Enzo Cieri, de Don Mario, dio pautas a tener en cuenta en genética, fecha de siembra, densidad, fertilización y ambientes
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De cara a la siembra de trigo, Enzo Cieri, gerente de Desarrollo de Región Sur de Don Mario, señaló cinco claves para tener en cuenta a la hora de hacer el cultivo.
Según dijo, la selección de la genética es fundamental. Por ello, indicó, la marca “posiciona los materiales más productivos del mercado, con una adaptación a toda la región triguera, perfiles sanitarios equilibrados y calidad panadera balanceada”.
“Si analizamos la diferencia que existe entre los materiales con rendimiento medio y el 5% de los materiales que mejor performaron dentro de nuestra Red DonMarioMás, podemos determinar la brecha genética que existe, siendo esta del 13%. Entendiéndose al 13% como el porcentaje en kilos que puedo ganar o dejar de ganar seleccionando bien o mal las distintas variedades”, dijo.
Agregó que, dependiendo del ciclo y de la región, se tienen diferencias en cuanto a brechas por genética. En la región II Norte, “los ciclos cortos muestran una mayor brecha que los intermedios, ya que deben ser correctamente posicionados en cuanto fecha de siembra y productividad del ambiente”.
Detalló que en la II Sur “ambos ciclos presentan similares valores de brechas de rendimiento”. En tanto, en la III “los ciclos cortos serían aquellos que permitirían cerrar la brecha de rendimiento asociado a genética”.
Respecto de la fecha de siembra, expresó: “Dependiendo del material seleccionado, de su ciclo y de las distintas regiones, recomendaremos la fecha de siembra óptima. Fecha donde maximizaremos el potencial productivo e intentaremos posicionar el periodo crítico en condiciones climáticas benévolas, y donde minimizaremos las probabilidades de un golpe de calor, como así también de una helada tardía”.
En esta línea, apuntó que cada región tendrá su propia fecha de siembra óptima, al igual que los ciclos posicionados. Al respecto, detalló para la región IIN Y III: a)ciclos intermedios largos, pérdidas de 32 kilos/ha/día a partir el 1° de junio; b)ciclos intermedios, pérdida de 17 kilos/ha/día a partir el 1° de junio; c), ciclos cortos, pérdida de 13 kilos/ha/día a partir el 1° de junio. Región II Sur, a), ciclos intermedios largos: pérdidas de 16 kilos/ha/día a partir del 1° de junio; b) ciclos intermedios: pérdidas de 3 kilos/ha/día a partir del 1° de junio; c) ciclos cortos: ganancia de 10 kilos/ha/día hasta el 10 de junio.
El experto aconsejó respetar las densidades recomendadas. “Según la variedad, su potencial de macollaje, fecha de siembra, ambientes, y regiones, nos permitirán llegar al número de espigas necesarias para lograr potenciales de rendimientos más altos, como así también lograr estabilidad. Para lograr altas probabilidades de explorar los mayores potenciales deberemos lograr superar las 600 espigas por metro cuadrado”, dijo.
Ejemplificó para los ciclos intermedios largos con densidades entre las 240 y 300 plantas/m2. En tanto, para los ciclos intermedios mencionó densidades entre las 280 y 340 plantas/m2. Además, para los ciclos cortos se refirió a densidades entre las 280 y 340 plantas/m2.
Recomendaciones
Estos umbrales de densidades son dependiendo de los ambientes explorados y la fecha de siembra. Para las fechas más tardías que las recomendadas hay que aumentar densidad, al igual cuando se exploran ambientes de mediana a baja productividad.
“Cada variedad tendrá su nivel de nitrógeno donde maximice su potencial de rendimiento. Si bien dependerá de la variedad en cuestión y la logística de fertilización, dosis simple o dividida, podemos decir que en general el nivel de nitrógeno para la dosis simple que maximiza el rendimiento se encuentra entre los 165 y 180 kilos de nitrógeno por hectárea. Por otro lado, en dosis dividida este nivel se encuentra entre los 180 y 210 kilos de nitrógeno por hectárea”, afirmó sobre la fertilización.
En cuanto a la ambientación, explicó: “Hace varios años que venimos trabajando, y con resultados sumamente satisfactorios, en realizar manejos por ambientes, desde densidades variables, como así también variedades por ambientes y respuestas a fósforo”.
“Conociendo para cada región cuáles son los factores ambientales que tienen una mayor incidencia en el rendimiento y de qué manera, mediante distintas pautas y recomendaciones podemos con nuestras variedades aumentar los pisos de rendimiento como así también los techos. Con resultados muy satisfactorios seguimos trabajando en posicionar según variabilidad ambiental”, afirmó.
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