El mercado de granos es, naturalmente, un círculo donde se retroalimenta la demanda con la oferta. En los últimos años, ese círculo virtuoso con incentivos y respuestas productivas a los estímulos se está transformando un círculo, pero un círculo muy particular: un círculo con cuatro esquinas.
Es tal la cantidad de intervenciones al mercado de granos que, finalmente, lo que funcionaba y fluía de manera cíclica, hoy se está transformando en una figura amorfa, con aristas agudas e impredecibles.
Paso a enumerar algunos vértices de la figura que ya consiguieron transformar y desvirtuar con el tiempo la fluidez habitual del mercado. Cabe aclarar que todas las propuestas que nos llevaron a cuadrar el círculo original siempre fueron arropadas y ensalzadas como “intervenciones virtuosas”, por parte del Estado, y de quienes lo aconsejaban, para obtener una tajada, cambiando las reglas de juego durante el partido.
1.- Dólar Soja. Fue una perniciosa idea, donde se creó un inédito embudo, en el cual, por 24 días, y en una costosísima huida hacia adelante, alimentada por la urgencia de adelantar unos dólares, que ya curiosamente estaban en la Argentina, se pergeñó una curva en ángulo recto que, según calculó el “Grupo Lonja”, el país perdió en esta corta aventura US$158 millones por el hecho de sobreofertar en el mercado mundial una cantidad cuatro veces superior a lo habitual, haciendo desplomar nuestro propio precio. Mientras ese mismo embudo generó de manera artificial la transferencia de US$367 millones de los chacareros a los exportadores, debido a colocarlos en una situación privilegiada artificialmente por esos 24 días. Esta nueva arista ya es parte de las posibilidades del mercado, y queda en la memoria colectiva, como que puede volver a repetirse, afectando ya conductas comerciales.
2.- Los “volúmenes de equilibrio” (herederos legítimos por línea paterna y materna de los ROEs). Son la segunda curva en ángulo recto. Son volúmenes caprichosamente autorizados por el Gobierno, de cifras permitidas a exportar para un determinado grano. Volúmenes compuestos por sospechosos números redondos, que en teoría protegerían la mesa de los argentinos de una inflación que ya ronda 100% anual.
3) Fideicomisos aceiteros y de harinas. Los primeros son contratos hechos consigo mismo. Aceiteros que acuerdan con aceiteros y firman con el doble sombrero en ambos lados del mostrador. El productor, convidado de piedra y quien financia el fideicomiso, solo se entera vía Boletín Oficial que es el pato de la boda. El fideicomiso harinero, en tanto, es en el cual los dineros claramente desaparecen de la vista, mientras se escucha la airada protesta de mayoría de molinos y productores, al ritmo de la suba del precio del pan.
4) La cuarta arista se basa en los apuros que tiene el Gobierno a que se aceleren las declaraciones juradas ventas al exterior (DJVE), y así poder cobrar de manera anticipada DEX (retenciones) y, que muchos exportadores, en su afán de complacer a las autoridades, mientras lógicamente hacían su negocio, vendieron al exterior un gran volumen de trigo a principios de año, y hoy se encuentran sin la contraparte de la mercadería comprada en una sequía mayúscula. ¿Hay una salida indolora de este último vértice para sacarse el lazo?
Lo que viene
Ahí entran los trascendidos. Por un lado, la posible “pateada de tablero” y reprogramar un año adicional las DJVE destinadas originalmente a un máximo de 360 días ya concretadas hace meses. Esta “salida” sería lo ideal para exportadores que no se cubrieron a tiempo para comprar lo que ya habían vendido y comprometido al exterior.
La falta de profesionalismo de quienes vendieron y no compraron sería “solucionado” con este movimiento. El Estado no resignaría recursos fiscales ya recaudados y dejaría con menos recursos al gobierno próximo. Sería un supuesto “gana-gana” adicional entre exportadores y Gobierno. Ambos solucionarían con otro “gol con la mano” los problemas que los acosan, rompiendo esos contratos. Por otro lado, los productores que hicieron compromiso de entrega de trigo a futuro, deberán cumplir con su obligación, y los que por fuerza mayor no lo puedan hacer, como es lógico negociarán la mejor salida entre privados, con costo y sin salvavidas del Estado. Doble vara en medio de una trágica sequía.
Ese sería el cuarto ángulo recto que completaría esta extraña circunferencia cuadrangular, que nos lleva de manera indefectible a pensar que esta suerte de cubismo comercial va derecho a romper la poca confianza y los pocos dólares que quedan.
De suceder algo así, completaríamos el reinado del cortoplacismo, la irrupción en los contratos privados por parte del Estado, en un mercado en el cual la palabra y la firma todavía valen. Romper eso sería destruir el largo plazo. Pero la urgencia de unos (imprudentemente descalzados en sus compras) y otros afanosos por los recursos recaudatorios, pueden confluir en una media que literalmente patee el tablero del comercio de granos. Esperemos que esto último no suceda y no se cierre la cuadratura del círculo.
El autor es productor agropecuario
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