Paula Demarco es agrónoma y maestra de música. Realiza una maestría en Kansas State University (KSU) y su proyecto de tesis tiene que ver con la evolución de ese cultivo en las últimas seis décadas
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Cuando la correntina Paula Demarco era adolescente, tenía dos pasiones: la música y la biología. Fue así que decidió realizar sus estudios secundarios en el Instituto Superior de Música “Carmelo H. De Biasi”, donde el violín fue su instrumento elegido.
Una vez que concluyó el colegio, tuvo que elegir qué carrera seguir y, si bien la música le llenaba el alma, también el estudio de los cultivos le generaba mucha curiosidad y entusiasmo. Aunque su familia no tenía relación con la actividad agropecuaria, la agronomía sería su camino a seguir.
Sin embargo, los cinco años en el instituto de música no quedaron olvidados. A la par de la facultad, con su violín en mano, comenzó a trabajar como maestra de música en una escuela primaria de la ciudad de Corrientes. Durante años, con alegría alternó ambas actividades: por la mañana era “la seño de música” y, por la tarde, la estudiante de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
A medida que cursaba la carrera, Demarco comprendió que si quería seguir creciendo debía perfeccionarse aun más. A poco para recibirse de agrónoma, junto a su novio Javier Fernández, comenzó a averiguar por maestrías en el exterior.
A fin de 2019 encontró la posibilidad de realizar un máster en agronomía en Kansas State University (KSU), en los Estados Unidos. Hizo números y se alegró al ver que, con todo ese dinero ahorrado de sus sueldos durante los años en que fue maestra, podría financiar los gastos de pasaje, visa y otros menesteres del viaje al exterior.
En casa de sus padres, armó las valijas y dejó bien guardado (”por un tiempo nada más”) en su estuche su violín que la había acompañado tantos años de su juventud. “Si bien fue difícil viajar tan lejos de mi familia, nunca imaginé estar acá haciendo un posgrado en Estados Unidos. Solo hay que soñarlo y pensar que uno lo puede llevar adelante”, cuenta a LA NACION.
“Sabía que en la Argentina había un gran potencial agroexportador y que siempre iba a haber trabajo e investigación por delante. Sumar una experiencia laboral en el tema de agricultura en Estados Unidos iba a ser importante para mí”, agrega.
Ni bien llegó, comenzó a trabajar como ayudante en el laboratorio de la universidad, donde realizó trabajos de investigación a campo. Actualmente, y luego de un año y medio, solo le restan dos cursos y la tesis, donde está enfocada en un proyecto de sorgo granífero. En tanto, su novio lleva adelante una investigación sobre maíz.
“El Estado donde estamos es una zona muy agrícola y Kansas, en particular, es el estado donde más se produce sorgo en grano. Mi investigación se centra en estudiar la ganancia genética de los híbridos históricos de sorgo de los años 60 a la fecha, es decir la evolución del rendimiento a lo largo de los años, como así también las características fisiológicas de las plantas”, explica.
“Estoy en la última etapa. Los trabajos de campo ya los terminé y ahora estoy haciendo los análisis de los resultados a campo”, añade.
En este contexto, este año sumó otra alegría a su haber: obtuvo el premio “Gamma Sigma Delta”, Capítulo KSU, a la excelencia en investigación como estudiante de posgrado MS de 2021. “Gamma Sigma Delta es una asociación de profesionales relacionados con la agricultura, que cada año reconoce a aquellos estudiantes destacados por su trabajo de investigación”, describe.
Demarco ya piensa cuando finalice su maestría y en este sentido ya comenzó a aplicar a distintos trabajos tanto en la Argentina como en Estados Unidos. “Estoy abierta para trabajar y desarrollarme en cualquier lugar que se me presente. En particular, estoy interesada en trabajar en el sector agropecuario, pero todavía no tengo nada concreto”, señala.
Para sentirse cerca de su tierra, a diario toma mate y cuando el tiempo y el dinero lo permite (la carne es un bien preciado en Kansas) se come un rico asado con sus compañeros. Si bien está a miles de kilómetros de su tierra, sabe que pronto, cuando finalice sus estudios y la pandemia lo permita, volverá a “su Corrientes porá” a ver a su familia, a ir a conciertos que tanto extraña y volver a tocar su violín.
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