Pese a las chances de caer en la temida estanflación, que podría golpear el valor de los granos, se confirman hechos que tienden a apuntalar las cotizaciones
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Contexto complejo para tomar decisiones comerciales. Mientras el marco internacional es más desafiante que nunca, el local plantea interrogantes no menores. Veamos. Para muchos, el mundo está atravesando su peor momento desde la segunda guerra mundial, con la geopolítica instalada brutalmente y países y regiones enteras expuestas a sus consecuencias.
Rusia embarcada en una guerra increíble en Ucrania; desborde inflacionario en Estados Unidos; la Unión Europea (UE) ante un desafío dramático por la crisis energética; China ante la muy probable caída de su PBI luego de 50 años de crecimiento, y siguen las firmas... Resulta claro que el mundo no será el mismo después de lo que hizo Putin. La estanflación (tan temida por economistas) se instala como una realidad incontrastable y se generaliza la convicción de un horizonte bajista para los granos.
Sin embargo, el tema no resulta tan claro ¿Por qué? Porque se confirma nuestro escepticismo respecto de la salida de la producción ucraniana por el Mar Negro; porque el clima en la UE y en China no fue el más conveniente para los cultivos de cosecha gruesa, y porque en Estados Unidos también hubo tropiezos productivos.
Así, el reporte del USDA del lunes puso en blanco y negro el muy ajustado balance de oferta y demanda de Estados Unidos para el ciclo 2022/2023 que acaba de comenzar. Si bien debiera haber presión estacional de cosecha, el avance del calendario jugará a favor de los “tiempos argentinos”. Para marzo/mayo los stocks estadounidenses (verdadero termómetro de Chicago) pondrán en evidencia que los fundamentals son claramente alcistas. Aun así, las dudas sobre el comportamiento de la demanda (y sobre eventuales recortes en el consumo) son procedentes. Está por verse la actitud de China y de los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático en tal sentido.
Mientras tanto, la plaza doméstica evoluciona “desafiada” por la cuestión del ¨dólar soja” y sus inevitables consecuencias: aluvión de ventas, con el que se habría superado el 60% de la cosecha, compradores que intentan sacar provecho de ello aumentando márgenes, una plaza maicera vacía de oferta (polleros, feedloteros y tamberos en problemas) y un Banco Central que aumenta sus reservas, pero genera mayor emisión monetaria y deuda en dólares.
Tener en cuenta que estamos ante un adelanto de ventas (de “cómodas” cuotas en algunos meses a presión brutal en dos semanas) y que ya se ven pedidos para extender los plazos de vigencia de la modalidad. Veremos.
Por el momento, vender es la consigna más atractiva, complementando la decisión con un call spread en Chicago mayo y/o recomprando soja mayo, guardando el maíz para que sea “primicia” en marzo y demorando ventas en el caso del trigo.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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