El abundante volumen de la oleaginosa vendido reduce la necesidad de avanzar con la venta de los cereales; la falta de adecuadas lluvias también demora decisiones comerciales
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Con cerca de 12 millones de toneladas de soja disponible vendidos a través del sistema denominado “dólar soja” al cierre de esta columna, lo importante –una vez anunciado que no se extenderá en el tiempo el régimen cambiario especial– es el impacto que este ritmo de ventas puede generar en los mercados de otros productos agrícolas. Y no solo ello, sino también las condiciones por las que están atravesando esos otros mercados. Los casos del trigo y del maíz resultan muy interesantes de analizar, en tal sentido.
Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, la producción de trigo se ubicaría en los 16,50 millones de toneladas, con una baja sensible respecto de la última estimación. Con ese volumen productivo, las actuales Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) de los exportadores estarían prácticamente al mismo nivel del saldo exportable. Esto es, 8,80 millones de toneladas. Pero, por otra parte, las compras de dichos actores en el mercado interno se ubicarían al presente en 5,20 millones.
Más allá de que en el tonelaje comprado hay trigo “a fijar” y “a precio”, a los exportadores les restaría adquirir unos 3,60 millones de toneladas para cumplimentar las DJVE. Y, en función de ese volumen por comprar, es donde pueden estar las tensiones en las cotizaciones.
Existen dos variables que hoy están generando cierta reticencia de los productores a tomar decisiones de venta. La primera tiene que ver con el clima. Más allá de las recientes lluvias que se registraron en algunas regiones, como el sudeste de Córdoba o La Pampa, lo cierto es que en muchas otras zonas las mismas brillaron por su ausencia. La segunda variable está vinculada con la cobertura futura del presupuesto financiero por parte de los productores. En ese sentido, con los casi 12 millones de toneladas comercializados con el “dólar soja” claramente bajan las necesidades de tener que vender trigo.
Empalme gravoso
El maíz presenta otra problemática. El “empalme” entre las campañas 2021/2022 y 2022/2023 puede ser más gravoso que en otros años. También en este caso la falta de adecuadas lluvias en importantes regiones productivas del país está llevando a muchos productores a “pasar” maíz primicia a tardío.
Entonces, el 15/20 por ciento del maíz que actualmente queda del ciclo 2021/2022 deberá alcanzar hasta julio de 2023, momento en el cual ingresa la cosecha tardía del forrajero.
Sin lugar a dudas, el devenir climático en Sudamérica acaparará, como es habitual, la atención de los operadores internacionales a partir de ahora. En la Argentina dicha variable resultará más importante que en otras oportunidades por lo comentado previamente. Para seguir con atención.
El autor es socio de Nóvitas SA
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