Aapresid destacó que se renueva el desafío, donde la elección de genética, fecha de siembra y el arreglo espacial son parte del “chasis del rendimiento” a ajustar de acuerdo a cada ambiente
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Por tercer año consecutivo, los pronósticos prevén una gruesa seca, contexto que obliga a adaptar estrategias de años anteriores para apuntar a la estabilidad. En esta misión, la Agenda Aapresid destacó que se renueva el desafío y las estrategias de manejo, donde la elección de genética, fecha de siembra y el arreglo espacial son parte del “chasis del rendimiento” a ajustar de acuerdo a cada ambiente.
En este contexto, expuso ¿cómo ubicar Grupos de Madurez (forma de definir el tipo y velocidad de crecimiento que va a tener un cultivar de soja) en planteos defensivos y ofensivos? Para Marcos Murgio (INTA Manfredi), antes de decidirse por un GM, “es preciso caracterizar el ambiente, sobre todo humedad y nutrientes del suelo”. Estas condiciones de partida, dijo, van a condicionar no solo la elección de la genética, sino de dos pilares íntimamente relacionados a esta: la fecha de siembra (FS) y el arreglo espacial.
“Una vez elegido el GM, se debe apuntar a materiales con buena estabilidad de acuerdo al lote. Para ayudar esta elección, el productor puede apoyarse en la información generada por la Red de Soja del NEA de Aapresid y la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja del INTA”, recomendó el especialista.
Posicionamiento de GM en planteos defensivos
Según el experto, de acuerdo a lo que se vio en años anteriores en la zona núcleo, si la campaña inicia seca, retrasar la FS suele ser una buena estrategia para empujar al período crítico (PC) del cultivo a mejores condiciones de humedad: “Dentro de esta estrategia defensiva suelen acomodarse mejor GM más altos, desde IV medio-largos a V cortos, que corren el PC a febrero-marzo. Adicionalmente, acercar hileras y subir densidad mostraron ser útiles para reducir la pérdida de agua del entresurco, sacar ventaja a las malezas y mejorar el potencial de rendimiento”.
Sin embargo, Murgio, advirtió, sembrar más allá de fines de noviembre-principios de diciembre, supone más riesgos y penalización de rendimiento. Por eso, “en la medida que tengamos agua, no hay que dudar en sembrar”.
Posicionamiento de GM en planteos ofensivos
Explicó que, de alcanzarse buenas condiciones del perfil en la primavera, ya sea por influencia de napa, antecesor maíz u otras situaciones favorables, se podrá considerar un planteo más agresivo, con adelanto de la FS y elección de GM más cortos.
“En estos casos, grupos III largos a IV cortos logran esquivar al imperdonable fin de verano. Esto se vio hace un par de campañas en el centro cordobés, donde los lotes sembrados temprano fueron mucho más favorecidos que los tardíos, golpeados por la inesperada falta de agua en febrero-marzo”, aseguró.
En cuanto a arreglo espacial, en ambientes con mayor potencial, suelen funcionar bien las densidades más bajas, cercanas a las 24 plantas/ha, que permiten afinar brechas de rendimiento.
“Con el foco puesto en diversificar en todos los niveles, se recomienda recurrir a más de una estrategia, si fuera posible. Esto implicaría incluir distintos momentos de siembra, genética y arreglo espacial por ambiente para hacer que la próxima campaña sea una misión “posible” y no imposible”, dijo la entidad agrícola.