La respuesta de las plantas a las precipitaciones de la segunda quincena de enero y de principios de febrero fue muy dispar; la necesidad de humedad sigue latente
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Luego de las lluvias de la segunda quincena de enero y de principios de febrero, los lotes sembrados con soja muestran mucha variabilidad en la región pampeana. Por ejemplo, en Rufino y en otras localidades del sur de Santa Fe los cultivos de primera están en R4-R5, próximos a la aplicación de fungicida. En esa región llovió alrededor de 200 milímetros y “las plantas se recuperaron bastante, aunque necesitan 50-60 milímetros más por lo menos en febrero”, advierte un técnico regional.
En Marcos Juárez y en Río Cuarto llovió menos y además se observan fuertes ataques de arañuela, que deben controlarse con aplicaciones de insecticidas para no seguir perdiendo rendimiento.
En el partido bonaerense de Pergamino llovieron 100-170 milímetros “providenciales para los cultivos de soja”, según el consultor Julio Lieutier. Los de primera, sembrados en lotes de buena calidad de suelo, están en estados reproductivos avanzados, con muy buena recuperación por el perfil recargado.
Los cultivos implantados en lotes con suelos de menor aptitud, en cambio, muestran grandes lamparones de plantas totalmente quemadas o de muchísimo menor desarrollo.
Planteos defensivos ganaron
Los cultivos de segunda de la zona estaban empezando la floración con el perfil totalmente seco. Las lluvias de la segunda quincena de enero sirvieron para que las plantas se recuperaran; ahora necesitan por lo menos 100 milímetros en los próximos días.
En el sur de Buenos Aires -Olavarría, Tandil- los cultivos habían sufrido mucho en diciembre y en la primera quincena de enero. En la segunda llovieron 80-100 milímetros, pero los maíces quedaron con escaso desarrollo y con espigas livianas, que podrán pesar 70-80 gramos en vez de los 170 normales, por menor cantidad de granos y menor peso de 1000.
En los lotes de la zona hay mucha variabilidad en el desarrollo de las plantas en función de la calidad de suelo. De la evolución de los cultivos hasta ahora surgen dos conclusiones: los ganadores fueron quienes planificaron un planteo defensivo y apuntaron a varias fechas para la floración, en vez de jugar a una sola con variedades de ciclo muy corto.
También sacaron ventajas los agricultores que trabajaron con siembra y fertilización variables, que permitieron disminuir la cantidad de semilla y la aplicación de nitrógeno de las partes más flojas de cada lote.
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