En soja, Brasil, Estados Unidos y la Argentina tienen distintos momentos de “responsabilidad” a la hora de abastecer en tiempo y forma el consumo mundial del grano y de sus subproductos
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Es hora de imaginar escenarios de precios para la campaña 2023/2024. Dicha tarea implica tener en cuenta algunas cuestiones cuya consideración es ineludible. Centremos nuestra atención en la soja. En el caso de la oleaginosa, es muy importante reconocer que el mercado de referencia claramente es Chicago, como así también es relevante destacar que más del 63% de la soja (y sus derivados) que se consume en el mundo es importada. Ello la diferencia del maíz (cuyo consumo depende solo en un 16% de las importaciones) y del trigo (26% importado). O sea, no todos los productos son tan dependientes del comercio internacional como lo es la soja.
Dicho esto, es determinante saber que solo tres países son los actores más relevantes del lado de la oferta de soja. Ellos son Brasil, EE.UU. y la Argentina. Si bien al medir los volúmenes de producción de los tres países nombrados hay notables diferencias entre los aproximados de los dos primeros (150 y 120 millones de toneladas, respectivamente) y nuestro país (50 millones), a la hora de medir el peso relativo de cada uno de ellos en las exportaciones de poroto, harina y de aceite de soja, las proporciones se emparejan mucho (Argentina exporta el 90% de la soja que produce a más 70 países, fundamentalmente como harina o aceite).
Así las cosas, podríamos afirmar que cada uno de los tres países nombrados tiene distintos momentos de “responsabilidad” a la hora de abastecer la demanda mundial en tiempo y forma, si consideramos sus momentos de cosecha y la correspondiente presión estacional que se deriva de esa consideración y que se verifica en las estadísticas.
De tal manera, EE.UU. es habitualmente el “responsable” de la oferta en el período octubre/enero; Brasil lo es en febrero/mayo, y la Argentina se ubica en ese rol entre junio y septiembre. Pues bien, este último detalle no va a ser menor para cuando llegue julio de 2024 en materia de cotizaciones en Chicago. Ello, pues Estados Unidos va a estar con reservas extremadamente ajustadas y la “receta” que ellos utilizan para racionar la demanda externa y asegurar el abastecimiento interno es muy distinta a la nuestra en cualquier producto. Aquí cerramos las exportaciones (trigo y maíz). Allí definen que sea el mercado el que asuma esa responsabilidad. Esto es: “vía precios”.
En consecuencia, es muy probable que Chicago muestre en la posición julio (que define nuestra soja mayo) un nivel de precios más atractivo que en los meses previos y, también, que en los posteriores. De hecho, el razonamiento se compadece con las cotizaciones que hoy muestra Chicago para los distintos meses del año próximo.
Se trata, entonces, de saber manejar los “tiempos del mercado” y de entender cuáles son los factores de mercado que juegan en cada momento. Bajo dicha premisa, se puede ser cautamente optimista para la soja en julio. Ello implica ir diseñando estrategias de cobertura con flexibilidad.
El análisis de los “momentos” de la soja es muy similar en el caso de la plaza maicera. Mismos actores y similares consideraciones en cuanto a volúmenes brutos y netos. En trigo, la historia cambia. La oferta está más atomizada.
El autor es presidente de Nóvitas SA
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