No es difícil adivinar por qué llegamos al dólar Soja II. La respuesta es más que evidente: llegamos al dólar Soja II debido al “éxito” del dólar Soja I. Y vamos encaminados también a un dólar Soja III el año que viene. Cuando la película es taquillera, se insiste con el mismo formato, con algunas modificaciones, pero no se cambian las actuaciones estelares. Y aunque decaiga un poco cada vez, la formula se repite una y otra vez hasta agotar la idea.
El reciente estreno del “dólar Soja II”, se rodó con la misma escenografía, las mismas trampas, algunos efectos especiales y un “bonus track” de peso, que decoran la versión original de septiembre 2022.
Esta segunda versión fue creada por los mismos productores, directores y sobre todo la misma y fotogénica claque que asiste gustosa al preestreno como incondicionales grupies. Una auténtica coproducción público-privada. Un thriller donde se desliza un cinematográfico efecto dominó en el cual la soja, al ser insumo de muchas producciones animales que no tienen manera de trasladar la nota alta y disonante de un dólar de 230 pesos a sus ventas, quedan desarticuladas a la vista del público.
Me refiero a ganaderías que tienen que comprar los subproductos de soja a valores de un dólar de ficción de 230 pesos por dólar con un costo 35% superior al otro dólar de ficción, conocido como “dólar oficial”. No hay cuenta que les cierre, por más que se prometa un “círculo de asistencia” por parte del Gobierno.
Por otro lado, en esta puesta en escena, el productor pasa de vender la soja a un tercio del valor internacional, a poder y obtener algo cerca de un 45% del valor real de la soja por un mes. Una vez cobrados los pesos, la mayoría de las opciones quedan vedadas para colocar esas ventas y transformarlas en moneda dura. Al acceder al dólar soja, el productor que vendió con esa modalidad queda atrapado en una de terror con todas las puertas selladas. Del peso argentino no sale.
Por lo visto, no hay lugar en el palco para todos, ni tampoco en el pulman. De todas maneras, el objetivo de este cortometraje de diciembre, es lograr que el Gobierno consiga una mayor liquidación de divisas.
Y como en toda coproducción, el otro promotor de la misma (sector exportador), sabedor que la película dura en cartel solo 30 días, puede aprovechar para colocar los tickets con sobreprecio. La experiencia les dice que en septiembre vendieron a $200 al Estado lo que conseguían a 180 comprando al productor.
Nada golpea más a una cadena de valor que los diferenciales intracadena. Ya sean como en este caso de tipos de cambio múltiples, o bien de diferenciales de impuestos para cada eslabón. Pero si la banda de música suena fuerte, nadie escuchará el clamor del tambero, ni del productor de aves, ni al ganadero. Luz y sonido tapan esas cuestiones menores. Nadie dice que en un buen western no hayan caídos y víctimas. Es parte del show.
El mercado de soja en las últimas semanas se movió para arriba y para abajo según cual fuese la versión más creíble de lo que iba a suceder. El argumento del guión iba variando dejando al suspenso adueñarse de la escena. La posición noviembre (al día del cierre) en Matba Rofex llegó a valer 415 dólares por tonelada tres días antes de la medida. Al día del anuncio, horas antes y al darse por descontado el “dólar soja”, la posición diciembre cotizó a US$372 por tonelada. Una caída del 11,5 % en pocos días. Vaivenes que no tienen causa en situaciones reales de mercado, sino que lo define si la medida es anunciada o no.
Pero también, en el convite para los anuncios, hubo un simpático reparto de premios. No todo son asperezas ni dramas ni melodramas. Y el que parte y reparte, tiene la capacidad de otorgar en este caso un “premio a la industrialización”, vendría a ser como un premio a la trayectoria. Una suerte de los “Soja Awards”, para los mejores alumnos. Y ese premio se trata de la promesa del tan ansiado “diferencial aceitero”, sin el cual la industria parece no poder subsistir. Necesita la transferencia de recursos de parte del productor.
Cierra todo. Quiénes son los beneficiarios y quiénes suben al podio para recibir los galardones debido a los servicios prestados en semejante superproducción. El final feliz siempre es para pocos.
El autor es productor agropecuario
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