Los mayores reducciones de rindes se dan cuando falta el agua en etapas reproductivas; las estrategias para enfrentarlas combinan el manejo de la fecha de siembra, el grupo de madurez, la arquitectura del cultivo y el uso de bioestimulantes
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“La combinación entre un serio déficit hídrico y muy altas temperaturas provocó el desastre productivo que se vivió con los granos gruesos en la campaña 2022/23″, definió Marcos Murgio, técnico de la Estación Experimental del INTA Manfredi, al hablar en una reciente charla organizada por Acsoja para analizar las enseñanzas que dejó la sequía sobre el cultivo.
El profesional aclaró, además, que la escasa oferta hídrica tuvo mala distribución. “En la zona de influencia de la estación hubo un gran bache de lluvias en diciembre-principios de enero, por el cual el cultivo sufrió mucho. Luego hubo precipitaciones a mediados de enero, que crearon esperanzas, pero después se volvieron interrumpir y no reaparecieron con acumulados significativos ni en febrero ni en la primera quincena de marzo. Simultáneamente, los cultivos sufrieron una altísima evapotranspiración, superior a la de campañas anteriores, por efecto de las elevadas temperaturas durante muchos días”, rememoró.
Murgio también analizó la susceptibilidad de la soja al estrés hídrico a lo largo del ciclo del cultivo. La caída de rendimientos se explicó principalmente por una reducción del número de granos por hectárea y también por menor peso de aquéllos. Es decir, ambos componentes del rendimiento fueron afectados por la sequía y las altas temperaturas.
Explicó que la falta de lluvias provocó una reducción del área foliar. Cuando se produjo en etapas reproductivas tempranas -de R1 a R4- (es decir, desde inicio de floración hasta vainas completamente desarrolladas) provocó una disminución de desarrollo de hojas. Cuando tuvo lugar en etapas más avanzadas –de R4 a R6- (de vainas desarrolladas hasta semillas completamente desarrolladas) provocó un aumento de la senescencia foliar.
Asimismo, el técnico indicó que las etapas críticas para la reducción del rendimiento por efecto de la falta de agua son a partir de R4. Y en R5 (inicio de formación de granos) es muy sensible al fenómeno, porque reduce el número de vainas viables por hectárea.
Antes de esos estados, la soja tiene cierta en plasticidad para compensar la producción de chauchas. Por ejemplo, si sufre estrés hídrico durante 15 días en R3 (inicio de formación de vainas), se resiente la producción de chauchas pero, si llueve después, aumenta la producción compensando el déficit previo. Esta compensación no ocurre si el estrés tiene lugar después, por ejemplo, en R4 o R5. Destacó que la falta de lluvias afectó negativamente la fijación biológica de nitrógeno por parte de la soja, un fenómeno que también repercute sobre el rendimiento.
Periodo crítico
En otro momento de la charla organizada por Acsoja, Aníbal Cerrudo, técnico de la Unidad Integrada de Balcarce, destacó la importancia de conocer el periodo crítico para la definición del rendimiento de la soja. Dijo que “hay momentos sensibles en los que se debe optimizar el estado del cultivo si no se quiere reducir el número de granos por hectárea y su peso”.
Tradicionalmente se definía como período crítico al intervalo entre R3 y R6, que dura aproximadamente un mes, ante lo cual Cerrudo realizó ensayos para caracterizarlo con mayor precisión. Como resultado de sus trabajos, llegó a la conclusión de que el periodo crítico se da principalmente entre R4 y R6, específicamente en R5.0, el momento en que los granos empiezan a crecer dentro de las vainas. Si ocurre un estrés hídrico en ese momento del ciclo, “el rendimiento se reducirá significativamente”.
Distintas prácticas de manejo pueden afectar el estado fisiológico del cultivo e influir en el periodo crítico. Entre ellas, Cerrudo destacó la fecha de siembra, que se asocia con la radiación solar que incide sobre el cultivo, en función de siembra muy temprana o muy tardía. A partir de esa realidad, aconsejó elegir la fecha de siembra que permita hacer coincidir el periodo crítico con posibilidad de lluvias abundantes.
“También influye el ciclo de la variedad, que permite ubicar el periodo crítico en distintos momentos y acelerar el cierre rápido del entresurco. El arreglo espacial va en el mismo sentido: aporta a la capacidad de cubrir rápidamente el suelo por el cultivo e interceptar la radiación incidente”, enumeró.
Todos estos factores influyen en el estado del cultivo durante el periodo crítico; su manejo correcto permite enfrentar con ventajas escenarios desfavorables y aprovechar el potencial de rendimiento de las variedades sembradas de soja”, concluyó Cerrudo.
Mitigación del estrés
Los efectos del estrés hídrico se pueden atemperar con bioproductos fitoestimulantes de última generación. En la parte final de la charla de la entidad, Agustín Bianchini, de Spraytec, enumeró las enseñanzas que le dejó la sequía en la última campaña y los productos que ofrece la empresa para mitigar esos efectos.
Observó “una gran variabilidad en los rendimientos en función de los distintos ambientes” y que “no todos los lotes mostraron un comportamiento homogéneo”. También vio la importancia de medir el agua útil a la siembra y la ubicación de la napa, como indicadores del potencial de abastecimiento hídrico del cultivo. “En campañas secas como la 2022/23 también se ve claramente la importancia del secado temprano de los cultivos de servicio”, razonó.
Spraytec ofrece fitoestimulantes para aplicar en la semilla y en tratamientos foliares para el cultivo de soja. El TopSeed, aplicado a la semilla, por ejemplo, tiene como efecto el alargamiento de las raíces de las plántulas y el mejoramiento del poder y de la energía germinativos. Así, contribuye positivamente para implantar cultivos en situaciones de estrés hídrico.
Por su parte, María Virginia Barbuy, asesora técnica de Stoller Argentina, destacó el tratamiento de semillas con Stimulate, un producto que da uniformidad a la germinación y aumenta el crecimiento de las raíces, que brinda mayor competitividad frente a las malezas, entre otros efectos. Es un fitorregulador a base de quinonas, giberelinas y auxinas.
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