor y cierta inquietud entre los productores, pero coincidieron en señalar que resulta poco creíble una medida así en el contexto actual porque, en pleno combate contra la inflación, podría implicar una suba de los costos para todas las actividades que dependen de la soja, o más puntualmente de la harina de soja, para los procesos de alimentación de bovinos (carne y leche), porcinos y de aves. Sin embargo, no descartaron que esas versiones sumen ruido al mercado y ralenticen aún más las ventas.
Desde el Gobierno respondieron a LA NACION que “no existe un proyecto semejante. El objetivo de este Gobierno sigue siendo ordenar la macro, unificar el tipo de cambio y salir del cepo”.
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