Se torna imprescindible y a la vez urgente un cambio de paradigma.
“La realidad ha demostrado de manera contundente que exigirle al campo durante 20 años un irracional impuesto a las exportaciones no ha servido para disminuir la pobreza ni para mejorar el poder adquisitivo de la gente: todo lo contrario. La pobreza ha aumentado y la gente gana cada vez menos”.
Así lo indica un trabajo muy enriquecedor realizado por la Fundación Apertura que analiza en detalle no solamente el daño que han producido los “sobre impuestos” al agro sino que además nos enriquece con el panorama de crecimiento posible si se redujera esta -confiscatoria- presión impositiva.
Los números de la pobreza e indigencia los conocemos todos, no es necesario entrar en el detalle. Todos los argentinos lo vemos en la calle todos los días y nos duele ver esa realidad porque a la vez está claro que es una vergüenza nacional haber llegado a esta situación. Moralmente inaceptable como lo es también haber degradado la cultura del trabajo, entendido como el sustento moral del hombre y la base de su dignidad como criatura de Dios. Estamos en deuda no solamente con estas personas sino con nosotros mismos. Es imprescindible y urgente un cambio de paradigma, y por ende, de políticas.
Es igualmente vergonzoso lo que ocurre con el precio de los alimentos. Se habla de “desacoplar” con enorme ligereza cuando -el trabajo de la Fundación lo detalla- el impacto del trigo en el precio del pan es solo del 6%. Tomando el promedio de los alimentos calculado sobre el precio final de los mismos los impuestos “pesan” el 45%.
El sistema de las retenciones tiene otros efectos colaterales que, en un contexto de desesperación por hacerse de dólares, se les pide a los exportadores que adelanten pago de retenciones sobre cosechas que ni se han sembrado (el caso del trigo cosecha 2022/2023) para lo cual se ha permitido registrar esas declaraciones de venta al exterior a precios menores a los del mercado, tal como se detalló en el exitoso Congreso “A todo Trigo”, con el consiguiente perjuicio para el ingreso de divisas pero también una pérdida adicional (otra) para el productor por cuanto las retenciones se restan del precio real del mercado y no del precio al que registró el exportador. Es malo para todos. Un verdadero círculo vicioso, que cada vez castiga más los ingresos del sector productivo, afectando a toda la sociedad.
Es imprescindible y urgente un cambio de paradigma. ¿Cambio hacia dónde? ¿Es posible eliminar las retenciones?
Nos hemos acostumbrado a escuchar…..” y …..no…..no se pueden sacar de golpe……” En este sentido los profesionales de la Fundación Apertura echan luz sobre esta encrucijada con bastante contundencia: “La eliminación de las retenciones podrían generar, conservadoramente, un crecimiento adicional del PBI de un 3% anual todos los años, lo cual es más del crecimiento promedio de nuestro país de los últimos 50 años.
El campo es el único sector económico que puede generar 10.000 millones de dólares adicionales en menos de un año, ya que tiene todas las inversiones hechas, y todas las cadenas están siendo sub-utilizadas.
Si liberamos al agro de las retenciones el impacto de los alimentos sería mínimo o nulo. Por una mayor recaudación de Ganancias, las provincias y municipios recibirían más fondos de coparticipación automática, lo que permitiría bajar las alícuotas de Ingresos Brutos y tasas municipales de alimentos.
Todo un desafío. Es posible, lo necesitamos urgentemente. Debemos salir de este dañino círculo vicioso y pasar a un esquema virtuoso que nos devuelva la dignidad y la prosperidad.
Ningún plan de estabilización y crecimiento productivo será posible sin aumentar las exportaciones, y el campo es el único que lo puede hacer. Aquí y ahora.
El autor es productor agropecuario
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