Una caída de la oferta de poroto en junio/septiembre y la necesidad de los fondos de inversión de salir a recomprar más de 20 millones de toneladas en Chicago entre mayo y junio fundamentan las expectativas alcistas para julio
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La geopolítica continúa condicionando la evolución de todos los mercados (Chicago no es la excepción) ante la eventual escalada del conflicto bélico en Medio Oriente. Así, el oro (tradicional refugio de valor) mantiene una singular firmeza desde principios de año y el dólar gana terreno frente a otras monedas desde el inicio de marzo.
En ese contexto, los fondos especulativos continúan fuertemente vendidos en Chicago y gran porcentaje está registrado sobre la posición julio. Atención. Tan vendidos como nunca en este siglo (récord) y con un pequeño detalle. No hay antecedentes de que los fondos hayan ingresado vendidos al tradicional mercado climático en EE.UU. (mayo/agosto).
Por el momento la soja (justificadamente) no muestra señales claras de reacción, toda vez que la plaza se encuentra muy presionada por la marcada estacionalidad de la oferta brasileña de poroto de soja que va a China, con 12 millones de toneladas en marzo y con 12 a 14 millones previstos para abril y mayo. Luego la misma cae notoriamente y a partir de julio el responsable de abastecer la demanda mundial de la oleaginosa es la Argentina que, pequeño detalle, no exporta poroto, sino harina y aceite de soja.
Entonces, si la oferta de poroto en junio/septiembre merma notoriamente (a entre 5 y 7 millones de toneladas mensuales) y los fondos deben recomprar más de 20 millones de toneladas de sobreventas entre mayo y junio (en teoría), se entiende nuestra visión optimista para las cotizaciones de la soja para julio.
Un simple análisis de lo ocurrido en los últimos años colabora con semejante visión. En 15 de los últimos 19 años las cotizaciones de la soja para la posición julio en Chicago han subido en ese periodo. ¿Será este el año 16? Los años en que ello no ocurrió, los stocks en EE.UU. se ubicaban en torno al 18/20%. Hoy se encuentran en el 8%. En otras palabras, los usuarios de soja en Estados Unidos “deben” asegurarse el abastecimiento hasta el ingreso en el circuito comercial de la cosecha nueva allá, por octubre/noviembre. Y la única receta que los estadounidenses conocen para racionar la demanda externa y asegurar el abastecimiento interno es la vía de los precios.
Mientras tanto, la plaza maicera doméstica evoluciona totalmente divorciada de la internacional como lo previmos el 23 de diciembre último y lo ratificáramos en estas páginas el 30 del mes pasado. La demanda supera a la oferta y el mercado así lo evidencia. El consumo interno (alrededor de 1,2 millones de toneladas mensuales), más los compromisos de embarque del periodo marzo/junio (en total suman 20 millones de toneladas) deben ser satisfechos con maíz temprano. Así los números nunca cerraron y la bajante del Paraná complicó aún más la posibilidad de abastecerse en tiempo y en forma por parte de los exportadores.
En consecuencia, los precios al productor se ubican muy por encima de las paridades teóricas. Ante ello, resulta oportuno plantearse si estamos frente a oportunidades que no deben despreciarse. La historia está abierta porque las necesidades son muy evidentes y el “poncho no aparece”. Tirar de la cuerda un poco más no deja de ser tentador, pero es importante tener en cuenta que en julio aparece Brasil con su safrinha.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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