Para una correcta toma de decisiones, en su análisis el productor debe incorporar a las noticias externas las variables domésticas, que influyen sobre el comercio y los precios
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La rutina de leer reportes traducidos de analistas estadounidenses puede ser riesgosa para el productor argentino. Los mismos se escriben para los farmers de aquella nación y son determinantes a la hora de tomar decisiones comerciales. Particularmente en momentos como el actual, a un par de meses de la cosecha gruesa en aquellos pagos. Pero los factores de mercado que hoy juegan para un productor de Iowa no son los mismos que los que deben ser considerados aquí en la pampa húmeda. A su vez, la ponderación de dichos factores (que también es distinta) es una tarea clave.
Al respecto, no es sencillo encontrar (como en la actualidad) un mosaico de factores jugando alternativamente como alcistas o bajistas en Chicago (plaza de referencia ineludible). En momentos de plena definición de rindes, el clima en el cinturón sojero/maicero estadounidense es una cuestión casi excluyente para dicha plaza y la volatilidad extrema de las últimas semanas así lo demuestra.
Por tal razón, son los pronósticos climáticos los que marcan el compás de Chicago día a día (literalmente), mientras las novedades sobre el corredor marítimo seguro para “sacar” mercadería de Ucrania aporta lo suyo y la tensión geopolítica mundial ahora se agudiza ante la eventualidad de un nuevo episodio de conflicto entre EE.UU. y China por Taiwán.
En semejante contexto, el Banco Popular de China blanquea indicadores macroeconómicos muy negativos para dicha nación y procede a una baja de las tasas de interés a mínimos históricos. Por su parte, la proximidad del ingreso al circuito comercial de la cosecha en EE.UU. le pone paños fríos al mercado.
Así, lo mencionado hasta aquí justifica una plaza internacional con tendencia al ajuste y ello es muy comprensible.
Pero, en nuestra opinión, el productor argentino debe llevar a cabo una ponderación distinta de los factores mencionados e incorporar variantes “autóctonas”. Veamos. En el corto plazo, las decisiones de nuestro Gobierno respecto de los cupos de exportación juegan su rol en trigo (no se abrirán) y en maíz (algo puede ser), mientras que la soja espera por “su” dólar.
A su vez, el escenario de precios para la campaña 2022/2023 (por ejemplo, para marzo/mayo de 2023) seguramente será distinto e irá mejorando a medida que avancemos en el calendario. De hecho, en los números que nadie destaca del informe del USDA (hay que leer todo) se proyecta que el farmer estadounidense tendrá un precio US$40 por tonelada por encima del cobrado en el presente ciclo.
Además, los silos en EE.UU. ya estarán semivacíos para aquel entonces y las proyecciones “fantasiosas” del USDA sobre la producción sudamericana de soja incluidas en su ultimo informe mensual no se cumplirán. Por caso, la revista especializada Oil World (la “Biblia” en el mercado de oleaginosas) proyecta la misma 8 millones de toneladas por debajo del organismo estadounidense, al tiempo que la creciente amenaza de una triple Niña también juega.
Por su parte, es muy probable que China vuelva a ser un importador determinante (el abastecimiento en tiempo y en forma de su población es un tema no negociable para los jerarcas del Partido Comunista). En definitiva, es importante saber manejar los “tiempos del mercado” y la “impronta” argentina. Es justo y necesario.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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